Secciones

Abbá, Padre

E-mail Compartir

El Catecismo de la Iglesia Católica, que es la exposición completa del misterio de Cristo, está dividido en cuatro partes. La IV Parte está dedicada a la oración cristiana y comienza ubicándola dentro del conjunto: "'Éste es el Misterio de la fe'. La Iglesia lo profesa en el Símbolo de los Apóstoles (I Parte del Catecismo) y lo celebra en la Liturgia sacramental (II Parte), para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre (III Parte). Por tanto, este Misterio exige que los fieles crean en él, que lo celebren y que vivan de él, en una relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración" (N. 2558). La oración es, entonces, una relación viva y personal del ser humano con Dios vivo y verdadero.

El Evangelio de este Domingo XVII del tiempo ordinario comienza poniendo ante nuestros ojos a Jesús mismo en esa relación: "Jesús estaba orando en cierto lugar". La relación es algo recíproco. El evangelista ya nos ha dicho cuál es la relación que Dios tiene con Jesús. En efecto, en el relato de su bautismo en el Jordán, dice: "Vino una voz del cielo: 'Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco'" (Lc 3,22). Y cuando Jesús se transfiguró ante Pedro, Santiago y Juan, se escuchó la misma voz: "Vino una voz desde la nube que decía: 'Éste es mi Hijo, el elegido; escúchenlo'" (Lc 9,35). La relación de Jesús con Dios es única. Jesús es el Hijo de Dios. Cuando ora, él llama a Dios: "Padre". El Hijo y el Padre son dos Personas distintas; pero ambos son el mismo y único Dios. Ver orar a Jesús era algo absolutamente nuevo para sus discípulos. La primera reacción de ellos es poder gozar de esa misma experiencia: "Cuando Jesús acabó (de orar), le dijo uno de sus discípulos: 'Señor, enséñanos a orar'".

Esa petición equivale a la pregunta: ¿Cuál es nuestra relación con Dios; cómo debemos nosotros dirigirnos a Él? Cuando escribimos una carta, lo primero es discernir cuál es nuestra relación con el destinatario: "De mi consideración... Estimado Señor... Querido Señor... Estimado Pedro... Excelentísimo Señor... etc.". A veces tardamos más en esto que en el resto de la carta, precisamente porque esa relación determina todo. Cuando se trata de nuestra relación con Dios, Jesús nos enseña cómo debemos dirigirnos a Él: "Cuando ustedes oren, digan: 'Padre'". Pero, dirigirnos en esa forma a Dios, ¿no es una presunción excesiva? Hasta ese momento nadie había osado dirigirse a Dios de esa manera, presumiendo de ser hijo de Dios. El único que puede llamar a Dios de esa manera con propiedad es Jesús. Y fue tan insólito que ésta es la causa de su muerte, como la exponen los judíos a Pilato: "Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por hijo de Dios" (Jn 19,7). Jesús nos enseña que nosotros, no nos "tenemos como hijos de Dios", sino que "¡somos hijos de Dios!" (cf. 1Jn 3,1).

Esta condición nuestra sigue siendo algo tremendo, de lo cual debemos cobrar conciencia cada día más profundamente. Para que no sea puro nominalismo, sino que tenga base en la realidad, es necesario que nosotros seamos elevados el nivel de Dios, es decir, que recibamos una participación de la naturaleza misma de Dios. Éste es el don inefable de la gracia. Ésta es la base más firme de la dignidad humana. Ésta es la vocación de todo ser humano. Para esto es necesario que nosotros recibamos el Espíritu Santo: "Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios... Ustedes recibieron un Espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: '¡Abbá, Padre!'. El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios" (Rom 8,14.15.16).

Ya en posesión de este don, Jesús nos indica qué es lo que debemos pedir a Dios. En primer lugar, lo que se refiere a Dios mismo: "Santificado sea tu Nombre", es decir, que todos veneren su Persona como santa y así lo amen y lo teman. Nos da ejemplo la Madre de Dios en el Magnificat: "Su Nombre es santo y su misericordia de generación en generación sobre quienes lo temen" (Lc 1,49-50). "Venga tu Reino", es decir, que se establezca entre nosotros la voluntad de Dios. Debemos pedir lo que se refiere a nuestras necesidades materiales: "Danos cada día nuestro pan cotidiano". Por último, debemos pedir lo que se refiere a nuestras necesidades espirituales: "Perdónanos nuestros pecados... no nos introduzcas en la tentación (no nos pongas a prueba)" Esta última petición equivale a decir: Ten consideración de nuestra debilidad.

Luego Jesús propone dos breves parábolas sobre la oración. La primera, para enseñarnos que nuestra oración debe ser perseverante, aunque parezca no encontrar eco en Dios. La segunda, para enseñarnos que Dios nos concede siempre lo que le pedimos, cuando le pedimos lo que conviene. Lo que es claro es la conclusión: "Si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!". De esta manera, la conclusión coincide con el comienzo, pues el don Espíritu Santo, como hemos dicho, nos concede ser hijos de Dios y, por tanto llamar a Dios "Padre". El Espíritu Santo es el Bien máximo que Dios nos da, pues nos concede que esa relación viva y personal con el Dios vivo y verdadero, en que consiste la oración, sea la de un hijo con su Padre.

Obispo de Santa María de Los Ángeles

"Abre" benefició a 18 familias de la Región

E-mail Compartir

Fueron 18 familias de la Región del Biobío, donde hay niños y jóvenes que se rehabilitan en la Teletón, las que se vieron beneficiadas con el Programa "Abre" del voluntariado de la institución.

La instalación de rampas de acceso de madera y hormigón, barras de sujeción para escaleras, baños y otras habitaciones en las casas fue parte del trabajo que los voluntarios realizaron.

Y es que el objetivo del programa es romper las barreras arquitectónicas que tanto los pacientes como sus cuidadores enfrentan al interior de sus hogares y así potenciar la accesibilidad en los domicilios. "La accesibilidad es un diseño pensado para todos, no sólo en personas con discapacidad, y debe darse en un ambiente seguro, confortable y así promover la autonomía de todos los integrantes de la familia", comentó el Jefe del voluntariado Teletón de Concepción, Marcelo León, quien hizo un llamado a conocer las construcciones accesibles que se pueden realizar en los hogares en www.teleton.cl, sitio donde se pueden descargar tutoriales, con medidas y materiales requeridos para realizar adecuaciones de rampas y barras de apoyo.

Cabe destacar que a nivel nacional fueron más de 500 los voluntarios que trabajaron en casas de 196 niños y jóvenes, en 48 comunas distintas.