El necesario regreso de "La víspera" a las tablas
Son cuatro las funciones programadas de la obra "La víspera", que la compañía penquista Teatro 1 va a montar en Artistas del Acero.
A partir de hoy, 19.30 horas (hasta el domingo) la agrupación llega nuevamente con esta apuesta inspirada en sucesos ocurridos el 27/F, y que tiene dramaturgia y dirección de Miguel Barra Lira.
Con la interpretación de los actores Leonardo Iturra y Manuel Loyola, este proyecto financiado por un Fondart Regional 2015, se ambienta en la víspera de año nuevo.
En una pequeña sala al interior de un supermercado dos trabajadores sometidos a encierro, Andrés y González, se preparan para comenzar con el inventario nocturno. Se trata de una actividad que realizan rutinariamente -hasta el amanecer- hace ya algunos años. Claro que esta noche todo se presenta extraño: Andrés, en un intento de libertad, comienza a evidenciar un estado de crisis producto del encierro y la presión a la cual es sometido.
González, por su parte, al ser testigo de la situación decide ayudarlo y en su intento por mejorar las cosas sucede lo inesperado, el giro que cambiará la historia de sus vidas para siempre.
FOCO EN LA SOCIEDAD
Con producción de Fauna todo es Arte, el montaje se estrenó oficialmente el 26 de noviembre pasado, con cuatro funciones, en el Centro Oráculo, sala de trabajo de la compañía Teatro del Oráculo, en el barrio Lagos de Chile en Collao.
"Esta nueva temporada se explica por la necesidad de compartir con el espectador este novedoso trabajo", comenta Loyola, en el entendido -acota- de que los artistas escénicos no desean guardarse sus propuestas.
- Me parece que la dramaturgia indaga en la cotidianidad cruel de la realidad que nos han impuesto. Se vincula con el encierro de la que nos habla (Michel) Foucault (...) Cómo habitamos espacios sociales que nos privan del ser, cómo nos habituamos a las normas de la modernidad aún latente, la que sólo nos priva de realizarnos, la que nos agobia con una rutina asfixiante. Muchos nos proyectamos en estos personajes presos de un estado de cosas creado para destruirnos como seres humanos. Es una dramaturgia íntima, pero también enormemente política.
- El vernos, el identificarnos, el proyectar salidas a ese encierro que los personajes no ven. El espectador posee la libertad, la distancia para observar la ruina de los personajes. Por tanto, puede reaccionar, vitalizar, revolucionar sus vidas: están condenados.
- Sí, somos dos actores en desarrollo interpretativo durante una hora aproximadamente. Es atractivo ese desafío, permite exponer facetas más diversas de tus personajes, pero también implica una inversión de energía más intensa. Afortunadamente, si trabajas con un compañero que enfrenta su labor desde la disciplina y lo riguroso, la tarea se hace más grata y con mayor precisión: esa fue la actitud creativa de Leonardo Iturra, lo que agradezco enormemente.
- González es uno de esos sujetos de la vida cotidiana que le "echa pa élante". Ve la vida desde lo lúdico, a pesar de estar y convivir en un contexto precario. Intuye la densidad de la existencia, pero opta por lo inmediato, concreto, lo que lo salva para vivir. Es inteligente desde ese punto de vista. Lo vemos en diversas facetas, lo que lo hace muy entretenido de interpretar.