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Probidad y enseñanza de la ética

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El actual estado de cosas en Chile ha estado intervenido por síntomas cuyas raíces se entroncan con conflictos de carácter ético y conductas morales, es decir, remiten a la probidad a la que debieran estar sometidas las personas del servicio tanto público como privado. Ahora bien, si entendemos por probidad a aquellas acciones que remiten a la honestidad y rectitud, por cierto que es cuestionable si ésta es aplicable a quienes han sido mencionados por los medios de comunicación y están siendo juzgados por tribunales, como miembros de la Anfp, Fuerzas Armadas, empresarios y políticos, entre otros.

El argumento de defensa que en general se ha esgrimido es que sus acciones han estado dentro de lo que la ley permite, lo que nos lleva a otro tema: ¿Todo lo que es legalmente aceptado es éticamente correcto? Por Ética entendemos aquella rama de la Filosofía que tiene como objeto de estudio el acto moral, es decir, el universo de las decisiones de orden individual. Estas decisiones se fundan en la libertad como condición necesaria, aunque no suficiente, para que adquieran este carácter de moralidad. De lo anterior podemos concluir que una acción moral, es decir libre, puede no necesariamente ser consistente con una acción legalmente correcta, en la medida en que muchas veces el "espíritu de la ley" es lo que posibilita actuar al filo de ésta, pero no sobre ésta.

En este punto nos preguntamos, desde la Academia, si es posible enseñar Ética. Por cierto que como asignatura está presente en las mallas, eso sí cada vez con menor incidencia y con una carga horaria mínima, por lo que, dada su ínfima incidencia curricular, una formación integral no pasa necesariamente por más horas de Ética, sino por la articulación coherente entre los miembros de una comunidad académica de un discurso homogéneo, aunque no por eso ausente de matices e interpretaciones, respecto de lo que pretendemos como alumno egresado y futuro profesional.

Al respecto, no podemos olvidar que la primera y fundante enseñanza de la ética proviene de la familia y de la escuela, en tanto son agentes socializadores primarios, por lo que es posible que no exista en nuestros alumnos una articulación lógica entre lo aprendido y lo por aprender.

La principal y esencial fuente de enseñanza de la probidad es ser probo; la fundamental entrega de pautas de conductas moralmente buenas, es ser consistente con lo que se enseña y actuar en el horizonte de lo éticamente correcto; no hay mejor escuela que el ejemplo, el hábito y la prudencia. A mayor teoría ética no hay necesariamente mayor comportamiento ético, sin embargo, una disciplina que ponga en cuestión las acciones y actuaciones de quienes toman las responsabilidades debe llevar a los alumnos a reflexionar sobre aquello que consideramos correcto y lo que no lo es.

Desde la Ética se entregan fundamentos teóricos que no tienen sino por finalidad ser soportes para una adecuada reflexión sobre lo que ocurre, pero por sobre todo, de reflexionar sobre sus propias acciones, única manera de revisar si las decisiones que han tomado son consistentes con sus propios principios.