La gente fue llegando poco a poco, y aunque esta inauguración no tuvo el marco de público de años anteriores -bordearon las 100 personas en la Casa del Arte- sí proyectaba entusiasmo por parte de quienes organizan la Escuela de Verano UdeC.
Este año la iniciativa fue bautizada como "Los sonidos y sus espacios habitables", título ciertamente abstracto en su esencia, pero no menos interesante tratándose de una ciudad tan "sonora" como Concepción.
"El principal propósito de ésta (la Escuela) y lo que se da sentido es la vinculación con el medio, pero no sólo el diálogo universitario, sino que con la comunidad", señaló Soledad González, directora de Extensión de la casa de estudios organizadora de la estival iniciativa, cuya primera versión se remonta a 1955.
"Ese año Gonzalo Rojas dirige la primera Escuela de Verano, bajo la rectoría de Enrique Molina, constituyéndose desde entonces en una invitación y encuentro con el diálogo", acotó quien está en el cargo de Extensión desde mayo de 2014.
Por lo mismo, dijo, la versión 2016 no debiera ser la excepción. Ello, en cuanto a que la iniciativa dividida en cinco apartados -Conversatorios, Cursos y Talleres, Exposiciones, Talleres de Plástica y Espectáculos- tiene los elementos para ser una invitación "al pensar, sentir y dialogar sobre los espacios habitables de la ciudad y comunidad penquista".
Para ello, acotó la representante de la casa del Campanil resulta clave "escuchar" los sonidos que residen en el interior de los espacios. "Propicio para reflexionar -desde los sonidos- sobre la lingüística, política, las ciencias o la música", comentó, para quien éstos son capaces de crear terrenos habitables.
"Morada, espacio ético y estético (...) Portan una memoria que también permite soñar en diferentes materias. Sonidos del Chile profundo", sostuvo González, extendiendo la invitación a las casi 70 actividades programadas en las cinco alternativas de desarrollo antes citadas.
PARTIR CON MÚSICA
El director de orquesta Paolo Bortolameolli fue quien inauguró la Escuela de Verano. En su calidad de músico, también entendiendo el marco de desarrollo de la misma, la batuta de 32 años ofreció la conferencia "Ecos, consonancias y disonancias. La música y su resonancia cultural".
En poco más de una hora, lo suyo fue un recorrido/audición por una serie de momentos y compositores de reconocida trayectoria, y su relación con el tema convocante. De ahí que Bortolameolli citara los nombres (y sonidos) de Bach, Mozart, Beethoven, Debussy, Stravinsky, Liszt, Puccini, Bartok, Arnold Schönberg, Richard Strauss, Mahler, Prokofiev y Alban Berg; para internarse y explicar el sentido de las consonancias y disonancias en 200 años.
De hablar simple, con explicaciones claras y prácticas para cada uno de los aludidos, la batuta formada en la Universidad de Chile se dio un tiempo especial para sostener y proyectar cómo el siglo XX había resultado tan intenso en lo artístico. Con ejemplos llevó a la audiencia por un viaje, donde la música le sirvió para sostener los cambios en la forma y en lo psicológico que sirven para asumir estéticamente el siglo que concluyó hace 15 años.
Finalmente, aludió, la disonancia se puede aceptar como una consonancia. "El mundo de los sonidos es amplio, infinitos, ecos y resonancias culturales", dijo, quien fue la batuta del Sinfónico 3 realizado en junio pasado.
Sobre lo anterior, un punto que pudo jugar a favor fue haberse referido a los colores, tonos y escalas del jazz y ciertamente del rock. Sin duda, dos expresiones artísticas que tienen una directa relación con la capital regional.