Las expresiones artísticas no necesitan de una explicación. Sobran, pues las personas encuentran sus claves de entrada a una obra, digamos, "abierta" (Umberto Eco). Es el artista quien, a través de su "creación", se conecta con el receptor. Lo atrapa sin que por ello medien argumentos que le indiquen u orienten.
Si algo tuvo la recién finalizada Escuela de Verano UdeC 2016, fue la variedad de propuestas, desde su inauguración el 5 de enero pasado. La conferencia, que devino en una clase expositiva por parte del director de orquesta, Paolo Bortolameolli; estuvo centrada en la música. En este caso, una proyección al título que ahora le dieron sus organizadores: "Los sonidos y sus espacios habitables".
Desde el punto de vista del llamado, claramente algunas de las alternativas agendas en estas dos semanas sintonizaron con la idea central: el sonido. Ahí estuvieron las propuestas de Escénica en Movimiento, a través de la danza, o la interesante sonoridad de la exposición de esculturas "Acústica espacial" (aún en la Casa del Arte).
La Orquesta Sinfónica hizo lo suyo en dos ocasiones, el folclore o las arpas con su encuentro internacional. Hasta el radioteatro hizo su aporte, a través de "Cruces hacia el mar": otra forma de acercarse a la habitabilidad sonora del ambiente marino, en la perspectiva de José Chesta. Aquí, a partir de la visión de Leyla Selman como directora del montaje.
Fue en los llamados conversatorios y conferencias, donde pudo extrañarse algo más de "sonoridad" y reflexión en torno al tema.
Con excepciones como "Los sonidos del Chile profundo en la frontera del Biobío", la notable presentación del libro de "Schwenke & Nilo: leyenda del sur", y las reflexiones lacanianas en torno al discurso y "el otro" en el grupo nacional Congreso; bien poco del resto de las actividades programadas remitió directamente a la habitabilidad del sonido. Justamente, a lo que invitaba la Escuela de Verano.
De las actividades recién citadas dos tuvieron la presencia de músicos y académicos especializados: Nicolás Masquiarán y Rodrigo Pincheira. Evidencia que en Concepción y en la propia Universidad la música es un tema de interés reflexivo y convocante más allá de lo académico.
ESTO ES ROCK AND ROLL
La gran pregunta es dónde quedaron sonidos como los de la propia ciudad, sus calles y rincones. ¿Los penquistas habitan en un sonido particular? ¿Concepción y su historia suenan a algo? Dos cuestiones de las muchas que saltan al ruedo.
De hecho una de las actividades con mayor convocatoria -la premiación de "Concepción en 100 palabras"- trajo la musicalización de Manuel García. Un músico que tiene relación con Concepción. Y algo de aquello se pudo notar en las propuestas que hizo para los 8 relatos finalistas. Hasta el mismo García pudo haber participado en un conversatorio sobre la proyección sonora de la capital regional.
¿Y el rock? Una de las expresiones que la propias autoridades llamaron a convertirla en cuestión identitaria durante el 2015, en la XVIII versión de la Escuela de Verano estuvo prácticamente ausente.
Hace rato que la academia local debería perderle el miedo a propuestas como el rock, hip hop, punk y afines. Son argumentos para ensayos y reflexiones desde la mal llamada "alta cultura". Greil Marcus, Simon Reynolds o Alex Ross -por citar tres nombres de autores- han sabido comprender la época, los siglos y los tiempos a partir de las expresiones pop de la música y su sonido.
¿Por qué no acá? Sin duda, habría sido un avance, en el buen sentido de la palabra, haber hecho del rock y sus circunstancias argumentos reflexivos en el Auditorio, expositivos en la Casa del Arte o masivos en El Foro. Nombres y artistas tenemos de sobra. También profesores, periodistas, gestores y alumnos interesados en el tema.
Si Roland Barthes asumió la moda (expresión popular) como una forma de mirar la sociedad hace más de cinco décadas; ¿por qué Concepción no se transforma definitivamente en la ciudad del Rock? Bandas, solistas y estilos hay muchos. También gente que reflexiona sobre el tema. Y sonidos, por supuesto.
Un objetivo que debería convocarnos a todos. En ello, la Universidad de Concepción juega un rol clave debiendo unir, tal como lo ha hecho en otras ocasiones.
Ya viene la segunda versión de REC (Rock en Conce), que este año se anuncia en dos días: 12 y 13 de marzo. Una oportunidad interesante para que, por fin, la academia universitaria se haga presente. De este modo, se abre una posibilidad para el próximo año, y es que la XIX versión de la Escuela de Verano gire por fin en torno al rock. Si el título está listo, pidiéndole permiso a Ricardo Mahnke: "Concepción, ¿cuna del rock?"