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Un llamado a construir una escuela sin barreras

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La palabra accesibilidad nos remite casi instintivamente a espacios, a lugares que permitan el desplazamiento de todos, en especial de quienes tienen limitaciones en la movilidad.

Si bien podríamos establecer ahí una línea de base, sería hoy un reduccionismo restringirlo a ese ámbito. El concepto de accesibilidad se nos ofrece hoy como un regalo a la educación. Hacer la educación accesible para todos es un gran desafío y, a la luz de las políticas públicas, hoy es un imperativo.

La diversidad está instalada en las salas de clases y exige reestructurar la cultura, las políticas y las prácticas ancladas en un sistema escolar caracterizado por un currículum recargado y rígido (discapacitante para muchos), y orientado a la normalización. Es necesario avanzar en el tránsito de concebir la diversidad como un problema hacia asumirla como una oportunidad para innovar y lograr que todos los estudiantes puedan aprender, superando las barreras que la misma escuela y el currículum nacional les imponen.

No es tarea fácil, pues requiere de un cambio de paradigma, pasar de un sistema que progresiva y persistentemente "coloca parches" para atender las necesidades particulares que se van presentando (lo que sin duda es un agobio, pues no dejan de aparecer) a un sistema que se declara, se diseña y se materializa en prácticas pedagógicas orientadas a diversificar el currículum, las oportunidades de participación y las modalidades de trabajo entre profesionales y con las familias, para hacerlo desde el comienzo accesible para todos.

Esta visión de una escuela accesible para todos, exige que los distintos actores se preparen. El equipo directivo, desde el punto de vista organizacional e institucional, debe liderar la reflexión crítica en la comunidad escolar tanto como la instalación de una normativa interna, plasmada en el Proyecto Educativo Institucional; motivar y desarrollar la identidad, gestionar la diversidad, promover la convivencia escolar y mantener un liderazgo distribuido e inclusivo. Los docentes en ejercicio deberán tener oportunidades de capacitación y formación continua que les faciliten la comprensión y la puesta en práctica de un modelo que hoy se visibiliza en el Diseño Universal de Aprendizaje. Pero también los profesores en formación y, desde ahí, el llamado a las universidades a revisar, para hacer coherente con las necesidades del sistema escolar, sus perfiles de egreso, planes y programas de estudio; pues resulta urgente instalar en la formación inicial de todas las pedagogías, el tema de la diversidad, de la que todos deben hacerse cargo.

En el caso de los profesores de educación diferencial, hay que instalar las dimensiones de currículum, didáctica y trabajo colaborativo, que permitan la articulación de los esfuerzos, para lograr que la educación, entendida como un derecho, sea accesible para todos, desterrando la mirada dicotómica incluido-excluido, ejerciendo prácticas pedagógicas y educativas fundadas en el respeto por lo diverso y lo diferente.

Y es que, en definitiva, no se trata de derribar barreras, sino de construir una escuela sin ellas. A eso, estamos todos convocados.