"Buenas noches mamá": un notable ejercicio de estilo
En la tradición del cine de Michael Haneke ("Funny games", "La profesora de piano") o cintas como la francesa "Martyrs" (Pascal Laugier, 2008); "Buenas noches mamá" es de esas películas donde el horror nace de la acción física. De lo cotidiano del ambiente y, también, de la demencia de personajes al límite.
Éste es el caso de los preadolescentes Lukas y Elías. Son hermanos gemelos, que pasan sus días en una casa de lujo, en la más absoluta soledad, pese a contar con la compañía de su madre. Ambos son cómplices y protagonistas de un estado poco grato frente al accionar de la figura materna interpretada por la austriaca Susanne Wuest.
En medio de la nada, los hermanos y la madre irán construyendo un cuadro destructivo. Los roles se trastocan y convierten la obra de los directores (austriacos) Severin Fiala y Veronika Franz en una frontal metáfora sobre el abuso de poder.
Es así que la supuesta supervisión de ella no es más que la proyección de su propio caos, producto de un accidente de trágicas consecuencias. Es la excusa para que los realizadores construyan una atmósfera aberrante entre los limpios, blancos y luminosos espacios de la casa.
Las horas pasan, pero también las acciones y el actuar de dos niños irracionales en su visible "racionalidad". Lo que los motiva es el deseo de reencontrarse con su madre, luego de este accidente del cual nunca se conocen sus causas (todo es supuesto).
Es la negación a una realidad que se va enfermando, mientras pasan los minutos: un detalle que la pone en sintonía con la mejor época de Haneke (de nacionalidad también austriaca).
UN JUEGO DE NIÑOS
Aunque se vendan como expresiones de terror, digamos que este tipo de producciones no se basan en el recurso del shock ni el plano escondido. Por el contrario, acá todo se va concretando poco a poco y visiblemente, a partir de la locura de situaciones que hacen del ser humano la peor de las amenazas posibles.
El enemigo está al lado, es de tu propia sangre, respira el mismo aire. Pero también provoca el dolor físico de trancas y argumentos que no tienen explicación.
Los hermanos no desean ser como son (uno domina al otro). Las circunstancias -su locura- los hace cometer cada una de las acciones que llevan a cabo y que no conviene revelar (hay que verla).
El juego, las carreras, la lluvia y los elementos del diario vivir hacen que ellos sean felices a su manera, desde su mirada de las cosas. Víctimas o victimarios -algo que transita por este tipo de thrillers contemporáneos-, los personajes son espejos de la sociedad que les ha tocado vivir: hedonista y enfocada en satisfacer necesidades propias.
La madre representa una figura que no es el ideal amoroso, sino quien pone los pies en la tierra. Por más que parezca "la enemiga", ella trata de ser "cuerda" a su manera, una que es juzgada también por el espectador/testigo de más de una sorpresa.
En ese sentido, y tal como lo planteaba Alfred Hitchcock, el testigo de la butaca maneja información privilegiada que los personajes no tienen.
Lo peor, sin embargo, es que no la alcanzan a descubrir, por más que estén a punto.
"Buenas noches mamá" es una película seca, fría, de seres que han dejado de ser cariñosos en su obsesión por descubrir la verdad. Una realidad ingrata, pero que vale la pena testificar como ejemplo de un cine, que no llega todos los días a nuestra cartelera.