El alcalde de la Pérgola de las Flores
Como ciudadanos, nosotros los no apitutados estamos indefensos ante una multitud de soberanías que nos han impuesto. No se trata solo del imperio de la delincuencia sobre nuestras vidas, empezando con que el delincuente tendrá su abogado defensor pagado por todos nosotros y nosotros debemos pagar por uno en caso de necesitarlo. O de la suma mensualmente despilfarrada en ellos, que es más de lo que la mayoría gana como sueldo mínimo o pensión.
Padecemos también del imperio de los genios que nos cambian la hora a sus propios arbitrios, alterando con ello el biorritmo de cada uno, con otro mínimo de pseudo ganancias; o de los resentidos sociales que nos denuestan en las redes, algunos bajo la máscara del anonimato y otros bajo una verborrea insostenible; y ante eso, contestar es rebajarse a los niveles básicos de los nuevos empoderados y que están resultando más conservadores que aquellos en contra de los cuales dicen discrepar. Ojalá lo hicieran con respeto; lamentablemente la mayoría de las veces lo hacen por desconocer el propio idioma o carecer de comprensión lectora. Así estamos, indefensos.
Otros nos imponen pagar por servicios varios con ajustes sobre ajustes que carecen de todo sentido; otros nos imponen el parloteo soez y una jerga insulsa, al decir de Jaime Celedón, hace muchos años: "Un mar de palabras y un desierto de ideas", que rescato por ser una oración para el bronce y dar cuenta de la poca enjundia que circula en los cerebritos de algunos y algunas que se creen geniales y pretenden darnos lecciones de sabiduría, cuando aún no se les ha secado ni el ombligo: Así estamos indefensos.
Y en esta feria de las vanidades, ¿cómo podríamos recuperar soberanía sobre nuestras propias vidas, aceptando, además, las limitaciones de nuestros propios cerebros?
No estaría de más recordar, para ello, el mito de la caverna de Platón, o al Alcalde de Zalamea: "Pues ¿qué dirán? ¿Que soy noble por cinco o seis mil reales? Y esto es dinero y no es honra, que honra no la compra nadie, ¿Dirán entonces que soy mejor que ahora? No, es dislate". O por último, recordar a nuestro criollo alcalde de la Pérgola de las Flores, que representa muy bien el modus operandi de nuestra clase política y como para tener en cuenta en las próximas elecciones, comparando entre unos y otros, puesto que ante nuestras indefensiones, nuestros postulantes alcaldescos y también concejales, se hacen eco masivo del corito:
"Si alguien me propone alguna cosa yo le digo siempre sí; si alguien me propone algún negocio yo le digo siempre sí. En toda mi vida y experiencia yo no digo no jamás; pero cuando quedo solo, hago lo que me conviene a mí…en política y amores decir NO es barbaridad, el SÍ es tanto más bonito y tiene elasticidad". Sin embargo, en justicia, todos actuamos como nuestro Alcibiades.