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La mujer en la tropa

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Hasta hace una década resultaba extraña e inquietante la sensación que provocaba ver a una mujer vistiendo un uniforme o formando en la Parada Militar y, es justamente esa sensación la que nos impulsa hoy a conocer y saber qué hay detrás de aquel uniforme, que visten tantos hombres del Ejército de Chile y cada día más y más mujeres que voluntariamente se unen a las filas de esta gloriosa institución.

Tradicionalmente la mujer ha estado en la historia del Ejército, y su presencia se remonta a las guerras contra la Confederación Peruano-Boliviana y la Guerra del Pacífico. Hoy el Ejército se encuentra en permanente proceso de modernización y dinámico proceso de transformación, contexto en el cual la innovación en la búsqueda de optimizar la gestión de las personas y de las competencias individuales, no sólo ha apuntado al desarrollo de una nueva estructura de la fuerza, reestructuración de los sistemas de armas e infraestructura militar, sino que también ha buscado crear las condiciones para contribuir al desarrollo de su personal, considerando las aspiraciones profesionales frente a las necesidades institucionales y, en ese ámbito, definir áreas y funciones abiertas en la cual las mujeres podrán participar de forma activa.

La experiencia ha demostrado que el personal femenino se adapta con mucha facilidad a la diversidad de cargos a las que son asignadas, lo que ha permitido crear un ambiente sano y positivo de competitividad en los estudios y formación profesional. Asimismo, con la integración de las mujeres a la tropa, se han ampliado las visiones, pues éstas han aportado nuevas perspectivas, mayor sensibilidad y diversas capacidades y competencias, que han significado un avance en el crecimiento y modernización del Ejército.

Es importante tener en consideración que la mujer ejerce dualidad de funciones al cumplir en su mayoría el rol de madre y a su vez cumplir con roles como comandante en la tropa, estar al mando de personal, con diversos intereses e inquietudes y pensar en la familia, en el hogar y ser capaces de compatibilizar trabajo y familia, es una tarea aun más compleja.

Para muchos, tener la capacidad para enfrentar un grupo de personas y poseer el carácter para liderarlos y mandar es un desafío, que para las mujeres que integramos la tropa resulta aun más grande, pero que al momento de enfrentarlo y sobrellevarlo es una sensación gratificante, donde podemos corroborar que todo sacrificio, trae consigo su recompensa ya que al enfrentarnos en un ambiente dónde históricamente el hombre ha sido el protagonista, es enfrentarse a lo adverso y muchas veces exponerse a la crítica.

A pesar de lo anterior, es evidente que la integración en la tropa de la mujer es algo que forma parte de la institución, no es algo extraño como la mayoría puede pensar. Ser parte de una unidad operativa, en instrucción y constante entrenamiento físico como intelectual, sin dejar nuestra feminidad de lado, contribuye a desarrollarnos profesionalmente.

Sin lugar a dudas que la institución en su labor de integración nuevamente genera espacios de integración, los cuales dicen relación con la probabilidad de integrar a futuro las armas de combate que están en primera línea del campo de batalla.

La música de nuestra vida

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Todas las etapas de nuestra vida tienen música de fondo. Aquella que nos hace confrontar las promesas de la juventud y los desengaños del tiempo. Momentos dulces o amargos, que siempre tienen una melodía que los evoca. Hay escritores que a través de sus relatos nos transmiten la música, nos la cuentan y lo hacen con talento de manera tal que a los lectores, por lo menos a mí, me parece escuchar la música, a través del texto. Es una sensación rara: son los vasos comunicantes entre la literatura y la música.

La periodista Elizabeth Subercaseaux reside en Wallingford, Pennsylvania. Es autora de varios libros y ha sido traducida a diversos idiomas. Leo "La música para Clara" y empiezo a sentir esa conjunción entre el relato escrito y la música. Me parece conocer y oír al músico Robert Schumann y a su esposa la eximia pianista Clara Wieck, dos de los más grandes genios del romanticismo alemán. Es una historia familiar, pues la madre de la escritora era nieta de una de las hijas del matrimonio de músicos. "Romance en Fa mayor" o la "Sonata en Fa sostenido mayor", "Carnaval", "Papillion" y otras obras desfilan por las páginas del libro en un trabajo exhaustivo de investigación realizado por Elizabeth, quien acaba de presentar otro libro "La pasión de Brahms" ahora sobre el músico alemán Johannes Brahms, contemporáneo y amigo de sus tatarabuelos y autor de famosos lieders.

En "Al sur de la frontera, al oeste del sol" de Haruki Murakami (ojo con él puede ser próximo Premio Nobel de Literatura) nos ofrece una experiencia similar. Aficionado al jazz, regentó un bar en Tokio antes de dedicarse a la literatura . Aquí hay una o varias historias de amor, pero también de desencuentros y como telón de fondo el tema Stars Cross Lovers, en la versión de Duke Ellington. Es la historia nos explica de una pareja que se ama, pero que no se encuentra y que escucha precisamente a cada instante este tema que se refiere a ese eterno dilema. Escucharlo (ya no leerlo) eriza los pelos. Kazuo Ishiguro es otro escritor japonés, pero residente en Londres, que escribe con música. Su libro "Nocturnos" recoge cinco historias en todas las cuales se "escuchan" melodías como telón de fondo.

El belga Jacques Brel es autor e intérprete de una canción bellísima "Ne me quittes pas"(No me dejes). Es el lamento de un enamorado que suplica que la amada se quede a su lado, como sea .Es una canción imposible de olvidar.

Entre la música de mi vida está "Vuelvo al sur" el extraordinario tema con letra de Fernando "Pino" Solanas con música del vanguardista Astor Piazolla. Hace justo treinta años entrevisté en Concepción a este músico argentino excepcional, no lo olvido, pues me sobrecogió su sencillez y amabilidad. "Vuelvo al sur "es un poema en toda la línea y la música se pone a su servicio. Vuelvo al sur, como se vuelve siempre al amor, soy del sur como un destino del corazón, te quiero sur. Tiene múltiples versiones, una de las más logradas es la de Roberto "Polaco" Goyeneche.

Otro tema inolvidable "Palabras de Amor" de Joan Manuel Serrat. De belleza absoluta y de otras tantas versiones normalmente a dúo en catalán ,su idioma original y español. Me falta espacio para referirme al más grande, único e inigualable, Frank Sinatra, aunque Tony Bennett puede servirnos de consuelo a su ausencia o a Louis Armstrong y Ella Fitzgerald. Esta última cantando viejas canciones de amor francesas es un deleite para el alma. Están reunidas en "Pour l´ amour de Ella". Casi no se puede creer escuchar esos temas eternos que son" La vida en rosa" y "Las hojas muertas" en la versión de la grandiosa Ella.

Ya no soporto el frío

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Muero con el frío de la tarde de este invierno. Llego al lugar donde vivo y me recibe el frío del cemento. Busco el artefacto metálico que debería procurarme la temperatura que su propaganda dice y que sólo eleva la cuenta de CGE sin procurar el calor, al menos el que yo necesito en esta tarde de julio de 2016.

La noche del 20 de junio empieza el invierno, decía mi abuela Esther, junto con agregar pero pegado a esa frase "los días empiezan a ser más largos", y yo le creía…siempre. Y efectivamente y con tremenda furia, empezó el invierno porque entre la baja temperatura ataca, pone de mal humor, acongoja, obliga a caminar rápido, entre ropa y más ropa que abulta pero que poco calor genera por el plástico que la compone.

Porque hasta los chalecos de hoy no tienen ese calor del tejido con gruesa lana de oveja de antes. Hoy nos cubrimos de capas de tejidos de fibra que solo en parte nos protegen de este frío de pronto abrumador o las usamos por esa coquetería natural de no vernos gordas lo que en mi caso no deja de ser muy cierto.

Pero hoy me tinca que la naturaleza me está atacando como una suerte de venganza, en atención a que la felicidad para mí siempre ha estado asociada al rey Sol, cuyos rayos generan en mi cuerpo y en el alma un sentido de que la vida es bella y vale la pena vivirla porque siempre el mañana será aún mucho mejor. Porque si he pasado tiempo de vida felizmente disfrutada, ha sido bajo el sol de verano en Playa Blanca, abrazando al rey sol, sentada junto a Felipe en el malecón en La Habana; mirando el sol del Lago Puyehue, en la piscina del Casino de Maule, en los camping en el borde del Lago Lanalhue, del Lleulleu; al borde de ese río enérgico y helado, como es río Liquiñe, que rodea el macizo montañoso en Panguipulli. Si hasta el calor que enferma a los santiaguinos me agrada en los veranos en casa de mi hermana.

Soy de sol, amo al sol por sobre toda la naturaleza, el universo, la estratósfera la vida, las flores, las aves, las frutas y demases, y como amo el Sol, tengo en mi cuerpo una coraza de energía acumulada desde los 8 años de edad, desde las largas jornadas playeras en Schwager en que a "zumba de cochayuyo en las piernas" mi madre lograba sacarnos del agua.

Y sentía que ese sol me procuraba la energía que me permitía caminar erguida coquetamente como a los 30, paso firme y altiva a los 40, cual coqueta y radiante a los 50, altiva, dinámica, como en los 60 y más de hoy. Pero parece que el sol acumulado se agotó.

Porque este junio-julio la coraza se fue a la divina cresta porque el 0.3 grados del sábado me aniquiló y no pude, simplemente caminar cual una garza por Talcahuano y Concepción.

Yo declararía vacaciones de invierno para todos los que estamos muertos de frío o bien llegar a un acuerdo internacional, muy ad hoc con la naturaleza. Estaciones ni tan frías ni tan cálidas…así todos felices o de lo contrario. ¡Saquen el frío de aquí, por favor!