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Mirar los resultados PSU como una oportunidad para crecer

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Hace pocos días se dieron a conocer los resultados de la Prueba de Selección Universitaria. Estos muestran que las brechas entre los puntajes obtenidos en colegios públicos y privados son relativamente similares a otros años. Así muchos jóvenes podrían haber sentido un intenso sentimiento de frustración y decepción al observar sus resultados y la enorme distancia existente entre estos y la exigencia de ingreso que propone cada carrera, en particular las de nivel universitario.

En los padres ocurre algo similar pues, al ver a sus hijos e hijas tan decaídos, tratan de buscar una solución rápida para que pasen este mal momento y sigan rápidamente con el curso de sus vidas. Sin embargo, es necesario detenernos para observar qué tipo de angustia emerge en este escenario.

De acuerdo con el psicoanalista francés Philippe Jeammet, en estos jóvenes aparecerían las manifestaciones de un concepto denominado depresividad, el que no guarda relación alguna con la idea clásica de depresión. Así en un alumno que no logra ingresar a la carrera de su interés, puede surgir un conjunto de dudas, culpas e inquietudes, en cuanto a saber si se dispone de las capacidades y habilidades necesarias para responder a las exigencias que propone el sistema de admisión de nuestras universidades.

De esta forma, aumenta la intensidad de los conflictos internos, pudiendo llegar hasta la ruptura del equilibrio narcisista tan necesario para organizar una vida mental saludable en esta etapa de la vida. Por estos días, existen más jóvenes en conflicto consigo mismos que con sus progenitores, esto pues se deslizan en la mente todo tipo de críticas y reproches que favorecen la incertidumbre y la desesperanza.

Uno de los antídotos para estas tóxicas emociones es aquel propuesto por la cultura contemporánea, en particular por el mercado, donde frases como "tú puedes" o "el que quiere puede" logran, bajo cierto contexto, llegar a borrar la realidad, generando sujetos prisioneros de ideales infantiles, generándose un significativo daño a la autoimagen.

En la actualidad, las angustias del desarrollo ya no radican en las prohibiciones como en décadas pasadas sino en la duda de si dispondré de lo suficiente para poder terminar lo que puedo empezar. Este formato genera individuos temerosos, dominados por grandes incertidumbres y sin la capacidad de reflexionar cuando la frustración golpea la puerta de la realidad. Da la impresión de que todos debemos ser exitosos siempre en todo y frente a todos. Eso es una trampa para el adolescente quien necesita de las frustraciones para crecer y aprender, siendo esta la forma de crecimiento mental y social que permite mirar el futuro con optimismo.

La invitación es a tomar los resultados de la PSU como una oportunidad para seguir creciendo, buscando aceptar el desafío de aprender de la experiencia, renunciando a ideales infantiles a partir de la búsqueda de una vocación basada en el interés por servir y cooperar con el otro, dentro del marco de habilidades e intereses. Aquí el reconocer quién uno es y cuáles son las reales capacidades que dispongo para aprender, entre otras, permitiría transformar la PSU en un instrumento de evaluación amistoso y reforzador de nuestras convicciones y no en un enemigo al cual hay que vencer y derrotar. Eso que es tan propio de las sociedades gobernadas por el mercado.