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A propósito de AC Inversions

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La noticia de estos últimos días ha sido el escándalo provocado por la presunta (es un modo de decir) estafa que han sufrido miles de chilenos por AC Inversions. Los medios de comunicación han encontrado un nuevo tema que los distancia, por el momento, de los escándalos Penta, Caval, SQM y la fracasada intervención de Meruane en el festival de la estupidez que cada año se vive en Viña del Mar.

¿De qué se trata?

Resulta que, una vez más, un grupo de "entusiastas emprendedores" han sido víctimas de una estafa millonaria. En Chile esto no es nuevo: hagamos un mínimo esfuerzo para recordar casos como "la cutufa" o "los quesitos", por nombrar algunos episodios vergonzosos de las últimas décadas. Pareciera ser que, cada cierto tiempo, como un destino fatal, nos encontramos con estos episodios nefastos que, en el tiempo, nadie responde y, peor aún, se olvidan. Este perverso olvido ¬-y la impunidad que los reviste- es lo que nos lleva, inexorablemente, a repetirlos.

Nuestra intención no es entrar en los manejos financieros de estos "emprendimientos". Ciertamente no poseemos los conocimientos necesarios para ello. Pero, sí podemos aportar en aquello que, entendemos, va a la raíz del problema.

¿Qué hace que un ciudadano común -aunque en ocasiones no tan común- se vea involucrado en una estafa?

La búsqueda de un Chile mejor, no; el desarrollo económico del país, no; la superación de la pobreza, no; alcanzar el bien común, para nada. ¿Qué pasa entonces? Lo que pasa es que en estas "ofertas" lo que prima es la búsqueda de ganar más con el menor esfuerzo; esa "plata fácil" que no exige un mayor esfuerzo y compromiso; esa utilidad que da el sueño de una vida extraordinaria que nos diferencie del "resto".

El "resto" son aquellos que trabajan día a día para ganarse el sustento necesario para vivir una vida digna, los de la calle, el empleado público, el profesor, la nana, el comerciante, el campesino, el trabajador de la feria…

Nuestra intención no es central la culpa en quienes fueron estafados, ¡qué injusto sería!, ellos son víctimas, qué duda cabe. Pero, lo que sí es cierto es que esta situación responde a un modo de vida que todos, en mayor o menor grado, hemos aceptado.

Hoy, vale más aquel que tiene más. Este más no solo se configura en lo material, sino que se suma al que tiene más en influencia, en contactos, en estatus político o económico.

Entendemos que en nuestra sociedad estos escándalos acabaran cuando comprendamos que la construcción de una patria nueva pasa, necesariamente, por la superación de los egoísmos y de todo aquello que, como persona humana, nos daña. Chile será un país mejor cuando todos caminemos juntos en la búsqueda de un horizonte único, igualitario, inclusivo, justo y solidario.