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Reconstruir el sello ciudad

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Enorgullece escuchar a dos de los más destacados columnistas del país, el académico Carlos Peña y el escritor Cristián Warnken referirse a los encuentros realizados en la Universidad de Concepción al iniciarse la década de los sesenta, con David Stitckin en la rectoría y el poeta Gonzalo Rojas, en la dirección de extensión.

Frente a un auditorio multitudinario, ambos habrían de recordar aquel encuentro en que un Mario Vargas Llosa, joven y muy izquierdista escritor peruano entonces se enfrascó en una discusión con el filósofo Jorge Millas, acerca de la evidente politización en la universidad de aquellos años de la guerra fría. Era la época en que la Universidad le otorgaba el sello ciudad a Concepción. Le aportaba reconocimiento e importancia. Es cierto los tiempos han cambiado. Vargas Llosa ya no es de izquierda y el difunto Jorge Millas seguramente habría evolucionado en su pensamiento respecto a la universidad concebida como una "torre de marfil" donde solo llegaban algunos escogidos.

Hoy las ciudades han recibido una fuerte presión por subirse al tren de la globalización, por crear, retener y atraer talentos e inversiones, por ser innovadoras y aumentar sus ventajas competitivas. No es suficiente difundir los aspectos positivos de una ciudad o región, hay que construir una imagen, una visión y una historia. De esta última tenemos bastante hay gente estudiosa , más aún Concepción ya merece un Premio Nacional de Historia. Convertirla en marca y ubicarla en el mercado y en el imaginario simbólico. La cultura es un valor donde Concepción alguna vez marcó tendencia, fue todo un símbolo y se la recuerda hasta hoy.

El sello ciudad está desdibujado, le ganan otras ciudades importante, a las cuales basta nombrar para ligarla a una actividad potente y permanente Antofagasta y Valparaíso con el Puerto de Ideas; Viña del Mar, Lebu y Valdivia con sus festivales de cine; a esta última incluso pueda agregársele el Concurso Valdivia y su río. En un instante Concepción fue la ciudad del teatro de calidad; también de la plástica por la existencia de la Casa del Arte, la segunda pinacoteca más importante del país; se le ha agregado el rock y a ello contribuyen los grupos y solistas de esta música que aquí han emergido muchos y muy buenos. Hay eventos de cine, pero aún los esfuerzos están desperdigados, no se siente esa alianza fuerte.

Hay ciudades que se han reinventado a partir de intervenciones urbanísticas, con proyectos urbanos iconográficos. El caso de Bilbao, en el País Vasco es elocuente. Se renovó con "arquitectura de autor". Le encargó su Museo Guggenheim a Frank Gehry; su Metro a Norman Forster; su aeropuerto a Santiago Calatrava; y su barrio de Zorrotzurre a la recién fallecida Zaha Hadid. Hoy todos sabemos de Bilbao, la situamos en nuestro imaginario, aún sin conocerla. Quién sabe si con el Teatro Regional podamos tener una base sólida para construir un sello, una marca, una identidad, que quienes hablen de Concepción sepan de inmediato que hablan de cultura, amor por la belleza, talento de su gente y de una oferta en tal sentido permanente ,elocuente y simbólica. Que todos sepan de qué hablamos cuando hablamos de Concepción. Que a muchos les den ganas de visitarla.