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Dieta equilibrada mantiene fuerte al sistema inmunológico

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Existe un vínculo muy estrecho entre la alimentación y la salud y cada vez se descubren más relaciones entre el funcionamiento del cuerpo humano y cada uno de los nutrientes que son recibidos a través de la dieta; tanto macro como micro nutrientes (proteínas, lípidos e hidratos de carbono para el primer grupo, y vitaminas y sales minerales para el segundo).

Así lo asevera Elizabeth Venegas, coordinadora académica de Nutrición y Dietética de la Universidad del Desarrollo, quien explica que "todo el sistema metabólico, con todas las reacciones biológicas que ocurren en cada célula del organismo, son sustentadas por los nutrientes, por lo que cualquier deficiencia genera un desequilibrio y conduce, a lo menos a signos y síntomas muchas veces indeseables, como piel seca o pelo y uñas quebradizas. Cuando ya es más avanzado pueden aparecer dificultades en la visión, en la coagulación sanguínea, gastritis, anemia, fatiga, dolores articulares y de cabeza, y dificultades en el sistema nervioso".

El sistema inmune no es ajeno a esto, siendo la mala alimentación uno de los factores que tienden a debilitarlo. Esto, sumado al estrés de la vida diaria y las condiciones climáticas propias de la temporada otoño-invierno (lluvia, frío, humedad y exposición constante a cambios de temperatura) y la mayor propagación de virus y bacterias, se transforman en la ecuación ideal para el aumento de enfermedades; sobre todo respiratorias.

APORTE SUFICIENTE

Es así que utilizar el factor nutricional como un aliado para reforzar las defensas es una buena idea. Marcelo Fernández, presidente del Colegio de Nutricionistas filial Concepción, afirma que la clave está en llevar una dieta lo más diversa posible, la que debe aportar una cantidad suficiente, equilibrada y adecuada de nutrientes, lo que se sustenta en el concepto de sinergia. "Entre menos variada sea tu alimentación habrá más déficit de nutrientes que con el tiempo se transformarán en deficiencias nutricionales notorias que pudieran manifestarse, por ejemplo, en una frecuencia mayor y recurrente de episodios de enfermedades respiratorias como un simple resfrío o enfermedades digestivas como diarreas", sostiene el también secretaria académico de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello.

Desde allí, asegura que es fundamental que los diversos nutrientes vengan de los propios alimentos: "se ha comprobado que sus efectos están asegurados cuando están contenidos en su propia matriz, es decir, en el alimento per se junto a los demás componentes químicos de ese alimento; es así como se potencian. Por ejemplo, aislar un antioxidante de algún alimento y administrarlo vía oral a través de un suplemento no ejerce de manera óptima ni potente su real efecto".

TENER EN CUENTA

Si bien el profesional sostiene que es imposible atribuir una característica a un nutriente en particular sin la participación de otros, comenta que desde el punto de vista inmunológico, por ejemplo, es fundamental que en la dieta se incluyan alimentos que provean proteínas, sobre todo aquellas que contienen aminoácidos esenciales, es decir que sólo se obtiene mediante la alimentación. Esto, dice, permitirá que el organismo destine parte de estos nutrientes en la formación de anticuerpos e inmunoglobinas, las que son necesarias para enfrentar cualquier ataque de organismos extraños a nuestro cuerpo. "Paralelamente, los probióticos también juegan un papel importante en la respuesta inmunológica a nivel digestivo, éstos son organismos vivos que forman parte de nuestra microbiota normal evitando la colonización de nuestro sistema digestivo de otros microorganismos patógenos. En general podemos obtener los probióticos a través del consumo de algunos productos lácteos", puntualiza.

En ese sentido, Silvana Saavedra, secretaria de estudios de la carrera de Nutrición y Dietética de la Universidad del Pacífico, aconseja consumir ajo y cebolla. El primero dado que tiene factores antibacterianos y aumenta las defensas del sistema inmune; la segunda, en tanto, alivia los síntomas de las enfermedades respiratorias.

"Las vitaminas A, E, B y C son también aliadas imprescindibles para mejorar las defensas, gracias a sus propiedades y funciones de protección de las células respiratorias", agrega. Ejemplos de alimentos ricos en vitamina A son algunas frutas y verduras de color rojo, como el tomate, la betarraga, las fresas y cerezas; también vegetales verdes como la espinaca o la lechuga, y otros como la zanahoria y el zapallo. En cuando a la vitamina E menciona al aceite de oliva, girasol o soja; frutos secos, cereales, germen de trigo, espárragos y hortalizas de hojas vedes. Entre los del complejo de la vitamina B, en tanto, destaca al pescado, huevos y legumbres, así como también cereales, productos lácteos, carne e hígado, entre otros. Por otro lado, los cítricos y algunas verduras como brócoli, pimiento y papas contienen vitamina C.

Manifiesta que las setas y hongos son también bienvenidos, y que mantener al organismo hidratado también ayuda al sistema inmune, aconsejando consumir al menos dos litros diarios de agua.

PREPARACIONES CÁLIDAS

La nutricionista afirma que otra recomendación es reducir el consumo de grasas, pues existirían estudios que demuestran que éstas restringen la capacidad de respuesta del sistema inmunológico, favoreciendo el contagio de enfermedades.

En ese sentido, un punto a considerar sobre la alimentación durante la época más fría del año, es que hay muchos que tienden a optar por alimentos y preparaciones altamente calóricas como los picarones y sopaipillas. Sin embargo, Elizabeth Venegas recalca que se trata de productos cuyo consumo facilita la reserva de grasa corporal, incidiendo en un aumento de los índices de sobrepeso.

Por eso llama a no olvidar que durante los meses invernales el ingreso de calorías debe ser igual que en tiempos de calor y dependen del estado nutricional, edad, sexo y estatura del individuo. Entonces, siempre considerando los gustos de cada uno, cree que lo que conviene es preferir preparaciones calientes con baja densidad calórica como las sopas, caldos, guisos y caldillos para acompañar el resto de las preparaciones, sin dejar de lados las frutas y verduras. "Tampoco hay que olvidar que la actividad física diaria permite mantener el tejido muscular activo y estimula la circulación sanguínea, lo que ayuda a mejorar la percepción térmica y a enfrentar de mejor forma los días fríos", concluye.