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Chile, un país con posibilidades de aumentar la felicidad

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Marzo es uno de los meses más complicados del año, la entrada a clases, el pago de patentes y el término de las vacaciones hace que las personas se sientan más agobiadas, generando mayores niveles de estrés, los que se ven reflejados en el trabajo y en la vida diaria.

Sin embrago, este mes también trae un día especial, pues el 20 se conmemora el Día Internacional de la Felicidad, lo que nos hace cuestionarnos ¿qué falta hacer para que los chilenos podamos sentirnos más felices?

Según un informe de la ONU, nuestro país se ubica en el puesto 27 del ranking mundial de felicidad, siendo los suizos los que lideran este ranking.

Estudios muestran que las mayores causas de infelicidad en Chile son la desigualdad, la desconfianza y el individualismo. En esta línea, cerca del 75% de los chilenos dice sentirse satisfecho con su vida personal, pero los indicadores se acercan más al malestar cuando se indaga respecto a lo social… Queda trabajo por hacer y la ciencia nos entrega algunas pautas para orientarnos.

La investigación ha demostrado que el 50% de nuestra felicidad depende de factores genéticos, un 10% circunstanciales, como el lugar donde vivimos, la belleza, salud, estado civil o dinero y un 40% depende de "actividades deliberadas" que podemos realizar activamente cada uno de nosotros.

Acciones como agradecer, perdonar, entrenar el optimismo, enfocarse en disfrutar del momento presente, darse el tiempo para cultivar relaciones saludables, cuidar nuestros hábitos de alimentación, sueño y actividad física, estar en contacto con la naturaleza, aprender estrategias para enfrentar mejor los conflictos, expresar afectos y realizar actos de generosidad, entre otros, llevan al ser humano a desarrollar la mejor versión de sí mismos, y aumentar constante y establemente su nivel de bienestar y felicidad.

La felicidad se aprende, se trabaja y se contagia a otros. Es un compromiso que todos deberíamos adoptar para aprender a vivir mejor con nosotros mismos y en sociedad.

Cultura en la estructura piramidal

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¿De qué ingeniosa manera podríamos aplicar, extrapolar y hasta interpolar el hoy por hoy exitoso sistema financiero de estructura piramidal, para favorecer un soñado incremento sustancial de la cultura? Porque inicialmente y, luego hasta por inercia, el sistema funcionaría, al menos durante un tiempo y ¿Cuánto saldríamos ganando como para invertir a futuro con tan alta rentabilidad?

¿Cuánto servirá para ello la educación gratis, eliminar el IVA de los libros o desfarandulizar la TV, tan apetitosa a la masa o a la chusma inconsciente como la llamara antaño el presidente Arturo Alessandri Palma, en un siglo negado a las proactivas luces democráticas?

¿Cómo invocar a natura, cuando desde la sola idea de la concepción de un futuro ser cultural, vemos algunas madres entre deseando abortar, programar o arrendar un vientre para albergar ese indefenso humano (y entre ellas, una minoría queriendo parirlo), y ya le están transmitiendo la indiferencia emocional, cultural, intelectual, etc., a ese futuro ser pensante y lenguajeador, mientras unas cuantas, muy modernas ellas, le atiborran con el consumo personal de la cannabis sativa, porque es tan medicinal?

Fíjese no más: los nonatos se la piden a pataleo limpio y es el antojo nacional por excelencia. No sería de extrañar que estas mismas avispadas, a futuro presenten masivas demandas a Salamanca, por ser tan poco generosa con sus "vástagos", ya que lo que natura non da, Salamanca non presta, desafortunadamente.

El sistema financiero de estructura piramidal, tan ingeniosamente aplicado por estos representantes del homo urdemaliticus chilensis, es único en su género: angurriento, creativo, competitivo y por lo mismo, no puede ser patrimonio de unos pocos privilegiados, solo para chorrear dineritos al por mayor, sino, más bien, todo lo contrario: debe pasar a engrosar el patrimonio nacional para chorrear abundancias en la contraparte: los homo urdebieniticus chilensis.

Ya quisiéramos comparar, fácilmente, peras con manzanas, pero la cultura de adquirir dineritos fáciles no es nada compatible con la cultura de adquirir cultura y recordando que, antes del salto cuántico de Chile hacia el supuesto desarrollo, se educaba para la vida y magistralmente lo hicieron los profesores normalistas; ahora somos tan desarrollados que no se educa, sino que se instruye para competir.

Así todos felices…menos las pobres perdices.