"Todos los que quieren una ciudad mejor deben venir y comprar aquí ahora"
-¡Entre no más casera, tenemos los mejores productos del mar, también las verduras y frutas más frescas y a los mismos precios de antes, todo barato, todo barato! ¡a dos Luquitas las sierras, mijo!
Es el llamado entusiasta que hacía el jueves recién pasado Cindy Rocha a través de un equipo de amplificación adquirido en común por comerciantes que dejaron la calle para instalarse en la nueva Feria Caupolicán, entre Maipú y Los Carrera..
La mujer, con energía y humor, entusiasma al público y a los transeúntes por unos minutos, para volver enseguida a su puesto de pescados y mariscos y dejar el micrófono a otro locatario. Todos deben colaborar, dice, para atraer compradores y recuperar a su clientela. La entrada de compradores es la condición clave para superar las bajas ventas de los primeros días, cuando gran parte del público aún no conocía este espacio.
BALANCE A UNA SEMANA
El jueves 10 al cumplirse una semana de la instalación en sus nuevos puestos, el balance de los locatarios tuvo de dulce y de agraz. Lo positivo para ellos es sentirse en un lugar seguro , limpio, bajo techo, con agua potable y energía eléctrica, sin tener que andar pendientes de la policía, sin tener que arrancar y a veces perder su mercadería.
Pero desde el punto de vista comercial, hay ciertas inquietudes porque la mayoría da cuenta que sus ventas han bajado, comparando las cifras con lo que vendían en la calle. Pero muchos consideran que ha habido varios factores para que las cosas se den así. Fundamentalmente porque marzo es complejo, en que la mayoría de las familias tiene gastos extras, sobre todo en los hogares donde hay estudiantes.
También sienten que hay gente que aún no se entera de esta nueva feria y de sus condiciones y que falta más difusión. Ellos se imaginan que parte del público debe pensar que por estar ahora instalados en locales establecidos estarían vendiendo más caro, sin embargo insistieron en que han mantenido los precios, precisamente para echar por tierra ese posible argumento en contra.
En esta primera semana estuvieron reencontrándose de a poco con sus clientes habituales, que sólo han tenido palabras de apoyo y felicitaciones para ellos.
PESCADOS
El pasillo de la feria correspondiente a la venta de pescados y mariscos es claramente dominado por mujeres y por la invitación permanente al público, con las mismas voces y gestos que se expresaban antes a pocos metros de allí, en la vereda, y con la misma destreza para limpiar y preparar con rápidos cortes de afilados cuchillos las sierras y merluzas que ahora lucen entrebajo hielo picado.
Miriam Vidal, que vive en Pedro del Río, cuenta que trabajó en la venta de pescados en la calle desde los 5 años de edad, cuando acompañaba a su madre, que cumplía también esa labor. Ahora es mamá de tres hijos, de entre 24 y 9 años. Así que sabe de sacrificios, de levantarse muy temprano y de los gajes del oficio. "Me tocó arrancar muchas veces, y otras tantas perdí la mercadería y había que empezar de nuevo. Ahora esperamos un cambio fundamental. Nuestros clientes nos felicitan, queremos que ellos entren, sabemos que cuesta al principio. Esto es mejor para ellos y mejor para nosotros. Queremos decirles que nuestros productos los tenemos al mismo precio al que los vendíamos en la calle. Está todo saneado. Cumplimos con todas las normas… Pero queremos dejar constancia que este cambio lo financiamos todo nosotros, esto sale todo de nuestro bolsillo. Por eso hay que calcular bien. Yo en esta primera semana he traído poca mercadería, lo he vendido todo".
Miriam cuenta que se levanta a las 4 de la mañana para ir a la Vega Monumental, donde se abastece. Su jornada se extiende hasta las 20 horas aproximadamente, cuando limpia y ordenan su puesto. "Nuestro trabajo es largo y sacrificado, pero nos instalamos aquí para que todo cambie".
SANIDAD Y CAPACITACIÓN
Fernanda González es proactiva, se ve optimista junto a su mercadería y frente a un colorido cartel que identifica su puesto "Delicias del Mar Fernanda". Publicidad propia apoyada por su esposo y creada por sus hijas estudiantes, de 18 y 17 años.
"Llevamos una semana y la gente se está acostumbrando de a poco. Les ha gustado, se ve contenta. Mi clientela es fiel. Ha venido a comprarme aquí. No es el mismo flujo de la calle. Pero tenemos la oportunidad de tener también otros productos, mariscos. Todo más higiénico, como lo exige el Servicio de Salud. Otro detalle es que estamos en clases de capacitación en la Municipalidad, los días lunes. Ya no quiere hablar del precio del arriendo del local, que miden entre 2,70 y 2,50 m2. Sólo dice estar segura que ordenándose será capaz de emprender este nuevo rumbo con éxito. " El invierno es muy crudo, era duro trabajar así en la calle".
LA REINA DEL ZAPALLO
Carmen Rodríguez, 56 años, tiene un humor a flor de piel, a pesar de una historia de esfuerzo constante y de su diabetes de hace 5 años. Se reconoce como "la reina del zapallo o la Zapallito". "Porque dicen que tengo el mejor zapallo del sector", dice con picardía mostrando luego un trozo del producto, que vende a $500 el corte. Vive en Chillancito y cuenta que llegó a vender a la calle a los 10 años de edad junto a su madre, aún en su hogar y lúcida a los 100 años. "He criado a todos mis hijos gracias a la calle Caupolicán". "Antes, los carabineros nos quitaban todo y había que empezar de nuevo. Me pasó mil veces".
Doña Carmen cree que uno de los factores que hoy los está afectando, son los carros de verduras y frutas que venden con permiso en la esquina de Maipú. Para ella, demasiado cerca y constituyendo una competencia desequilibrada. Pide control municipal antes de que todo fracase. "Porque si esto se pone malo… ¡pa fuera no más, a luchar a las calles!".