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"Dejar de ser hipócrita con las infancias diversas ayuda a no criar en machismo"

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"Las mujeres reales son muy distintas de las que se han construido en los cuentos tradicionales, sobre todo los más clásicos, que retoma Disney, como Blancanieves, la Bella y la Bestia, la Bella Durmiente. Se han hecho algunos intentos por cambiar estos modelos, pero hay cosas que no se rompen: allí las mujeres son rivales o simplemente no hay empatía entre ellas, siempre necesitan ser rescatadas por el príncipe y también hay un aspecto estético que no se modifica, porque las princesas usan vestidos, son perfectas en sus curvas, en su pelo y en su rostro".

Así lo afirma la periodista y escritora argentina Nadia Fink, autora de la colección "Antiprincesas" (Editorial Chirimbote), y fuerte detractora de los tradicionales roles de las princesas en la cultura infantil.

Sin embargo, agrega que "hoy hay princesas que rompen un poco eso de 'estarse quietas'. Un buen ejemplo es Mérida, de la película 'Valiente' (2012)". Y más de algo tiene en común con el personaje de ficción, porque además de los rizos colorines y los ojos celestes, Fink no muestra temor al dar a conocer su opinión, en este caso en materia de equidad de género.

Tanto así, que en 2015 lanzó, junto al ilustrador Pitu Saa y diseñador Martín Azcurra, "Frida Kahlo", el primer libro de la colección a la que posteriormente se le unieron otras tres "antiprincesas": Violeta Parra, Juana Azurduy y Clarice Lispector; y los "Antihéroes" Julio Cortázar y Eduardo Galeano.

"Estos dos personajes han abierto la posibilidad de pensar diferente sobre los superhéroes, que son el modelo masculino de infancia, con superpoderes y valientes, pero que son valientes justamente porque tienen superpoderes. Lo que tratamos de proponer es hombres que son valientes porque superan miedos, cuyo poder es la palabra, el juego", plantea, adelantando que con su equipo tienen planes de agregar más personales: Gilda como antiprincesa y el Che Guevara como el próximo antihéroe.

Dar oportunidades

La visita de Nadia Fink a Concepción se efectuó en el marco de una actividad organizada por Sernam Biobío con equipos que trabajan con menores para abordar la erradicación de estereotipos rígidos de género (ver recuadro).

Ante esto, la escritora enfatiza en la urgencia de romper los estereotipos de género, "como esto de que a las feministas se les diga feminazi. Se habla tanto sobre la igualdad entre el hombre y la mujer, cuando en realidad aún estamos muy lejos".

Es por lo anterior que comenzar desde pequeños sería clave. Junto a esto, exponer los casos de violencia de género ayudaría a mostrar una realidad que necesita ser discutida y abordada de manera concreta.

"Me parece que donde hay un avance es en la sensibilización o visibilización de casos de femicidios o femicidios frustrados, como el de Nabila Rifo, porque dejan de quedar dentro del ámbito privado, pero de todas maneras creo que los avances en género son complejos de dimensionar porque a veces hay leyes que cuesta que se cumplan", afirma.

Pero generar cambios de consciencia no es tarea fácil, ya que ni siquiera el sistema educacional sería la respuesta.

Según explicó Fink "las salas de clases también han sido un vehículo para el machismo o las diferencias de género. Desde el jardín infantil está la diferencia entre el rosa o el azul, o hay rincones de autitos y otro de la casita, o en las clases de educación física los niños juegan al fútbol y las niñas hacen esquemas de gimnasia".

Dar oportunidades a la infancia es parte del llamado de la autora de "Antiprincesas". "Recuerdo que una maestra de jardín una vez me dijo 'las niñas son más quietecitas'. Bueno, pero es que si una niña desde que nace se le viste de rosa, con vestiditos, se les sobreprotege y se les dice que no se ensucien, claro que a los cinco años va a ser más 'quietecita' que un niño. Ahí Frida podría ser un buen m0delo, al contar que se vestía de hombre para ocultar su pierna renga, para desafiar a su madre y para jugar un poco con la sociedad. Dejar de ser hipócrita con las infancias diversas es un paso enorme para ayudar a no criar en machismo. Hay que entender que hay niñas que nacen queriendo ser princesas, así como a otras les gusta jugar fútbol o trepar un árbol, y que son las más", asevera.

Caso argentino

Los temas de género están dando de qué hablar en los distintos países de Latinoamérica. Sobre los femicidios, Fink detalla que en Argentina muere una mujer casi por día y medio, "lo que es altísimo. Es un tema que preocupa porque está en todas partes".

"Es muy impactante la resistencia de ciertas conductas que incluso no se cuestionaban hasta poco tiempo, por ejemplo, dentro de los sindicatos, donde el liderazgo es muy machista. Hay mucho por hacer para terminar con las inequidades", asegura.

Uno de los espacios argentinos que la escritora destaca es el Encuentro Nacional de Mujeres, que ya tiene 30 años y consiste en reuniones donde se discuten temas de género y se analizan las diferentes problemáticas.

A lo mencionado se suman otros ejemplos, como las abuelas de la Plaza de Mayo, o la segunda marcha de Ni Una Menos, con una convocatoria insospechada.

"La tarea que tiene pendiente Latinoamérica es muy importante, porque es cambiar la forma de pensar. La colección la hicimos pensando en el continente, porque creemos que la lucha tiene que ser de todos", plantea.