Secciones

Firma de la Independencia

E-mail Compartir

En Talcahuano se firmó la independencia de Chile. Así lo asegura el propio Libertador Bernardo O'Higgins en su testamento político que ha sido reconocido por numerosas destacados historiadores, incluyendo a Francisco Antonio Encina, y por Luis Valencia Avaria, a través de una publicación de la Universidad de Concepción.

Siempre ha habido un desacuerdo entre Talcahuano, Concepción y Talca disputándose el honor de haber sido la sede de la firma

La verdad histórica es que se firmó en Talcahuano y posteriormente se juró en Concepción y Talca, así como iban retirándose las fuerzas patrióticas ante el, impetuoso avance del español Ordóñez.

Remitiéndonos al propio testamento político del Padre de la Patria podemos leer "… en el sitio de mi campamento en los Morrillos de Perales, de mi mano firmé la Independencia de Chile… lugar en que debe fundarse una localidad llamada Ciudad de la Independencia en memoria de tal hecho" Esto, ocurre entre el 5 y 6 de diciembre de 1817, durante el sitio de Talcahuano en la guerra de la reconquista de Chile por el imperio español.

Ha habido también discrepancia respecto de la ubicación de los Morrillos de Perales. El escritor chorero Guillermo Silva insistía que el lugar correspondía a la vecindad del actual Puente Perales.

Pero en 1980 se confirmó que el verdadero sitio era el cerro vecino a la actual Población Gaete único lugar de topografía del puerto, desde donde los cañones del Libertador podían batir al mismo tiempo la Bahía de San Vicente y la entrada del canal de la Isla Rocuant, lugares en que desembarcaban los españoles.

Esto se logró determinar con un trabajo conjunto entre el historiador penquista Enrique Campos Harriet y el destacado periodista Víctor Solar Manzano, junto al Alcalde de ese tiempo, el comandante Fernando Carrasco Herrera.

La condonación de créditos educacionales no es perdonazo

E-mail Compartir

Analizando las políticas públicas que utilizan instrumentos financieros para resolver problemas públicos, no dejan de sorprender algunas soluciones que se han diseñado a nivel estatal, sobre todo en materia educacional.

Solo basta hacer un poco de memoria para recordar que, ya a principios de los 90, después de casi 50 años de que los créditos educacionales se venían utilizando en el mundo, era bastante claro para los entendidos que los créditos universitarios funcionaban a medias en todos los países en los que se habían aplicado.

En 1992 se conoció el estudio del Banco Mundial que explicaba que estos créditos expandían la cobertura y disminuían la deserción (la finalidad que tenía como la política pública), pero eran sumamente ineficientes en términos financieros (en todos los países tenían tasas de recolección bastante bajas). Así lo describía ¿quién?, una eminencia en el tema "la paradoja de los créditos educacionales es que se sabe que no funcionan, pero aun así todos insisten en utilizarlos".

En Chile, esto no era novedad, pues el Crédito Fiscal Universitario (hoy Fondo Solidario) ya llevaba diez años en funcionamiento y sus tasas de recolección eran bajísimas: en 1990 no llegaba al 20%. La aparente paradoja no es difícil de entender: que los créditos sean ineficientes no es necesariamente un problema cuando los gobiernos asumen que el crédito cumple sus objetivos principales (facilitar el acceso) a un costo que, si bien puede ser alto, es aún tolerable.

En otras palabras, se sabe de antemano que no todos los créditos serán pagados, la recolección será compleja e incluso algunos se aprovecharán… pero no importa, porque de todos modos no se trata de hacer rentable la inversión, no al menos en términos financieros, pero sí sociales. Esto es lo que muestran las discusiones en torno a los perdonazos y condonaciones parciales de los años 1990.

El problema surge cuando se hacen dos cosas a la vez: se quiere usar los créditos como instrumentos de política pública, pero no se está dispuesto a sacrificar parte de los recursos en los estudiantes. Así, se dejaron los créditos en manos de instituciones financieras y universidades des-reguladas, buscando asegurar por todos los miedos posibles que los estudiantes (beneficiarios) paguen sus deudas.

Esta combinación es problemática y moralmente reprochable porque, al parecer, no se trata de velar por la eficiencia económica de la política pública. De lo contrario, hubiese sido igualmente censurable usar el dinero de las arcas fiscales en condonar deudas de los bancos mediante la compra de sus carteras y deudas.

Parece que resulta ser menos "inmoral" castigar a los ciudadanos que no pagan sus deudas y hacer a los estudiantes responsables de sus compromisos financieros -incluso al costo de embargar sus casas, sus ingresos precarios y, por qué no, su futuro. Este sistema, a todas luces perverso, es lo que hoy conocemos como CAE.

¿Qué hacer?

E-mail Compartir

Un tema grave es la violencia contra las mujeres en Chile. Es difícil comprender como la definición de tortura "tratos crueles, degradantes y humillantes" puede ser aplicado a las víctimas que caen abatidas dentro del propio hogar. O son aporreadas sin piedad, laceradas al extremo, cegadas, desolladas, deformadas cuando logran eludir la muerte.

Cuando eso sucede los calificativos del horror nos ahogan. Las declaraciones de repudio lo mismo, pero es insuficiente, nada evitamos con palabras, suelen sobrar. Está todo dicho. Queda la pregunta: ¿qué hacer? El problema es mundial y está en la misma categoría que el terrorismo y los atentados contra los derechos humanos. Desde el grupo islamista radical Boko Haram que secuestra niñas en Nigeria que quieren educarse; el presidente Vladimir Putin que "rechaza la confusión "sexual" occidental y plantea regresar a la jerarquía sexual tradicional"; pasando por algunos países donde por minutos se denuncia la violación de una mujer y cada ocho horas una mujer es asesinada por su pareja.

En nuestro país ,en tanto, hombres y muy especialmente mujeres se convierten en voceros de fórmulas arcaicas y que se creen en parte superadas como el que las mujeres son responsables, cuando no culpables, de todos los que les sucede: porque se visten de una manera, porque actúan de otra.

Algunas mujeres golpeadas abogan en pro del hombre que las dañó, suelen perdonarlo. Los argumentos suman y siguen que el machismo es producto de las madres, como si no existiera el padre, los profesores, el colegio, el barrio. Argumentos coherentes con una parte de la sociedad que no confía en las mujeres, que niega posibilidades de acceso al trabajo fuera de casa, que las remunera menos por igual trabajo, que las considera y halaga en su mera exterioridad .

Aparte de los femicidios se observa una gama que va desde el abuso sexual infantil, el acoso sexual en las calles y el trabajo y en general actitudes, modos, formas de actuar que dejan constancia de la minusvalía de las féminas. Ahí están los golpes y amenazas de un candidato a concejal por Talca a su polola. O las de un diputado integrante de la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados a su primera esposa.

En Chile la violencia intrafamiliar es un delito grave penado por la ley. Las policías contribuyen al recibir las denuncias, proteger a las víctimas cuando pueden, hay hombres golpeadores que se someten a procesos de rehabilitación, mientras el Ministerio de la Mujer hace lo suyo a través de campañas de sensibilización.

El tema tiene que estar en la palestra siempre, es necesario repudiarlo con fuerza, las campañas tienen que ser permanentes y presente en todas las campañas, tribunas y discursos.

Juntos mujeres y hombres convertidos en activistas sociales anti violencia de género, que los asesinos reciban las penas merecidas y que los hombres golpeadores sientan el control y el repudio social.

¡Que no sean candidatos a nada, por lo pronto! Y que si lo son no votar por ellos.