Infancia suele asociarse a inocencia y alegría, a una etapa que se vive en ambientes de amor y protección. Sin embargo, son muchos los pequeños que pasan su niñez en contextos de carencias, dificultades y también vulneraciones.
Aunque para muchos son situaciones que parecen lejanas, no deben permanecer invisibilizadas. Justamente, poner sobre la mesa una temática que es pocas veces abordada fue el objetivo del Primer Nütram-Conversatorio organizado entre la Corporación Catim y Enama (Corporación de Profesionales Mapuche), materializando una alianza que suscribieron el año pasado para incidir en el debate público y la construcción de acciones en pro de la Infancia Mapuche.
Bajo el título "Presente y futuro de la niñez mapuche: El rol del Estado y la Sociedad Civil", la actividad se realizó el pasado 2 de agosto, sustentándose en la sensibilidad social especial que hay en torno a la infancia durante este mes por celebrarse el Día del Niño.
Con la presencia de entidades como Carabineros de Chile y el Consejo Nacional de la Infancia, la idea fue dar el primer paso para luchar contra el desconocimiento que hay en torno a la realidad cotidiana de muchos niños y niñas mapuche, temática que requiere de una sensibilización especial para abordarla, asevera Sandra Castro Salazar, directora ejecutiva de Catim.
VULNERACIÓN DE DERECHOS
Esto, reflexiona, porque se trata de niños que además de tener que salir a un mundo donde se enfrentan a una cultura distinta, están siendo víctimas de situaciones de vulneración de derecho de manera permanente y preocupante. "El conflicto de las comunidades mapuche en torno a defender su territorio no implica sólo los enfrentamientos, pues cuando se dan situaciones como allanamientos, por ejemplo, no se discrimina si hay presencia de niños o no. Eso da como respuesta, en la práctica, que la violencia ejercida por el Estado, vulnera los derechos fundamentales de los niños", sostiene.
En marzo de 2015, el Instituto de Derechos Humanos presentó un informe a la Comisión de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas donde se daba cuenta del uso desmedido de la fuerza en el marco de las movilizaciones indígenas, y cómo esto vulneraba los derechos fundamentales de los niños, como la integridad y seguridad. "A un año de estas denuncias que se han hecho a los organismos que suscribimos, porque en la firma en la Convención de los Derechos del Niño el país se compromete a resguardar esos derechos, eso no es lo que ocurre".
De lo anterior han sido testigos en Catim, especialmente en programas que ejecutan en Curanilahue y Angol (Región de la Araucanía). "Somos una ONG regionalista, sólo tenemos un programa en otra región, donde hemos podido percibir de mayor manera cómo afecta este tipo de violencia a los niños. Allá tenemos un programa de reparación del daño, que se ejecuta con fondos del Sename y se ha trabajado con chicos que pertenecen a comunidades mapuche, desde terapia individual a trabajos grupales en torno a talleres psicosociales con enfoque a la superación del daño".
DESCONOCIMIENTO
Aunque la interculturalidad está contemplada como parte de sus enfoques de intervención, y a pesar de sus más de veinte años trabajando por la restitución y defensa de los derechos de los niños y niñas, aún están en pañales, cree Castro. No ha sido fácil el trabajo, confiesa, y no por falta de conocimiento técnico, sino por desconocimiento de la cultura. "Trabajamos con profesionales del área psicosocial y por formación conocen lo que deben hacer en una terapia reparatoria, pero es distinto cuando te enfrentas a una persona con una visión y un mundo diferente y es lo que nos pasa con las comunidades mapuche y también con muchos inmigrantes que hemos estado recibiendo provenientes de países como Colombia y Perú", comenta.
Es ahí donde está puesto un desafío tanto para Catim como para otros organismos que trabajan en materia de infancia y el Estado, asegura. "Para poder generar cambios tienes que crear un vínculo. Cuando no conoces bien a quien tienes en frente, en términos de que es una cultura totalmente distinta, se retarda mucho más el trabajo. En estos últimos años que hemos visto este enfoque, nos dimos cuenta que tenemos que ir desarrollando mejores herramientas para trabajar de manera efectiva con familias de inmigrantes o de comunidades indígenas".
Desde su perspectiva, el conversatorio recientemente realizado fue un primer paso para asumir este desafío, entendiendo además que si en un organismo como Catim, que día a día trabaja en materia de infancia tienen desconocimiento, en la sociedad esto se hace más latente. "Cuando uno ve los conflictos, en mucho mayor escala en otros países con las guerras, lo ve como distante de la realidad local; pero la verdad es que cuando te interiorizas en lo que viven a diario las comunidades, cuesta creerlo. Y es un tema que no puede estar invisibilizado y no se puede tener una actitud pasiva frente a lo que está pasando, porque lejos de detenerse, se mantiene", manifiesta.
Eso, sobre todo, si se considera que la infancia, su situación y futuro, no sólo es responsabilidad de unos cuantos, sino velar por sus derechos es una tarea de la sociedad en su conjunto.