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Actividades al aire libre son una oportunidad de aprendizaje

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Durante las vacaciones el proceso de aprendizaje no se detiene y, por el contrario, el verano se puede transformar en una oportunidad para que los niños adquieran nuevos conocimientos y desarrollen sus habilidades. Esto no sólo es posible cuando participan en actividades como las escuelas de verano o talleres que distintas instituciones organizan durante la época estival, ya que el aprendizaje puede darse en algo tan simple como el encuentro entre pares y la familia al hacer actividades al aire libre.

Dalys Saldaña, directora de Educación Parvularia de la Universidad San Sebastián, explica que el primer punto a tener en cuenta es que para que el niño aproveche las vacaciones para potenciar sus aprendizajes, el tiempo libre o de ocio debe ser organizado con la participación de toda la familia, siempre considerando espacios para el sueño, la alimentación y los juegos individuales y/o colectivos. Estos últimos, agrega, deben ser del interés y motivación del niño o niña, porque así resultarán significativos para ellos y lo podrán disfrutar al máximo cuidando su bienestar.

Recalca que es importante que, en la medida de lo posible, los padres (también tíos y abuelos, entre otros), participen de estas actividades, pues de esta manera no sólo cumplen su rol como ejemplo, formadores, motivadores y guía de nuevos aprendizajes, sino que también pasan tiempo con sus hijos. Algo clave, sobre todo si se considera que las vacaciones son un periodo para compartir en familia que entregan un espacio ideal para reforzar valores y hábitos.

CAMBIAR CONTEXTO

El psicopedagogo Claudio Cifuentes, docente del Área Educación de Inacap Concepción-Talcahuano, explica que la mejor manera de aprender es desafiarse frente a lo que ya se sabe, aplicándolo en distintos escenarios. "Para aprender siempre se debe vincular lo que ya se sabe con aquello que se va a aprender. Así mientras más explore un niño o una niña mayor posibilidad tendrá de vincular lo que conoce con nuevos aprendizajes", asevera.

Y para ello el verano es ideal, pues el clima entrega la posibilidad de realizar las más diversas actividades como compartir con pares y jugar, pero cambiando los contextos habituales. "Por ejemplo, durante el año las actividades físicas son reducidas a espacios precisos, el verano ofrece la posibilidad de realizarlas en nuevos lugares y con nuevos desafíos", dice.

De hecho, la actividad física al aire libre es algo que se debe reforzar en verano y no necesariamente entendida como el aprendizaje de un deporte de manera profesional. "Una actividad física al aire libre está orientada a desafiar corporalmente y afectivamente a los niños en experiencias que impliquen el salir de su zona de confort. Se podría entender como una actividad física familiar el subir el Cerro Caracol hacia el Mirador Alemán, compartiendo ideas, experiencias y construyendo valores como familia", dice.

Según el profesional, este tipo de experiencias forman parte del anecdotario de la infancia y dejan una huella imborrable en los recuerdos. La razón, puntualiza, es que toda experiencia que movilice a un niño o una niña hacia su potencial de aprendizaje se transforma en una experiencia de vida, tal como sucede en las salidas de campamento de los grupos scout, que van forjando el desarrollo intelectual y moral de los niños y niñas.

VINCULARSE Y EXPLORAR

En ese sentido, cualquier salida al ambiente natural es un reto a descubrir. Así subir al cerro, caminar por la playa o visitar el campo son una oportunidad de conocimiento potencial.

"Los niños deben vivir experiencias al aire libre porque despierta su capacidad de disfrutar de lo que les rodea, desarrollan la motricidad, aprenden a valorar estilos de vida saludable. Por otra parte, la exploración permite que el niño aprenda a descubrir mediante la observación, a despertar la capacidad del asombro, el desarrollo de la inteligencia y a valorar el medio ambiente", explica Dalys Saldaña.

Y es que el medio natural es un espacio infinito de aprendizajes y crecimiento, además de diversión, por lo que vincularse con éste a través de actividades al aire libre forman parte esencial del crecimiento del ser humano.

Según afirma Claudio Cifuentes, explorar espacios naturales moviliza a los niños a conocer mundos que muchas veces sólo pueden ser conocidos de manera artificial, pero que tienen otro impacto cuando son vividos in situ.

"Cuando se aprende al aire libre no sólo nos vinculamos con un espacio natural, si no que con un espacio ecológico y eso implica también conocer las costumbres e historia de un lugar, empaparse de un mundo que muchas veces es desconocido e inexistente", dice.

Ampliar el vocabulario, conocer las características de la flora y apreciar a los distintos animales del medio, así como también saber sobre nuevos alimentos, costumbres, paisajes y climas; comprender distancias y orientación son parte de los beneficios que una experiencia de aprendizaje al aire libre puede traer, dice el psicopedagogo.

Asimismo, los niños pueden aprender a enfrentar desafíos, nuevas tareas y fracasos, a confiar en sí mismos y, sobre todo, a ser conscientes sobre cómo lograr sus propósitos, transformándola en una instancia que grandes y chicos deben aprovechar. "Ya sea acompañados con los padres o con pares dependiendo la edad, siempre será una oportunidad de aprendizaje el vivir y conocer el mundo que nos acoge. La naturaleza nos entrega de manera justa oportunidades para vincularnos con ella de forma provechosa y saber leerla es una posibilidad de aprendizaje", concluye.

Vacaciones escolares: de dulce y agraz

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Las esperadas vacaciones de verano de los escolares, que en promedio alcanzan aproximadamente las 10 semanas, en general implican para ellos pasar largos periodos de sueño, levantarse y acostarse muy tarde, exponerse varias horas a la tecnología, conversar con los amigos o la familia o dedicarse a ver televisión. Pero también a veces significan muchos momentos de soledad sobre todo en hogares constituidos por padres que trabajan fuera de casa y, peor aún, si se trata de un hijo único.

La situación se hace más dramática cuando los padres tienen un horario laboral de ocho horas y el o los hijos todavía dependen de alguien mayor que los asista. Se recurre entonces, en algunos casos, cuando existe la posibilidad, a contratar a una persona que los acompañe una buena parte del día o se busca colaboración de los parientes, vecinos o amigos. En ocasiones, la única opción es dejarlos solos dándoles todas las recomendaciones e instrucciones de autocuidado necesarias.

Lo ideal sería que los niños y jóvenes adoptaran alternativas dadas en el colegio por sus profesores y, por ejemplo, ocuparan su tiempo libre en la lectura de textos de su interés. Otra opción es la práctica de deportes al aire libre como la natación, ciclismo o la organización de caminatas en entornos naturales de fácil o mediana dificultad acompañados por familiares o amigos. También es una excelente alternativa participar en programas recreativos ofrecidos por clubes, juntas de vecinos u organizaciones especializadas o bien en campamentos en lugares cercanos o retirados del hogar, dependiendo de los recursos económicos de cada uno.

Para mantener una sana convivencia en este periodo, los especialistas sugieren varias acciones que se pueden seguir como familia. Entre ellas, flexibilizar las normas sin llegar a eliminarlas ni aceptar que los hijos no las cumplan. Se aconseja conversar con los jóvenes y llegar a acuerdos en la rutina de verano en que puedan establecer tareas, hábitos y acciones que permitan que todos los integrantes de la familia puedan disfrutar unas vacaciones para descansar y compartir.