Los Angeles es una reconocida cuna de marchistas donde hoy por hoy el nombre más recurrente es el de Anastasia Sanzana, joven deportista que en febrero del año pasado se incribió en la historia del atletismo chileno al instaurar nuevo récord nacional en categoría menores con un tiempo de 24 minutos 38 segundos en ruta (5 kilómetros) efectuado en la localidad de Freire.
El año pasado salió de 4º medio del Colegio Concepción y este 2016 decidió tomárselo "sabático". "Es que no logré el puntaje para la carrera que quería estudiar (Medicina). Me dio para Odontología en la Universidad de Concepción, pero quiero intentarlo de nuevo, así que este año aprovecharé de entrenar duro", asegura.
La marchista es pupila de Raúl Guarda y Cristian Bascuñán, el primero una reconocida leyenda de la especialidad. "Son dos grandes técnicos y con los que he aprendido muchísimo", comenta.
Si se trata de objetivos para este 2016, no duda: "Están programados dos Mundiales, uno en Roma, específico de marcha y otro de atletismo en Polonia. Si puedo hacer mis primeros 20 kilómetros sería espectacular y tratar de hacer una marca para el Sudamericano Sub 23. La verdad es que tengo muchos desafíos y creo que estoy haciendo las marcas por los buenos entrenamientos que he realizado".
En cuanto a la marcha propiamente tal, la medalla de bronce en los II Juegos Deportivos Nacionales recuerda que "estuve medio año corriendo hasta que encontré bonita la especialidad y me entusiasmó más que otras. Comencé a ranquear y después a subir al podio cada vez más seguido".
Eso sí, Anastasia reconoce que es una vertiente distinta del atletismo. "Requiere muchos sacrificios, porque al ser una disciplina de resistencia es una obligación constante la de entrenar todos los días. Acá no estamos un par de minutos corriendo, sino que son horas entrenando. El trabajo es distinto y los técnicos están constantemente monitoreando, que cuánto llevo, la cabeza levantada, los hombros enderezados, concentrada... es mucho el desgaste porque es mucho el tiempo que ocupas. Pero es lo que me gusta", explica.
Para entrenar todos los días viaja poco más de 30 kilómetros desde Negrete (donde vive) a Los Angeles. "Entreno en el estadio o bien en la calle, aunque a veces igual es peligroso por el tema de los autos", comenta.
¿Apoyo? Anastasia guarda un breve silencio. "Sí, a veces hay algo. Lo que pasa es que uno a veces pide, pero a veces no llega nada. Suele ocurrir. Mejor tener algo que nada. Pero lo que no falla es el apoyo incondicional de mi familia y de los entrenadores", asegura.
¿Y los estudios? "La idea es intentar entrar a Medicina el otro año y ahí me tendría que venir a Concepción. Pero no quiero irme de la Región, porque la idea es seguir entrenando y compitiendo acá. Pero si hay que irse, no queda otra...", finaliza.