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Muerta ya la ilusión y la fe

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En la película "Todos dicen te quiero", de Woody Allen, un joven protagonista sufre un aneurisma cerebral. El médico tratante pregunta antecedentes: ¿qué pudo pasar? ¿Algo extraordinario en su vida? La familia responde: se pasó súbitamente de la causa republicana a la demócrata.

Me acordé de ese film del siempre irónico Allen, tras leer "El viaje rojo", de Ernesto Ottone, y "Detrás del Muro", de Roberto Ampuero, dos textos parecidos, pero diferentes. Los autores son contemporáneos y porteños de Valparaíso (quizás son hinchas del Wanderers). Ambos no son de extracción proletaria; muy por el contrario, educados en colegios privados, optaron y fueron férreos y disciplinados militantes comunistas.

Sociólogo y académico Ottone, escritor, diplomático y ex ministro Ampuero. Ottone llegó a ocupar el cargo más alto a nivel mundial de las juventudes comunistas, viajó por el mundo y se codeó con líderes de primer nivel. El golpe de Estado lo sorprendió fuera de Chile hasta donde no pudo volver hasta varios años más tarde. Vivió el exilio en Viena, Roma y París cuando nacía el eurocomunismo. Ampuero, tras el 11 de septiembre viajó a la ex RDA a estudiar, vio el Muro de Berlín y sus consecuencias. Conoció a la hija de un alto jerarca cubano con quien se casó y partió a la isla donde nació un hijo. La práctica cotidiana del socialismo en un sistema en el que creía, fueron resquebrajando la firmeza de sus convicciones.

Ottone continuó haciendo trabajo político intenso, viajando por el mundo, aunque el encuentro reiterado con el socialismo real lo abrumó. Conoció todos los países de la órbita soviética, era recibido en las altas instancias, sin embargo su condición de hombre culto y libertario pudo más. Le provocaba desazón el dirigismo de los países comunistas: qué películas se pueden ver, qué libros se pueden leer. Conocer las matanzas del Khmer Rouge, en Cambodia, fue demasiado y marcó una disonancia fuerte.

Ampuero regresa de Cuba de nuevo a la ex RDA. Las casamatas, los perros, los guardias cuidando que nadie escape sobrepasaron su resistencia. Ambos reconocen sí aquellas cosas que ambos países otorgan u otorgaron a sus habitantes: educación, salud, vivienda. Los tonos de ambos libros son distintos: el de Ampuero es más lastimero. Ottone tiene una mirada serena, sin recriminaciones. Ampuero, como el personaje de Allen, cruzó la vereda, formó parte de un gobierno de derecha. Ottone es un socialdemócrata, académico y columnista.

El recién fallecido y admirado director, Ettore Scola nos entregó hace ya muchos años una película entrañable, "Nos habíamos amado tanto". Uno de los personajes, cuando vuelven a encontrarse los amigos, todos ex resistentes de la segunda guerra, reflexiona: "Quisimos cambiar el mundo y el mundo nos cambió a nosotros". Frase icónica y profunda. También la recordé (aunque en rigor jamás la he olvidado) leyendo los libros que comento.

Respecto al ahorro del 1% del gasto público

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La decaída economía chilena ha gatillado el importante anuncio de la cartera de Hacienda de un ahorro equivalente al 1% del presupuesto de 2016, frente a lo que la Oposición ha hecho un llamado al Gobierno a entregar seguridad y tranquilidad para los inversionistas, lo que a su juicio entregará el clima adecuado para retomar el rumbo del crecimiento y además solicitan apretar aún más el cinturón fiscal. Desde la vereda opuesta, los parlamentarios oficialistas, han solicitado no escatimar esfuerzos en el crecimiento.

La disminución del gasto público en principio puede ser entendida como una cortapisa al crecimiento, ya que la disminución de la inversión a su vez provoca disminución del futuro crecimiento y la posterior recaudación. Para entenderlo más fácilmente, si usted siembra mil semillas de choclo, espera una producción de dos mil unidades de choclo, pero si disminuye la inversión, ya sea con menos semillas o menos abono, o regando con menos agua, difícilmente llegará a cosechar las dos mil unidades de choclo que esperaba para la temporada. Por ello el recorte presupuestario debe ser cuidadosamente ejecutado, para que el dinero ahorrado no hipoteque las futuras cosechas (no se ahorre en semillas, abono ni agua), de manera tal que el ahorro no debe concentrarse en el capital o la inversión, sino en aquellas partidas dispensables.

El gasto público bien ejecutado provoca inversión, y consecuentemente crecimiento, el crecimiento económico es la fórmula primaria para el desarrollo del país, pero ante la actual situación económica, y considerando las preocupantes señales que nos llegan desde diversas economías, parece utópico pensar en crecer.

El ahorro anunciado por el Gobierno no es más que una medida honesta y necesaria para evitar un aumento desmesurado de déficit fiscal, y viene a corregir la mala proyección del presupuesto del año 2016, que originariamente estimaba cifras de crecimiento que no alcanzaremos, sumado a ello la improbable recuperación del precio del cobre.

La medida de ahorrar el 1% del gasto público puede resultar insuficiente ante las malas perspectivas económicas globales (la industria de China suma siete meses de contracción y anuncia extraoficialmente el despido de seis millones de trabajadores; en América Latina la inflación amenaza la estabilidad, entre otras señales), por lo que en lo sucesivo no debemos extrañarnos de ver nuevos anuncios de recortes presupuestarios y/o redestinación de recursos para evitar pérdidas de puestos laborales y evitar daños mayores a la economía. De todas formas, no hay que desesperarse, porque se observan posibilidades de un repunte… para mediados del año 2018.