"Alicia a través del espejo": ¿para qué ver esta película?
Se nota que la dirección no estuvo a cargo de Tim Burton. Para embarcarse en el proyecto de "Alicia a través del espejo", cedió el sillón a James Bobin.
Desde esta perspectiva, expone a los personajes de esta fantasía, basada en la obra del escritor inglés Lewis Carroll (1832-1898); a una seguidilla de estaciones/postas por superar. El contenido dramático de la primera entrega ("Alicia en el país de las maravillas", 2010) se torna en una mera aventura física fundada en la acción de una aguerrida Alicia.
Algo de aquella chica emancipada queda, anotémoslo. Sin embargo, su discurso se funda en lugares comunes, que apelan a los valores tan requeridos por Disney. El básico, la familia, que en la versión anterior estaba planteado como un cuadro disfuncional, a partir del actuar de alguien que no es de su tiempo (Alicia tienen acá 19 años); queda planteado acá como la anécdota que protagoniza una mujer "más grande". Ella, por supuesto, asume el peligro desde la primera escena.
La historia nos pone frente a una mujer/capitán, Alicia, quien en casa de Lord Ascott, se encuentra con Absolem/mariposa. La recepción de Ascott -pretendiente de la joven hace tres años- no es tema para ella. Su deseo es hablar de negocios: los que se pueden establecer con China.
En el momento en que Alicia, enfrentada a una ingrata verdad familiar, huye de la fiesta, orienta sus pasos al fantástico mundo de Infratierra. A esta realidad paralela accede a través de un espejo de la casa Ascott, para encontrarse con sus viejos conocidos: el Conejo Blanco, el Gato Sonriente, Mirana la Reina Blanca y el Sombrerero Loco. Lamentablemente, éste, interpretado por un deslavado Johnny Depp, está pasando por una grave depresión. Dramas familiares pasados que no se han solucionado.
Es así que Alicia va al encuentro del Tiempo, criatura con algo de humano, quien está a cargo de la cromosfera (aparato que permite manejar la temporalidad). Tenerlo hará que Alicia solucione el drama de su amigo y, bueno, de los otros también.
INNECESARIA IMAGINERÍA
¿Cuál es el sentido de esta secuela? es la pregunta que se plantea, luego de estos largos 113 minutos de metraje.
Convengamos que la pasada realización de Burton, proyectada en un lisérgico ambiente fantástico, amarraba bien el sentido de contexto en el relato. Forma y fondo sintonizaban en torno a una aventura, que corría la protagonista a partir de su propia "rebeldía". Es allí, donde estaba la marca Burton, en el perfil de un ser humano -Alicia- que no se sentía parte de una realidad, la suya: por eso la opción del mundo paralelo. Allí, en ese ambiente irreal, le fue posible encontrarse.
Sin embargo, en esta ocasión cada una de las partes -roles y efectos- están ahí para cumplir con el contrato. O sea, se trata de una producción que expone toda su imaginería como un fin y no como un medio para desarrollar una película. Vista así, la historia se transforma en un argumento donde la lógica de la acción está dada por el acto. Es decir, todo lo que debe hacer Alicia para solucionarle los dramas al resto. El problema es que la suma de las situaciones se le escapa de las manos a Bobin. Se conforma con lo básico, elementos que puede encontrar en el menú de la postproducción.