Hacia los dominios perdidos
Un viaje a Lautaro, en la Región de la Araucanía, es dirigirse a los afectos de una parte de mi familia, pero también enfilar hacia los dominios perdidos del poeta Jorge Teillier. Al espacio geográfico que colma su imaginario poético y que le inspira su famosa poesía de los lares (de lar, hogar) plena de una romántica melancolía y de la nostalgia por la infancia.
El camino es rápido desde Concepción, Cabrero, Los Angeles, Collipulli, Victoria, Púa, Perquenco, Galvarino hasta al lugar de destino, cruzar el puente sobre el río Cautín y enfilar hacia la piscicultura y al campo escenarios de mi niñez y adolescencia. Otrora llegábamos en tren y la estación era el lugar de encuentro, un constante ir y venir, que ya no existe. Era la ciudad partida por la línea férrea que nos dejara constancia el poeta en Los trenes de la noche.
Jorge Teillier nació el 24 de junio de 1935, justo el día en que Carlos Gardel moría carbonizado en Medellín, detalle que le gustaba recordar y al que le otorgaba una significación especial. Es también la fecha del año nuevo mapuche y la fiesta de San Juan. A los 16 años partió a estudiar al Liceo de Victoria. La casa del molino y la higuera de su padre en Lautaro empezaba a quedar atrás, aquella" en cuyo techo se reunía el congreso de gorriones" Luego sus estudios en el Pedagógico de la Universidad de Chile en Santiago y una vida intensa de literatura, amores, amistades, alcohol y el recuerdo de un mundo que se deshacía en la memoria.
Los lautarinos comentaban respecto al vate que transitaba por las tranquilas calles. En el pueblo/ donde algunos me conocen/como el poeta cuyo nombre suele aparecer en los diarios/paseo por la calle Comercio. Era el mismo Lautaro que yo recorría, sólo que en esa época no me interesaba la poesía, por lo tanto no le di la importancia que tiene hoy cuando con sus mismas palabras puedo evocar esa pequeña ciudad de la frontera, a la que todavía vuelvo. Hace justo veinte años que Teiller nos dejó. Murió el 22 de abril de 1996 y sus restos descansan en La Ligua. Una vida relativamente breve, pero con un legado poético cada vez más reconocido e inspirador a las nuevas generaciones de poetas y cineastas. Una película chilena recién premiada en Amsterdam se titula como uno de sus versos "El viento sabe que vuelvo a casa".
En Lautaro perdura la casa natal, mientras que el principal centro cultural frente a la plaza lleva su nombre. Una vuelta por sus calles me permite" jugar con los recuerdos a la gallina ciega". Un viaje veraniego rápido, pero intenso, porque "no importa que los días felices sean breves, como el viaje de una estrella desprendida del cielo". Es mi vuelta al sur mítico de la infancia, como él lo poetizara, y que en parte fue también el mío.