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"Hay que ser un real aporte y estar dónde esté la necesidad"

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Cada año los directivos de los distintos programas de Aldeas Infantiles SOS en Chile se dan cita en un encuentro para revisar cuál es el trabajo que han realizado, evaluar cómo lo han hecho y fijarse las metas del periodo que se avecina. "La idea es siempre ir buscando nuevas fórmulas que nos permitan mejorar el servicio", afirma Juan Pablo Orlandini, director nacional de esta ONG internacional.

Es que en una organización que trabaja por y para la infancia, acogiéndola y protegiéndola, es fundamental mantener los estándares de calidad, pues saben que lo que están cuidando es lo más preciado del mundo, el futuro de la humanidad.

Esta tarea fue la que enamoró a Orlandini, que con ocho meses en su actual cargo, se había desempeñado durante dos años como presidente del Directorio de una institución con la que inició una relación hace cinco años, aproximadamente. "Aldeas es una obra maravillosa, porque no sólo se trata de recibir a los niños, sino que de acogerlos y salvarlos, estar con ellos y darles herramientas para la vida, para que puedan continuar solos después", manifiesta.

ENFRENTAR LOS DESAFÍOS

Una de las características del modelo de intervención integral de esta ONG es que con mamás sociales que viven junto a un grupo de niños, niñas y adolescentes en cada residencia, el objetivo es darle calor de hogar a los pequeños, formar una familia de la que se sientan parte. Varias residencias componen una aldea.

Y si bien esta manera de acoger es una que no ha cambiado desde que Aldeas Infantiles SOS se creó en Austria, en 1949, en el periodo posguerra, sí lo han hecho la sociedad y las carencias que aquejan a la infancia, por lo que la necesidad de ir evolucionando es constante. De esta realidad Chile no está ajeno y, de hecho, la reunión de directivos de 2016 se realizó en el marco de un hito trascendental y que no sólo implica hablar de logros, sino que también de desafíos: cinco décadas de presencia de la organización en el país.

"Los niños de hace cincuenta años no son los mismos de hoy en día. Aldeas nace por los niños huérfanos y abandonados después de la guerra, por una realidad de extrema pobreza; pero hoy la problemática no es tanto la pobreza como sí lo es la enorme vulneración de los niños de hoy que sí tienen padres. Hay que ser un real aporte y estar donde esté la necesidad", sostiene.

-Por un lado, antes estaba la mirada de que el niño llegaba a la aldea y estaba allí hasta que era adulto. Hoy la idea es que entre, se haga un trabajo de resiliencia, trabajando paralelamente en la revinculación con su familia de origen, para que el paso por la institución sea lo más corto posible.

Otro tema muy relevante se relaciona con las complejidades de los niños de hoy. Ellos han cambiado, porque han cambiado las familias y los problemas, entonces eso implica que hay que ir modificando ciertos protocolos y manejos del servicio, nutrirnos de otras competencias, porque hoy un niño de 15 años no es lo mismo que un niño de esa edad hace tres décadas.

-Que los niños vienen tremendamente dañados, con enormes vulneraciones sicológicas, físicas, de abandono.

Muchos niños vienen con esa espina tan enterrada, que nosotros tenemos que sacarla y ayudar para que lo transforme en positivo. Porque es una historia que está, pero no por eso hay que dejar que siga viviendo con ella y no pueda levantarse.

La pregunta es por qué un niño tiene que vivir el dolor tan tremendo, primero de ser separado de sus padres a tan temprana edad, y habiéndole tocado violencia, ser testigo o vivirla en primera persona.

-La intervención profesional de la dupla psicosocial en cada uno de los niños es fundamental, porque con cada uno se trabaja de manera individual. También se requiere de la capacitación constante de las personas que están en el trato directo con ellos, todo englobado en una política general de la ONG en el mundo, pero que debe considerar las distintas realidades de los países en los que hay presencia. Siempre hay que estarse nutriendo, analizar, cambiar los protocolos, precisamente para buscar lo mejor para cada niño.

Pero, aunque nos podríamos quedar en el tecnicismo, el amor es lo fundamental. Lo importante es el calor de hogar, la familia que se forma en torno a estos siete u ocho niños que están en una casa, con una mamá y una tía, en la que se da una dinámica familiar como en cualquier casa.

-El tema presupuestario es relevante. A nosotros nos siguen llegando niños, pero siendo más duros, esto tiene un costo y no podemos decir que vamos a seguir recibiendo sin importar cuál es la atención que damos, tenemos un estándar y no lo vamos a bajar porque haya más o menos plata, pero es una ayuda que debe existir del Estado, más allá de quién esté gobernando. Para Chile y el mundo hay que ser un real aporte y estar dónde esté la necesidad, pero debe ser en equipo, porque éste es un desafío país.

En otros países de América Latina los gobiernos aportan con el 80% a la ONG, en Chile es el 30%. Por eso creo que un gran desafío es preguntarnos qué pasa con el Estado, pues se trata de los hijos del país y en la medida en que estamos ocupándonos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, estamos ocupándonos del futuro de nuestro país.

-Estamos extremando todas las acciones desde la recaudación de fondos, golpeando puertas, porque queremos seguir vivos con esta ONG, porque estamos cuidando a los niños de todos. Paralelamente estar dialogando con el gobierno de turno para ver de qué manera podemos aumentar lo que el Estado nos da, para poder mantener la obra y no sólo nosotros, hay muchas otras y se están cerrando hogares y eso es un problema, ¿qué pasa con estos niños?, ¿dónde se van?

Yo no quiero tener que llegar a cerrar una aldea, porque ese daño se lo estamos haciendo a los niños, a la comunidad y también el país. No obstante, nunca se ha cerrado una aldea si es que el niño no está reintegrado a su familia o en otra aldea, nunca los vamos a dejar abandonados.