Secciones

Individualismo neoliberal

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Uno de los argumentos que los sectores "pro AFP" utilizan para oponerse al sistema solidario de pensiones, se origina en una encuesta de opinión pública que evidenció que un 63% de las personas entrevistadas declaró estar en 'desacuerdo' con la medida anunciada por la Presidenta Bachelet en relación a que el 5% extra que pagaría el empleador para el ahorro forzado del trabajador, vaya a un fondo común solidario y no a la cuenta de capitalización individual de este último.

Al realizar un análisis más exhaustivo a los datos entregados por el sondeo, quedan en evidencia al menos tres antecedentes más.

En primer lugar, el rango etario de quienes se oponen más firmemente a la medida se dio entre las personas que tienen 18 y 34 años de edad.

Un segundo punto crítico de análisis apunta a que estos opositores se auto-reconocen socialmente como "sectores medios" y, finalmente, estas personas políticamente se declaran afines a la "centro-derecha".

Los antecedentes señalados demuestran, a su vez, tres conclusiones. Primeramente, quienes se oponen en dicho estudio a esta expresión de solidaridad son principalmente jóvenes, nacidos y que viven bajo un contexto cultural y socioeconómico neoliberal, que fomenta casi sin contrapesos la competitividad, el individualismo y el consumismo desenfrenado. En segundo lugar, es un sector desclasado socialmente, pues los antivalores mencionados los han llevado a auto-reconocerse como "sectores medios", cuando su realidad per cápita efectiva los hace formar parte -a lo más- de un sector medio pero socioeconómicamente empobrecido.

Finalmente, que se identifiquen políticamente con la derecha es consecuente con los principios doctrinarios que dice defender dicho sector, pues un derechista -al no creer en la igualdad social como solidaridad colectiva- apuesta por la igualdad individual, basada en las supuestas oportunidades económicas que el sistema neoliberal le brindaría a cada una de las personas nacidas en esta larga y angosta franja de tierra llamada Chile.

Montessori: los viejos-nuevos ideales de una pedagogía

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El 31 de agosto se conmemora a nivel mundial el natalicio de la gran pedagoga y primera médico italiana, Dra. María Montessori.

Visionaria y adelantada a las concepciones de su tiempo, muy inquieta intelectualmente, construye una perspectiva radicalmente distinta -hasta esa época- de comprender y develar la esencia misma de la infancia humana, otorgándole un sitial de dignidad antes desconocido.

Sus principios pedagógicos, metodológicos y filosóficos años más tarde, serán reconocidos en todo el mundo como: "El Método de la Pedagogía Científica", o "Método Montessori de educación para la Vida", materializando su primera experiencia pedagógica en la llamada "Casa dei Bambini" o "Casa de los niños" en el barrio obrero de San Lorenzo, Roma, año 1907.

Eso ocurrió hace ya más de cien años, cuando el movimiento pedagógico y cultural europeo de la "Escuela Nueva" criticaba ácidamente las concepciones tradicionales de la escuela moderna, que nacieron al alero de la industrialización de los siglos XVII y XVIII, y cuyas prácticas pedagógicas fosilizadas no entregaban respuestas coherentes a los desafíos contemporáneos de formación académica y humana.

Hoy más que nunca, es vital comprender los principios de la Pedagogía Montessori. Estos se convierten en una luminosa brújula orientadora, que nos puede guiar hacia una formación humana integral, más allá del desarrollo cognitivo y estrictamente académico, potenciando el desarrollo emocional, social y espiritual de nuestros niños y niñas en Chile, especialmente en la primera infancia.

Estos principios montessorianos construyen ambientes pedagógicos cuidadosamente preparados, atractivos y motivadores para favorecer tempranamente el gozo por el aprendizaje; respetan los ritmos naturales de aprendizaje de cada niño y niña; cultivan una perspectiva integradora y global de los saberes culturales y científicos; fomentan la presencia culta y amorosa de los Guías (profesores) quienes están al servicio del aprendizaje de todos los niños sin distinción; favorecen en las aulas las edades heterogéneas, en un clima de respeto, empatía y tolerancia; validan los descubrimientos propios de los niños y los sitúan en el corazón de todo el sistema pedagógico (es una "Pedagogía paidocéntrica", tan olvidada y lejana por estos días, en medio de una loca carrera por el rendimiento cuantitativo, la cantidad de contenidos a memorizar, las agobiantes tareas para la casa, los resultados y las estadísticas por sobre cualquier premisa de desarrollo humano)

Ahora bien, ¿en qué momento superaremos el actual "debate educacional", que hasta hoy se ha centrado casi exclusivamente en cuestiones de política educativa y financiamiento, e iniciaremos el debate sobre lo que realmente importa: la verdadera educación de nuestros niños y niñas?

La serena voz de María Montessori, hoy como ayer, nos propone el desafío de construir una "Educación para la Paz", universal, integradora de saberes, de profundo respeto y amor por la infancia, reconociendo en la clara mirada del niño una encrucijada vital de la vida humana, que definirá la existencia y el porvenir de los adultos del mañana. La infancia de hoy contiene el potencial de todo lo que seremos como sociedad y como país: es la herencia de todo cuanto seremos y poseeremos en el futuro; un futuro cada vez más incierto e inquietante.

En la última morada de la Dra. Montessori, ubicada en Holanda, está escrita la frase póstuma que resume el pensamiento de su espíritu visionario, cuya verdad nos llega hoy, reveladora: "Ruego a los niños todopoderosos se unan a mí, para construir la Paz del Hombre y la Paz del Mundo". Por un momento, si Chile fuese un niño pequeño, uno de esos que con pasión y sabiduría defendió María Montessori, consagrando su vida entera a esta labor, quizá nos diría: "El niño es el constructor del Hombre, y no existe Hombre que no se haya formado del niño que fue una vez".