Creo (en) un Chile más justo
Cuando llegamos a este mundo, llegamos sin haber desarrollado ninguna habilidad lógica. No hay palabras, no hay números, no hay historia ni lenguaje para construirla. El único recurso con que contamos es nuestra creatividad. Desde el nacimiento todo aprendizaje surge de la inventiva, la imaginación y la capacidad de nuestros sentidos de reconocer su entorno. Sin embargo, durante años de escolaridad nos esforzamos por tapar estas competencias innatas con otras habilidades adquiridas, muchas veces a la fuerza. Las escuelas y los educadores nos esforzamos, entonces, en construir estrategias e instrumentos que nos permitan desarrollar, medir y asegurar un estándar.
En Chile las evaluaciones nos muestran que las habilidades lógicas después de 12 años de escolaridad se han desarrollado de forma ineficiente y altamente desigual. El año pasado de los 252.326 jóvenes que rindieron la PSU 128.917 no superaron los 500 puntos, de esos 82.757 obtuvieron 450 puntos o menos y el promedio entre colegios particulares pagados y colegios municipales se separa por más de 140 puntos. Alarmante, estamos apuntando en la dirección incorrecta.
Mi primera propuesta es aprender y enseñar a valorar la diversidad. Cada educador, profesor, profesora, padre, madre, tutor, líder tiene que ser capaz de generar un espacio de confianza donde cada niño pueda desarrollar sus talentos, tiene que cambiar el entorno para que cada estudiante se cambie a sí mismo y se transforme en un agente de cambio para él, su familia y su comunidad.
En Enseña Chile estamos seguros que mejorar la educación de Chile es posible si conocemos el aporte que cada uno de nosotros tiene que hacer para construir mayores oportunidades para nuestros niños. El problema no es "del sistema", mucho menos "es culpa de los profesores", la responsabilidad es de todos y la experiencia nos convence de que el aporte de nuestros profesionales en la sala de clase no hace más que contribuir a valorar esta diversidad y que es la mejora continua el único camino hacia reducir la brecha educacional del país.
Volvamos a los inicios, retomemos nuestra creatividad, démosle a cada niño y niña la oportunidad de crecer desde su originalidad, valoremos nuestras legítimas diferencias porque un Chile más justo se construye desde la sala de clases.