Cuando la inocencia toma forma de balón
Fría mañana de sábado en el polideportivo de la Unab, el reloj marca las 11 de la mañana y Ian Mac Niven llama a los abrigados padres para charlar con ellos en la cancha sintética mientras cerca de treinta ansiosos niños entre 5 y 12 años sólo quieren tocar el balón. Es el lanzamiento oficial de la escuela de fútbol de Universidad Católica filial Talcahuano, la primera en la Región del Biobío y tras unos minutos, los pequeños se desparraman, se arman dos grupos por edades y se inicia el trabajo a cargo de los profesores.
Ya instalados en las galerías, los papás observan atentos la primera clase incluso más nerviosos que sus propios hijos, expectantes de verlos en sus primeros minutos vestidos de corto junto a ex futbolistas profesionales como Mac Niven y Fernando Pérez.
"Me enteré de la escuela de la UC por volantes que andaban repartiendo en el colegio de mis hijos, así que decidimos inscribirlos. Es curioso porque nuestra familia no es futbolera, pero a ellos les encanta y esta es una oportunidad de que disfruten y vivan esta experiencia, especialmente con personas que saben de fútbol porque fueron profesionales", cuenta Liliana Machuca, mientras no pierde de vista a sus pequeños, Renato (5) y Sergio Galaz (9), quienes trabajan en grupos diferenciados por un tema de edad. "Nuestro deseo es que acá puedan asimilar y aprender valores tanto en la victoria como en la derrota. Es parte del aprendizaje de vida", añade.
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"¿Cómo estás, Rafita?", le pregunta Daniel Mella a su pequeño hijo de 5 años mientras le pasa una botella de agua. "Bien, pero quiero jugar un partido", le responde ansioso su hijo que viste la camiseta del Inter de Milan.
"Un compañero de curso de Rafita pasó el dato de la escuela así que un grupito de cuatro se inscribió. Así es más fácil para él también adaptarse rápido porque está con sus amigos", cuenta su progenitor.
Nuevo bloque de trabajo y se cumple el deseo. "¡Partido!, ¡partido!", gritan impacientes los más pequeños que se colocan petos de colores para armar los equipos mientras Mac Niven y Pérez instalan los arcos.
Comienzan a llegar los goles y los niños que anotan celebran como si fueran campeones. Mac Niven se integra al grupo y les pide que todos se abracen. Es la esencia de la escuela: unión y valores.
"Acá no pretendemos cambiarles la vida ni mucho menos, sino potenciar los valores que vienen desde sus hogares a través del deporte y, en particular, del fútbol", precisa el ex jugador de Universidad Católica y de la selección nacional.
"Si bien se persigue un fin recreativo, también es cierto que si aparece algún niño con talento, no dudaremos en llevarlo a Universidad Católica. La idea primero es consolidar la escuela y despues, quizás antes que termine el año, comenzar a jugar partidos para que los niños se acostumbren también a la competitividad, que es una faceta que forma parte de la vida en todo aspecto", añade.
La escuela contempla categorías de 5 a 16 años y un staff que cuenta con ex alumnos de la Unab titulados de las carreras de Kinesiología y Educación Física.
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