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Hija de la Democracia chilena

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El 11 de diciembre se cumplieron 70 años del Premio Nobel de Literatura concedido a Gabriela Mistral (1889-1957) la primera y única latinoamericana en obtenerlo entonces por una obra de profunda belleza estilística y de indisoluble unidad entre la praxis y el pensamiento, como explicó la Academia Sueca. La importante fecha motivó homenajes y actividades en Chile y en el extranjero, especialmente en Suecia. Hace siete décadas la guerra recién terminaba y muchos países de Europa estaban en ruinas, en Chile las mujeres no tenían derechos cívicos y a Gabriela no se le había concedido el Premio Nacional de Literatura. Se lo dieron en 1951. También fue dejada de lado en algunas importantes antologías poéticas.

Gabriela es nuestro orgullo nacional. La maestra del valle del Elqui profundo, poetisa, prosista, lúcida ensayista, la educadora que trabajó en la reforma educacional de México, que representó a Chile como diplomática, que se carteó con presidentes e intelectuales de todo el mundo, que amó como hijo a un sobrino que perdió trágicamente, que nunca se casó ni tuvo hijos propios y que, sin embargo, compuso bellos poemas infantiles.

No fue una vida fácil la suya, tampoco lo fue ser una adelantada para su época y nacer y crecer en un país discriminador por esencia. La discriminaron por todo: por mujer, por pobre, por fea, por vestirse mal, por su condición social, por no tener el título de maestra. Vivió y trabajó en México, Madrid, Lisboa, Petropolis, Nápoles y California, es decir más fuera que dentro de su país, del que escribía: "Nadie desea con más fuerza que yo un Chile sólido y cuerdo, un Chile de política inteligente y sobre todo coherente que amar y obedecer". ¿No es una idea preciosa para suscribirla ampliamente hoy?

Tres grandes temas fueron constantes en sus escritos: el problema agrario, el asunto indígena y la cuestión social.Su prosa delineó y dejó testimonio de su época, aunque leídos hoy, exhiben una vigencia que deja perpleja. La política, la democracia, la condición de la mujer (el mujerío), el medio ambiente, la educación, los derechos humanos, los oficios, las profesiones, la pobreza, el sindicalismo, la geografía, las regiones (patria chica que aupa a la patria grande),la Cordillera de los Andes, los bosques. Mujer de ideas progresistas y que las expresó en un lenguaje pocas veces visto y leído."Con palabras que arden y queman", como señala Jaime Quezada, editor del nuevo libro "Pensando a Chile. Una visión esencial sobre nuestra identidad" que reúne cartas, recados, ensayos, textos sobre su patria, sobre el valle de Elqui donde se crió; la de las regiones por donde anduvo ejerciendo como maestra y directora y donde reposan sus restos.

El mismo autor ya había recopilado en 1994 en "Escritos Políticos" la faceta suya menos conocida y leída, la política. Precisamente, en su discurso ante el Rey Carlos Gustavo, al recibir el galardón se define como "hija de la Democracia chilena" (la escribió así con mayúscula). Visionaria, preocupada del destino de Chile, vaticinó lo que sería el futuro, incluyendo que una mujer sería Presidenta de la República y reiteró "el deber de los intelectuales y artistas con respecto a los necesitados en la conmovedora extensión humana de esa palabra: los niños, los pobres los desvalidos, los infelices, los heridos por la pasión o la injusticia, los derrotados y vencidos de este mundo".