Una idea cuya condición primaria y esencial tenía que ver con generar un impacto social se ha ido haciendo realidad y convirtiendo en un proyecto exitoso con grandes proyecciones comerciales también. Pero quizá lo más notable es que nació de la inteligencia de una joven mujer penquista, Margaret Lengerich Ulloa.
Nunca se dejó estar e insistió en escalar en sus conocimientos hasta que llegó a un centro de estudios importante donde comenzó a escribir su historia como los grandes inventores de antaño.
"Lo que me motivó es que fuera una innovación que generara un impacto social, que protegiera la salud de las personas, que se relacionara con la ingeniería y que fuera una buena oportunidad de negocio", describe Margaret, quien se tituló de ingeniera civil industrial de la Universidad del Desarrollo en el año 2007.
Postuló tres veces a Becas Chile; la obtuvo y partió a estudiar un Magister en Ciencias en Gestión de la Innovación y Emprendimiento en Brown University en Boston, Estados Unidos. Allí destacó pronto, aprendió diversas metodologías que le permitirían llevar a cabo estas ideas aplicando modelos concretos.
Subió cada peldaño hasta desarrollar en el país del norte un sistema que purifica el consumo humano de bajo costo, una innovación ya galardonada en algunas instancias como el premio Innovadores Menores de 35 Chile 2016 de MIT Technology Review, que recibió este mes.
Se trata de un sistema de tratamiento de agua que remueve el arsénico, el plomo, aluminio, uranio y mercurio, entre otros contaminantes naturalmente presente en el suelo y que al entrar en contacto con el agua se liberan y son altamente nocivos para los humanos ya sea en forma directa al consumir aguas no tratadas o indirectamente, al consumir productos agrícolas regados con esta agua, afectando de manera silenciosa a millones de personas en todos los rincones del mundo, generando desde problemas neurológicos hasta cáncer .
Después de construir y probar varios prototipos, Margaret, detalla que básicamente es un estanque de 155 litros donde entra el agua que se mezcla con unas partículas de un "medio filtrante" a las cuales se adhiere el arsénico y los demás contaminantes a través de una reacción química. Luego las partículas de este
"medio filtrante" con el arsénico absorbido, son capturadas en un filtro estándar y de bajo costo. Estas partículas de medio filtrante están siendo generadas continuamente dentro del sistema por unos 5 años sin requerir recambio del medio filtrante. Los productos de la competencia requieren recambio de filtro frecuentemente cada 6 a 12 meses, además de un pre tratamiento del agua para poder remover ambos tipos de arsénico presentes en el agua.
Evidentemente, esto reduce el costo factor que los hace accesible a mucho más personas o comunidades.
"Además de lo limpio del proceso y sus resultados, la gran ventaja respecto de otras soluciones similares es que tiene costos operacionales significativamente menores, del orden de 10 veces más baratas", explica su hermana Constanza, cofundadora de la empresa HMSolution, dueña del este desarrollo tecnológico, creada en 2014.
Margaret Lengerich estima que al año 2019 su innovación permitirá proteger alrededor de 250.000 personas al año de beber agua con arsénico u otro de los 16 contaminantes que nuestra tecnología remueve.
Lengerich cuenta que han fabricado 3 prototipos y escalaron desde un sistema de 1.9 litros por minuto a 19 litros por minuto, 10 veces la capacidad de tratamiento de agua. "Estamos prontos a instalar nuestro primer piloto en un colegio en Harvard, una zona rural en Massachusetts (EE.UU.) que utiliza pozos contaminados con arsénico para validar la tecnología en un ambiente real y obtener una certificación de ese estado norteamericano".
Más adelante, y con más capacidad de procesamiento, se podrá dar servicio a comunidades más grandes. Calcula que para 3.000 habitantes necesitarían cuatro tanques de unos 2.800 litros, con una capacidad de procesamiento de 15 litros por segundo.
El equipo se puede instalar en casas con pozos privados, hoteles, colegios, empresas de bebestible, viñas y sanitarias, entre otros.
En el caso del producto para las sanitarias les generaría ahorros cercanos 50% del costo total, es decir, nuestros costos son por lo menos la mitad de los costos totales utilizando los productos de la competencia. En Chile no tener un sistema de tratamiento no está permitido porque la regulación no permite distribuir agua con arsénico o plomo a las personas. Tienen que tener un tratamiento. En el caso de las casas se instalaría después de la bomba de pozo para tratar el agua de toda la casa. Este caso es menos frecuente en Chile, pero en Estados Unidos la demanda de sistemas de tratamiento para pozos privados es alta. Esta invención está patentada en Estados Unidos.
Hasta ahora el proyecto se financió con aportes de los fundadores y directores, subsidios, premios y, con la primera venta que se concretó en enero de este año.
Entre esos aportes cuentan US$40 mil adjudicados en el programa Start-Up Chile más los US$ 25.000 aportados por VentureWell, organización sin fines de lucro que apoya a estudiantes innovadores en Estados Unidos, les ha permitido testear la tecnología tras la instalación del primer piloto en Estados Unidos, para probar el producto en condiciones reales y después traerlo a Chile.