Con el agua al cuello
Corría fines del 2013 cuando el Consejo de Presidentes de la Anfp aprobó un préstamo bancario por US$30 millones con el fin de "eliminar las deudas con los factoring". La decisión tuvo un apoyo casi unánime, casi porque Audax Italiano y O'Higgins se opusieron con vehemencia. "Estamos hipotecando el futuro del fútbol chileno", se lamentaba Ricardo Abumohor.
Se comprometió el pago a los bancos Penta -en ese entonces Carlos Alberto Délano era director de Universidad de Chile- y Bbva mediante los futuros excedentes del CDF. Las notas deportivas de la época cuestionaban que el monto solicitado triplicaba la deuda de los clubes.
Esa fue una primera señal de alerta de que las sociedades anónimas deportivas estaban repitiendo errores de las administraciones anteriores: gastar más dinero del que tenían en el bolsillo. Así las ganancias de la televisión han generado una lucha soterrada con una ambición digna de la saga de El Señor de los Anillos.
Cuando se creó la Segunda División Profesional, en 2012, la justificación fue que era necesario que el club que ascendía "compensara" los gastos del que descendía. Así todo aquel que quisiese subir de categoría no necesitaba méritos deportivos, solo pagar la "módica" suma de $250 millones.
Es así como vemos cada año que equipos que ganan el título de Tercera A o un cupo de ascenso directo terminan desechándolo porque no tienen cómo solventar tamaño gasto. Además de cortar raíz con la competitividad en las categorías de más abajo, la Segunda División no recibe ese cheque jugoso del CDF transformando su subsistencia en un verdadero reto. A modo de ejemplo, las precarias condiciones de los jugadores de Lota.
Cuando se sabe hoy que entre enero del 2012 y octubre del 2015 los 32 clubes recibieron cerca de $23 mil millones, pero que solo a la Anfp le deben $5.600.0000.000 está claro que se generó un manto de apariencia, de dirigentes que llenaban las páginas de economía y negocios hablando de la sustentabilidad del fútbol, del crecimiento y de la importancia que entregaban a las divisiones menores.
Precisamente los expertos en economía saben que cuando una corporación o un magnate están a punto del derrumbe se dedican a gastar más de lo que tienen con el mero hecho de aparentar que aún pueden sostener su estilo de vida. Lo hizo Colo Colo el 2001, cuando sabiendo que la quiebra era cosa de días o semanas, invirtió en una de las planillas más caras de su historia apuntando a ganar la Copa Libertadores como única forma "mantener el barco a flote". Ya sabemos cómo le fue…
¿Qué culpa tiene Jadue? Que los directivos le están achacando hoy el no haber completado la venta del CDF, como si una promesa incumplida fuese la culpable de que gastasen más de lo que tenían. Quizás si Chilevisión enfocara su docureality en los presidentes de clubes mejoraría su pobre sintonía.