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El estancamiento de la agenda regional

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El fortalecimiento de las regiones es un tema que se supone debía tomar la agenda en este período a nivel nacional. No obstante, los distintos episodios que están remeciendo el mundo político, sumado a una peculiar priorización legislativa por parte del Gobierno, han terminado eclipsando esta y otras temáticas de vital interés para el desarrollo del país.

Ante la inminente necesidad de potenciar las regiones en nuestro país, se han planteado diferentes iniciativas que buscan impulsar la descentralización, ya sea al otorgar mayor autonomía a estas administraciones o reimpulsando su economía interna. De una u otra forma, tanto en el Congreso como en los Gobiernos Regionales -sin olvidar las propias organizaciones regionales que han liderado el movimiento descentralizador- se han intentado promover agendas descentralizadoras y de desarrollo regional que, sin embargo, hasta el momento no se han traducido en cursos de acción tangibles que fortalezcan a las regiones.

Por ejemplo, en el caso del Biobío, la última Estrategia Regional de Desarrollo (ERD) fue aprobada por el Consejo Regional en agosto de 2015, y tiene por fin ser la carta de navegación para la región hasta el año 2030. Si bien este documento tiene el objetivo de determinar las directrices y orientar las líneas de acción a seguir durante el período que abarca, es necesario que esta estrategia dé un paso más allá y no quede sólo en un documento plausible, lo que necesariamente debe llevar consigo un "aterrizaje" de las medidas contenidas en este y, por sobre todo, un fuerte proceso de accountability. Para esto, es inexorable que se transparenten lo máximo posible los resultados obtenidos con la anterior ERD, que comprendía el período 2008-2015, con el fin de corregir los errores que se pudieran haber cometido y mejorar la puesta en marcha de las líneas de acción contenidas en dicho documento.

Si algo hemos aprendido en el último tiempo es que los buenos diagnósticos son sumamente necesarios, pero no suficientes para lograr los cambios deseados. En esta medida, la Estrategia Regional de Desarrollo es un buen elemento primario de aproximación a las temáticas consideradas importantes para cada región, y que puede guiar la posterior implementación de políticas públicas; sin embargo, dicha relevancia será estéril si no somos capaces de concretar con coherencia y proactividad su contenido.

De esta forma, sería un buen primer paso que la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere), dependiente del Ministerio del Interior, al menos actualizara el documento que presenta como "vigente" para la región del Biobío en su página web, ya que a ocho meses de haber sido aprobada la ERD 2015-2030, aún figura el documento anterior. Un detalle que puede parecer mínimo, pero que a fin de cuentas grafica el nivel de seguimiento y compromiso que se tiene con esta materia.

El diagnóstico es claro: las regiones necesitan experimentar un reimpulso, y para eso es tiempo de que la descentralización se tome la agenda del Gobierno, pero también la de las administraciones regionales y locales, ya que son estas las llamadas a llevar adelante y concretar las planificaciones estratégicas, para lo cual debemos comenzar por aterrizar el debate.

Los desafíos para la Subsecretaría de Redes Asistenciales

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La Subsecretaría de Redes Asistenciales se enfrenta al gran desafío de poder cumplir su misión a cabalidad, cual es asegurar la atención de salud en todos los puntos de la red del sistema público, compuesta por más de 180 hospitales, además de Centros de Diagnóstico, Cesfam, consultorios urbanos y rurales.

Esta misión, sin embargo, está en crisis. Primero, debido a la falta de especialistas, no tan sólo de médicos, sino que de profesionales de la salud de distinto nivel como nutricionistas, tecnólogos médicos, enfermeras, matronas o terapeutas ocupacionales.

Lo cierto es que el sistema público de salud tiene en el modelo privado su más firme competidor en la captación de capital humano de calidad.

¿Existe alguna ventaja competitiva por la que un médico especialista quisiera ingresar al sistema público de salud? La respuesta es sí, y está fundada en la posibilidad que ofrece el sector público en materia de investigación, casuística, densidad de las patologías y en la participación en la frontera del conocimiento. Un espacio de desarrollo profesional con el cual las clínicas difícilmente pueden competir con los hospitales públicos.

En segundo término, está la deuda hospitalaria del sistema público que se estima en $325 mil millones. Se ha instalado en la opinión pública que la deuda hospitalaria es producto de problemas de gestión, lo cual no es real. El punto es que el sistema de financiamiento ha sido a través del pago por servicio o de prestaciones paquetizadas de salud, todas la cuales han sido cotizadas por debajo de sus verdaderos costos. Al no poder incorporar FONASA los reales precios de las prestaciones de salud, se ha ido generando una brecha económica en aumento exponencial.

Finalmente, un tercer factor es la presión por incorporar tecnología de punta existente en el sector privado, como equipos de imágenes o equipamiento para cirugías, con el fin de que los recintos hospitalarios también entreguen prestaciones del más alto nivel.

El tema no es fácil, pero el diagnóstico está hecho: Se requiere un aumento de presupuesto en salud. A solo dos años de finalizar este periodo presidencial, la Subsecretaria de Redes Asistenciales, Gisela Alarcón, debe estar tomando importantes decisiones en esta materia, cuyos primeros frutos -lo más probable - se verán reflejados post 2018, como una política pública de largo plazo en beneficio de todos los chilenos usuarios de nuestro sistema público de salud.

Ser adulto mayor en Chile

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Ser adulto mayor no es fácil en ninguna parte y, menos aun, en Chile. Los años no pasan en vano y el cuerpo ya no responde como antaño. Pero, hay agravantes. En un ambiente donde la delincuencia gana cada vez más espacios, la fragilidad de un adulto mayor queda doblemente expuesta. Requieren, por ello, de medidas extraordinarias para proteger sus bienes, su integridad física y, aun, su propia vida, y esas medidas tardan en llegar o no llegan nunca. Las plazas y lugares de esparcimiento al aire libre, que son los preferidos por los adultos mayores para encontrarse y socializar con sus iguales, suelen ser inhóspitas, desaseadas y llenas de inconvenientes: bancos en mal estado, baldosas partidas, ruidos molestos, jóvenes que se desplazan en skate sembrando el terror entre los que se atreven a llegar a esas plazas, etc.

Pero la razón fundamental de por qué en Chile es difícil ser adulto mayor brota del hecho de que éstos, en proporción, son muchos. Chile se ha tornado en un país de gente mayor, cuando hasta no hace tanto lo éramos de juventud. La composición demográfica ha cambiado de manera drástica en los últimos cincuenta años y la conclusión es implacable: hoy hay menos jóvenes para sostener un número creciente de personas mayores. Es cierto que algo de este fenómeno se debe a los progresos de la medicina que ha permitido extender las expectativas de vida. Pero, la explicación de fondo es otra. Cada uno puede tener la opinión que quiera acerca de las campañas que incentivan el empleo de preservativos y de anticonceptivos de modo de poder disfrutar de la sexualidad sin el "riesgo" de traer un nuevo niño al mundo. Los hechos, con todo, no dejan espacio para la discusión. El éxito que han tenido esas campañas se refleja en la caída vertiginosa de los nacimientos. Ellas han sido impulsadas por el poder político y aceptadas por la población en la ingenua creencia de que, disminuyendo la prole, iba a mejorar sus condiciones de vida. Hoy, ya está a la vista que las consecuencias son prácticamente las contrarias. Muchos de los que ayer practicaron desaprensivamente esta política y auto limitaron su propia capacidad de procreación se encuentran ahora entre los veteranos que no tienen a quien recurrir para apoyarse en los últimos años de sus vidas. Y, en vez de traer la paz al interior de los hogares, tales campañas se convirtieron en un estímulo para el enfrentamiento al interior de las parejas que, en muchos casos, ha terminado con la muerte de alguno de sus miembros. En especial, mujeres.

Ahora, enfrentemos la realidad: ¿cómo equilibrar una población juvenil cada vez más menguada con una población de adultos mayores cada vez más extensa? La respuesta no se ha hecho esperar: disminuyamos el número de éstos últimos. Es entonces cuando se aprecia a la eutanasia como un medio altamente eficaz para conseguir este fin: acuérdate viejito que tienes derecho a una "muerte digna".

Ciertamente es un triste epílogo para campañas que, en su momento, ofrecieron a la juventud un futuro dorado y lleno de expectativas.