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"Hombre irracional": más allá del bien y del mal según Woody Allen

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Hay películas donde no conviene contar la anécdota, se rompe el misterio, la sorpresa. Woody Allen, cineasta compulsivo como pocos, presenta en "Hombre irracional" una de aquellas piezas desde la gélida mirada de un hombre que a los 80 años sabe que está en su recta final. De ahí, y más allá de que ésta sea una (re)vuelta de tuerca de "Crimen y castigo", la novela de Dostoievski que le ha servido como una constante fuente de inspiración; lo que hace Allen es desarrollar un postulado sobre la muerte.

En este caso, lo hace con planos abiertos y diálogos de naturaleza filosófica representado en los textos del profesor protagonizado por Joaquin Phoenix.

Abe, su nombre en esta ficción de 96 minutos, llega al campus universitario de una pequeña y elegante ciudad para impartir la cátedra de filosofía. El drama, es que transita por una gran crisis existencial frente a la cual aún no pareciera tocar fondo (para los existencialista era el tema clave)..

Aparentemente, la solución llega de la mano de una estudiante de la facultad (Emma Stone), con quien establece una relación, que está por sobre los dimes y diretes sociales y universitarios. La casualidad, además, lo provoca para desear cometer una acción drástica por un bien superior.

Es el detonante moral -aquel más allá del bien y del mal de Nietzsche-, para que Woody Allen lleve al espectador a los terrenos que el desea. También a las conclusiones y acciones que le acomodan, tratando un tema profundo de manera lúdica.

El giro narrativo es acá la vuelta de tuerca de un relato pausado, de diálogos dichos con una distancia asombrosa, y que ponen a éste junto a títulos del director como "Match point". En ambos los impulsos (irracionales) orientan las tramas por acciones poco deseables, más cercana a la novela negra que la tradición del misterio.

El sentido de la vida, algo que el cine contemporáneo de autor expone constantemente, es para Allen un chiste en el mejor sentido de palabra. Una forma de reírse de sí mismo y la sociedad que lo rodea. Como en tantas de sus películas, se proyecta -deseos ocultos- en personajes terminales, drásticos y divertidos para comprender las cosas. Incluso, más allá de lo propiamente filosófico.