El Congreso español rechazó ayer con claridad al socialista Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno, después de obtener 219 votos en contra y 130 a favor, procedentes estos de su propio grupo y de los liberales.
Mañana tendrá lugar una segunda votación sobre la candidatura de Sánchez en la que le bastaría tener más apoyos que rechazos, aunque parece difícil que pueda conseguirlo por lo constatado en los dos días de debate con todos los grupos parlamentarios.
El resultado de ayer no supone una sorpresa, puesto que la posición de todos los grupos estaba clara desde hace días, en especial la del PP (centroderecha, 123 escaños) y Podemos (izquierda, 69), las dos fuerzas que pueden alterar el panorama.
Sánchez se presentó apoyado en los 90 escaños del PSOE y los 40 de los liberales de Ciudadanos, con lo que la semana pasada firmó un documento con cerca de 200 medidas de reforma de lo aprobado por el Gobierno del PP desde finales de 2011.
Por eso en los dos días de debate ha insistido en que desea propiciar un Gobierno de cambio, que deje atrás la etapa del PP, y para ello llamó al diálogo y el consenso como forma de hacer política, dada la amplia fragmentación del Congreso español.
El llamado de Sánchez tenía como principal destinatario Podemos, la formación creada hace poco más de dos años y que ahora disputa a los socialistas el liderazgo de la izquierda.
El intercambio dialéctico entre Sánchez y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, fue el más duro de los registrados ayer, porque este agitó a la bancada socialista cuando subrayó su cercanía con los "oligarcas" económicos y financieros.