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Sonidos de Concepción 14 captaron la atención del Foro

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Como parte del repertorio de espectáculos propuestos por la XVIII Escuela de Verano, la agrupación Concepción 14 surge como una alternativa completamente local.

Algo de esa sensibilidad pudo apreciarse durante 90 minutos, la noche del sábado, en El Foro, frente a un marco que llegó más o menos a las dos mil personas.

El proyecto, que contempla la presencia de unos 30 instrumentos musicales, propone un crisol de influencias. Estas van desde el folclore penquista de la última década y sonidos andinos, sumando influjos de notas orientales y medievales europeas mezcladas con elementos de jazz.

Formado en 2014 por Pablo Lara, licenciado en Educación Musical de la UdeC, el conjunto está integrado por 14 músicos fijos y bailarines rotativos que se acoplan en sus presentaciones en vivo. Entre los instrumentos utilizados destacan la kena, el charango, el violín, el acordeón, el bajo eléctrico y la batería.

"Fue por una cosa casual (…) Somos amigos, la vida nos juntó", cuenta este profesor de 42 años respecto a la formación.

Su primer disco homónimo fue lanzado el año pasado, resultando un éxito de ventas. "Estamos creando a cada rato", indica Lara, mientras afirma que ya se encuentran trabajando en lo que será su próximo álbum.

SUMAR UN ESPACIO

Sobre lo que puede considerarse su debut en el tradicional escenario penquista, en el marco de la Escuela de Verano, lo resume en una expresión: hermoso.

"Gracias a María Soledad González y Antonio Cortez, que nos dieron una cabida, un rinconcito a los músicos que estamos haciendo cosas. Personalmente, fue súper relevante por el hecho de tener tan poco tiempo y un escenario como éste (...) Fue impactante y se agradece", explica.

El artista acota que Soledad González, como directora de Extensión los invitó al ciclo "Museos de medianoche", realizado a fines de octubre . "Le gustó y luego nos invitó acá, o sea, una cosa llevó a la otra", señala Lara.

- Por supuesto. Es que es el mejor escenario, porque el público viene dispuesto a escuchar. La gente está muy educada en Concepción: ayer (viernes) vine a ver la Orquesta Sinfónica y todos escuchaban de una manera muy atenta, en silencio y con El Foro lleno. Éste es el mejor lugar que tenemos los músicos para expresar nuestras ideas.

- Por supuesto. Y escenarios como éste son maravillosos para nosotros: es donde te vienen a escuchar. No es lo mismo que tocar en un pub o en un lugar para conversar. Aquí te vienen a ver. De manera fortuita o no, llegan y se sientan.

- Lo pasamos súper bien tocando. Los ensayos los disfrutamos mucho, cuando nos juntamos los disfrutamos, igual que tocar en vivo (...) Con gente es mucho mejor, porque se da un "feedback" que es impresionante. La energía de los que vienen a ti y, bueno, tú también entregas todo lo que tienes. Nosotros dejamos todo lo que tenemos en la cancha.

LO QUE VIENE

La agrupación cuenta con un disco, una página web (www.concepción14.cl) y nuevos proyectos.

"Nos ganamos un proyecto Fondart para trabajar con el elenco de Lokas Juanas -agrupación de danza penquista- en el mismo formato que se vio ahora. Lo hicimos con Juanita (Paz Saavedra) y lo tenemos que gestar este año"

Lara no descarta nuevas postulaciones a fondos de esta naturaleza. "La única manera que podemos solventarnos es por medio de los proyectos. Somos un equipo de trabajo: periodistas, audiovisuales. Somos mucha gente, no sólo los músicos. Es harta pega, la que ha ido creciendo como una bola de nieve.

"La víspera": El encierro como una de las más bellas artes

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El peor pecado que se puede cometer antes de enfrentar cualquier expresión artística es que empiecen las explicaciones. En este caso, con lo que se quiere decir, contar o simbolizar en la puesta en escena; independiente que se trate de artes visuales, cine, música o teatro, como nos compete ahora.

Frente a expresiones de corte más autoral, es decir, donde se plantea un punto de vista/mirada sobre las cosas; esas explicaciones sobran. Finalmente, cada receptor "lee" y se proyecta en la propuesta, según sus percepciones sensitivas e, incluso, intelectuales.

"La víspera", quinto montaje de la compañía penquista Teatro 1, es de esas obras que van de menos a más. Y aunque finalmente dejen un gusto "amargo", por lo que expone el relato; conmueven, provocan y enseñan. Ojalá todos la vieran. La razón: después de 60 minutos el espectador se hace un poco más humano. Aprende que a veces también es bueno detenerse y observar lo que está pasando a su alrededor. Sí, al lado hay más que uno.

A partir de la dirección (y dramaturgia) de Miguel Barra Lira, los actores Manuel Loyola y Leonardo Iturra componen un cuadro dramático sustentado en dos personalidades opuestas y castigadas a su manera.

El encierro, que se ha extendido por un tiempo laboral indeterminado, es el detonante para que Andrés (Iturra) y González (Loyola) se expongan sin caretas, se desesperen. En el transcurrir de los diálogos manifiestan sus miedos y sinsabores justo el día de Año Nuevo. Sin embargo, la fiesta se torna en desgracia física e interna, donde ambos se exponen desde lo físico a lo interno.

En ello los diálogos y dirección de Barra, como las actuaciones, juegan un rol consciente: asumen que la puesta en escena se acota a un espacio mínimo.

ENFRENTAR LA VERDAD

leit motiv

Son trabajadores que cada noche cumplen un turno en una fábrica o empresa X. Es la base del relato, para que ambos "digan" su triste verdad. Y si González prefiere no verla, es el ya colapsado Andrés quien lo hace transitar hacia una pesadilla de carácter kafkiano. Un drama donde el espectador se hace testigo y presencia constante (recuerda lo del panóptico planteado por Michel Foucault).

También se va sintiendo parte del drama de cada uno de ellos. Así, por momentos ríe con las actitudes y salidas de uno, al rato sufre con el otro, o ambos.

En ese sentido, "La víspera" se asume como una propuesta de carácter social, pero mirando a ésta desde el encierro. Y uno, anotemos, no necesariamente obligado. Ambos personajes saben que "al día siguiente" se van a sus casas, que ya cumplieron la jornada.

Es la espera, esa víspera que habla el título, la que se parece eternizarse para ambos (aunque no para los presentes). Son seres de ficción, que en Iturra y Loyola toman cuerpo y verdad. Se sienten como lo que representan a la manera de Jean Genet: dos personajes sufridos y que tratan de encontrar su libertad al precio que sea.