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Centros de atención psicológica universitarios benefician a todos

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Los centros de atención psicológica universitarios se han transformado en una excelente opción no sólo para los estudiantes sino también para la comunidad en general, pues son muchas las veces que los usuarios no obtienen respuesta a sus demandas en el sistema público ni tampoco en el privado. Es por eso que estos centros hacen un relevante aporte atendiendo tanto a población adulta como infantil.

Con el objetivo de analizar su quehacer e intercambiar experiencias se desarrolló, a comienzos de septiembre, la primera jornada "Centros de Atención Psicológica Universitarios de la Región del Biobío", actividad que se llevó a cabo en la Universidad San Sebastián.

Al encuentro acudieron representantes de los centros de las universidades de Concepción, del Desarrollo, de Las Américas, Santo Tomás, Andrés Bello y de la casa de estudios anfitriona. Con esta actividad, culminó un trabajo de coordinación que comenzó en marzo con reuniones periódicas y que concitó el interés de los profesionales de todos los centros involucrados.

ACCESO

Verónica Harris Morales, coordinadora del Centro de Atención Psicológica de la Universidad de Las Américas, sede Concepción, dijo que el objetivo fue "generar un espacio en que los distintos centros de atención psicológica de las universidades se reúnan, conversen y muestren las actividades que hace cada uno para la comunidad tanto interna como externa".

Al respecto, planteó que los seis centros tienen perfiles diversos y mientras algunos se han enfocado en absorber la demanda de los estudiantes de sus respectivas universidades, otros se han abierto a la comunidad y ofrecen diversas áreas de atención.

"Quisimos generar un espacio de encuentro donde los participantes de cada centro y la comunidad conozcan cómo funcionan estos centros psicológicos universitarios. Cada uno tiene su particularidad, hay algunos que son más complejos, centros multidisciplinarios más grandes, en los que atienden psicólogos titulados y psiquiatras, además de los estudiantes en práctica", contó.

Respecto a la gran ventaja de estas unidades, es que ofrecen acceso a personas que de otra forma no tendrían atención, pues según puntualizó Verónica Harris, así como hay algunos que tienen tienen aranceles que están por debajo del valor de una consulta, hay otros que atienden de manera gratuita.

Sobre la inquietud que pudiera surgir en los usuarios porque son atendidos por estudiantes, sostuvo que "la población debe estar tranquila, pues se trata de alumnos que están haciendo su práctica profesional y siempre son supervisados por psicólogos clínicos, que van analizando los casos. El profesor y el alumno trabajan en cada caso".

MOTIVOS DE CONSULTA

Si bien estos centros están abiertos a la comunidad en general, los estudiantes de las propias universidades son un público prioritario.

Paula Medina Lema, coordinadora de la Clínica de Psicología del Centro de Salud de la Universidad San Sebastián, dijo que entre los usuarios que atienden la mitad son adultos y la otra mitad niños. Entre los adultos, un 66% corresponde a estudiantes de la misma universidad.

En cuanto a los motivos más frecuentes de consulta de los estudiantes universitarios, mencionó las dificultades académicas, sintomatología depresiva y sintomatología ansiosa. "Lo que sucede es que frente a dificultades académicas, si empezamos a profundizar, pueden haber síntomas depresivos, ansiosos, déficit atencional u otros", aclaró. Las terapias se extienden por lo general por un semestre o un año.

Jeannette Cannobio Medina, directora del Servicio de Psicología Integral, SPI, de la Universidad del Desarrollo, coincidió con Paula en que los motivos de consulta habituales de los alumnos son problemas relacionales, académicos y de ansiedad.

Paula Medina indicó que las ventajas del centro USS es que el arancel es más económico que en el sistema privado, ofrecen sesiones semanales y trabajan con psiquiatras. Cuentan con convenios con los Daem de la provincia, con empresas y diversas otras instituciones, además de recibir consultas espontáneas de la comunidad.

Jeannette Cannobio agregó que en el caso del SPI de la UDD, además de la labor clínica intra universitaria y hacia la comunidad, "tenemos una unidad psicojurídica con profesionales que trabajan en el área y que se han ido especializando, y también abordamos el área organizacional. Otra arista que tenemos es la educación continua".

Procurar ser recibidos en las moradas eternas

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En su condición de supremo maestro, Jesús presentaba su enseñanza también de manera provocativa, como es el caso de la parábola del administrador injusto, que leemos en este Domingo XXV del tiempo ordinario. Ningún comentarista ha dejado de sentir la incomodidad de estas palabras de Jesús: "El señor alabó al administrador injusto".

Se trata de una enseñanza sobre la finalidad de los bienes materiales que Jesús expone inmediatamente después de la parábola del hijo pródigo. En esa parábola cada hijo representa una actitud indebida respecto a esos bienes. En efecto, el hijo menor, que pidió al padre su parte de la herencia, se fue a un país lejano y allí "malgastó su hacienda viviendo como un libertino". Por su parte, el hijo mayor, que permanece en la casa como el único heredero, se niega a unirse a la celebración por el regreso de su hermano, porque teme por su hacienda y el padre debe tranquilizarlo asegurándole: "Hijo... todo lo mío es tuyo" (cf. Lc 15,13.31).

En realidad, respecto de los bienes de este mundo, nuestra situación no es la de un hijo, sino la de un administrador, pues todos debemos decir lo que dijo Job, cuando se vio privado de todos sus bienes: "Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá retornaré. El Señor dio, el Señor quitó: ¡Sea bendito el nombre del Señor!" (Job 1,21). Los bienes materiales los hemos recibido de Dios en administración para el tiempo de nuestra vida en esta tierra. En la otra vida no nos servirán. La parábola comienza, entonces, expresando nuestra situación: "Era un hombre rico que tenía un administrador". Pero era un administrador ineficiente: "Lo acusaron de disipar la hacienda de su señor". Entonces, el señor lo llamó y le dijo: "Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando". Es una sentencia que todos escucharemos, y no en mil años más, sino en poco tiempo más, incluso esta misma noche, como ocurrió con el hombre rico que sólo pensó en pasarlo bien el resto de su -así se proyectaba él- larga vida: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" (Lc 12,20).

Ante la inminencia del despido reflexionó sobre su incierto futuro: "¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza". Descubrió la solución aprovechando el breve lapso en que todavía gozaba del poder de administrar: "'Ya sé lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas'. Y convocando uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?'. Respondió: 'Cien medidas de aceite', Él le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta'...". El mismo procedimiento repitió con todos los deudores de su señor. Se aseguró el futuro haciéndose de amigos, con los bienes recibidos de su señor en administración. La actuación es a todas luces deshonesta. Y, sin embargo, Jesús afirma: "El señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente". El señor alaba su astucia. En el breve lapso que le quedaba usó de los bienes que le dieron en administración para asegurar su vida futura. Jesús concluye, haciendo una analogía con nuestra administración de los bienes que nos han sido confiados: "Yo les digo: Háganse amigos con el dinero (Mamona) de la injusticia, para que, cuando llegue a faltar, los reciban en las moradas eternas".

Por esta recomendación de Jesús sobre el uso del dinero -al cual llama "de la injusticia" y le da el nombre despectivo de una divinidad pagana: Mamona-, sabemos que llegará un momento en que cesará: "cuando llegue a faltar". Está hablando del momento en que se nos pedirá cuenta. Para decirlo claro, el momento de nuestra muerte, en expresión de Job: "Desnudo volveré allá". La parábola insinúa que ese momento es pronto y que urge tomar medidas rápidas. La finalidad ahora es ser recibidos, no en las casas de esta tierra, sino "en las moradas eternas". Según esta enseñanza de Jesús, los bienes de esta tierra son transitorios y para quienes los poseen tienen una sola finalidad: hacer el bien a los demás. Como todas las demás cosas, que son buenas en la medida que tengan como fin la felicidad eterna y son malas en la medida que nos alejen de ese fin. La vida eterna después de la muerte es un dogma de nuestra fe: "Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna".

Lo asombroso es que, teniendo ese fin las riquezas de este mundo, lo común es que tengan otro uso, a saber, pasarlo bien aquí y disfrutar de manera egoísta de los placeres de este mundo. Hemos visto que a esta actitud egoísta Dios la llama: "Necedad". Porque cesará pronto.

Considerando la actuación deshonesta, pero astuta, del administrador en la parábola, Jesús se queja: "Los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz". Se despliega gran astucia para obtener bienes en este mundo, incluso por medio del fraude; pero no se despliega la misma astucia para obtener la felicidad eterna. Es un reproche a los "hijos de la luz", expresión hebrea que significa: "Los que siguen la luz" y que corresponde a los discípulos de Jesús: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas" (Jn 8,12).

Hemos dicho que los bienes de este mundo no son nuestros, son dados en administración. Nuestro es lo que nos pertenece por naturaleza; todo ser humano está llamado a la felicidad eterna. Esto es lo verdadero. Así se entiende la sentencia de Jesús: "Si no han sido fieles en el Dinero (Mamona) injusto, ¿quién les confiará lo verdadero? Y si no han sido fieles con lo ajeno, ¿quién les dará lo de ustedes?". Para alcanzar la felicidad eterna, que es lo verdadero y lo que tenemos como fin propio, es necesario usar los bienes de este mundo, que no son nuestros, según su propio fin: hacer el bien a los demás, incluso darlo a los demás, como era el caso del joven rico: "Vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven, y sígueme" (Mt 19,21).

Obispo de Santa María de Los Ángeles