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Acceso a fertilización asistida, una muestra de inequidad

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La infertilidad humana es la incapacidad de lograr un embarazo espontáneo después de un año de relaciones sexuales en forma regular, sin la utilización de un método anticonceptivo. En Chile, el Instituto de Investigaciones Materno Infantil (IDIMI), señala que la infertilidad afecta a 10% de las mujeres en edad fértil al año de vida marital y que a los ocho años permanece infértil cerca de 5% de las parejas. No obstante, esta prevalencia ha ido en aumento por diversas razones, entre las cuales podemos mencionar el incremento de algunas infecciones de transmisión sexual y la edad cada día más tardía para optar por la maternidad.

Es probable que a lo largo de su vida reproductiva, cerca de 500 mil parejas chilenas acudan a solicitar orientación y servicios por infertilidad, requiriendo de apoyo terapéutico y del empleo de tecnologías de reproducción asistida (TRA) como la inseminación artificial y la fertilización in vitro. Existen escasos registros sobre las prestaciones realizadas en este ámbito, esto debido a que casi la totalidad se realiza en centros privados pero, según antecedentes de la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida, el año 2009 se efectuaron en Chile cerca de dos mil de estos procedimientos. Considerando en forma teórica que 30% de las parejas requería de TRA, se estaría cubriendo sólo cerca de 4% de las necesidades.

Esta tasa de acceso a TRA es muy baja, a diferencia de países europeos donde la infertilidad es considerada una enfermedad, por tanto, los altos costos que implican estas tecnologías son cubiertas por el Estado. En nuestro medio, no existe gran apoyo de las Isapres o Fonasa, de hecho, esta última sólo ofrece cerca de mil cupos gratuitos para un ciclo de fertilización asistida de baja complejidad. En promedio, la evidencia científica muestra que hay que someterse a tres de estos ciclos para lograr la tan ansiada gestación.

Es aquí donde se visibiliza un factor de inequidad, pues pueden acceder a estas TRA las personas que tienen los medios económicos. En diversos estudios se ha correlacionado el impacto en la calidad de vida tanto de hombres como de mujeres infértiles con el acceso y calidad de la atención recibida. Por cierto, en aquellos lugares con una cobertura total, el miedo y el estrés ante la incertidumbre de los costos económicos son bajos. En la medida que estos gastos los deba asumir la pareja, se observan altos grados de sufrimiento, aislamiento y de frustración generando un círculo vicioso, pues la pareja se enfrentan a la terapia con angustia e incertidumbre, lo que incluso puede generar un quiebre.

Por otra parte, ¿sabía usted que en Chile no existe reconocimiento legal para el uso y desarrollo de TRA, por lo que estas prácticas se ajustan a las disposiciones de cada centro que las ofrece? Existe sólo el documento ministerial 1.072 de junio de 1985 denominado "Normas aplicables a la fertilización in vitro y la transferencia embrionaria", aplicable sólo a los centros públicos. La única norma con un rango legal es la ley Nº19.585 de 1998, donde se reconoce como padres de la criatura concebida mediante TRA a la pareja que se sometió al tratamiento. Así, en la ley 20.120 se prohíbe la destrucción de embriones para obtener células madres.

Un enfoque integral de la salud sexual y reproductiva debe considerar tanto el acceso expedito a tecnologías anticonceptivas como al estudio y tratamiento de la infertilidad. Sin embargo, en Chile existe un desbalance entre la alta cobertura a la anticoncepción y las TRA. Hoy las TRA sólo cubren las necesidades de una minoría de la población afectada y disponemos de un escaso marco legislativo por parte del Estado.

Navidad con Amor dio cena a 550 personas

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"Nuestra misión es atender a las personas entregando todo nuestro corazón, todo nuestro espíritu, tenemos que lograr hacer la revolución de los corazones", comentó Víctor Hugo Aguayo, creador de Navidad con Amor, a los voluntarios que llegaron a colaborar en versión número quince de este tradicional evento solidario navideño que este año atendió a más de 420 los adultos y 130 niños en situación de calle, quienes asistieron a la cena que cada año se realiza en la esquina de Avenida Los Carrera con Prat para regalar una velada llenada de amor y dignidad.

Se trató de emotiva jornada, donde la bendición a las mesas de monseñor Fernando Chomali, arzobispo de Concepción y el lanzamiento de cien globos al aire marcaron el inicio de la cena, en una alegre jornada.

Batucadas y la presentación de diversos shows artísticos como la Banda Innuendo, tributo oficial de Queen, y el Charro Efraín, fueron amenizando la jornada navideña que contó con la participación de más de 500 voluntarios, quienes se dividieron en diferentes equipos para que la actividad resultara a la perfección.

Además, fue tal el éxito de las donaciones (se reunieron 360 pollos asados) que fue posible armar bolsas navideñas con pollo asado, torta y bebidas para los comensales.

Orientación de la familia es clave para que los estudiantes decidan

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Mientras los más pequeños disfrutan los obsequios que les trajo el Viejito Pascuero, los estudiantes le dan la bienvenida a las vacaciones y los más grandes piensan qué harán para celebrar el Año Nuevo, por estos días hay miles de jóvenes que tienen su mente enfocada en la entrega de los resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU), que serán dados a conocer mañana a las 8 horas. El proceso de admisión 2016 comenzará una hora después y culmina el 31 de diciembre a las 13 horas.

Es probable que el nerviosismo se apodere de muchos de la mano de la incertidumbre y las expectativas que tienen con el puntaje. Esta realidad no es ajena a la familia y entorno cercano a los estudiantes, quienes suelen estar tanto o más ansiosos por conocer los resultados, y como es esperable desean que sean positivos, pero el psicólogo Fernando Contreras, académico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad San Sebastián, sostiene que "lo importante es que los estudiantes tengan certeza de que sin importar cuál sea el resultado cuentan con el apoyo incondicional de sus padres y que el puntaje no condiciona su futuro". Agrega que lo central es estar disponible para las posibles inquietudes, ansiedades y temores que pueda experimentar cada joven.

MANEJAR EXPECTATIVA

En su rol de agente sostenedor, contenedor y educador, la familia debe entregar apoyo y orientación, lo que es básico para que el estudiante sitúe sus expectativas en un contexto de realidad.

Y es que el manejo de éstas no es tarea fácil, ya que no siempre se expresan explícitamente, no obstante se evidencian en el comportamiento y la relación con otros. Explica que la complejidad radica en los extremos (expectativas desmedidas o muy bajas), en tanto afectan la valoración que hace el estudiante de sus habilidades y en los niveles de exigencia que se imponen. "Es importante, como padres, hacer conscientes cuáles son las expectativas que se tienen respecto de nuestros hijos y si éstas se ajustan a la realidad. De esta forma aumenta la probabilidad de poder manejar la frustración y sensación de fracaso en los casos de que los resultados sean bajos", afirma.

UNA OPORTUNIDAD

Francisco Peñaloza, psicólogo del Centro de Acompañamiento del Estudiante de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, complementa que la familia también puede participar en un aprendizaje que considera ineludible: las expectativas no siempre se cumplen.

"Si tratamos las expectativas sólo como eso, un horizonte deseado y no una ratificación de mi valor o una señal de que el mundo opera como debiera, es más probable que se reciban los resultados de forma abierta y constructiva", plantea.

Es que cuando los resultados sean conocidos hay tres panoramas posibles: que sea el esperado, que se haya obtenido uno más bajo del que se creyó o que la realidad supere a la expectativa y el puntaje sea más alto. De este modo, uno de los primeros consejos es considerar que si bien los resultados son importantes, independiente cuál sea hay que evaluarlo en su justa medida.

Es así que cuando no son los esperados, lo importante es primero centrarse en lo que siente el estudiante al respecto y hacerse cargo de esas sensaciones y pensamientos, donde la contención emocional de la familia es clave, así como también lo puede ser su ayuda a poner las cosas en perspectiva, colaborando a ver qué posibilidades son las que se abren.

"La experiencia puede ser vivida de múltiples formas y por eso es importante la observación, es decir dar espacio para aparecer y reaccionar, y también la indagación, hacer preguntas. Recién ahí estarán las pautas necesarias para decidir cómo acompañarse en el proceso", dice.

Cree que esta situación puede transformarse en una valiosa oportunidad que da la posibilidad de remirar algunas situaciones que se daban por hechas. "Podemos preguntarnos qué se perseguimos con dicho logro deseado, qué tanto nos compromete y para qué. También podemos cuestionar nuestras estrategias y evaluar las creencias que hay respecto a mis posibilidades en relación a pensamientos como 'la PSU definía mi futuro y como me fue mal ya no tengo futuro' para luego cuestionarlos: '¿realmente la PSU definía mi futuro?', '¿es cierto que ya no tengo futuro?'. A partir de esta evaluación y de los recursos disponibles se puede decir si la mejor opción es prepararse nuevamente o vivir la experiencia universitaria en un espacio diferente a la que se tenía en mente", reflexiona.

Ver qué otras carreras afines existen o qué programas de bachillerato o sistemas de habilitación profesional desde el nivel CTF hasta el universitario hay son buenas ideas, en una decisión que debe ser analizada con cuidado y de manera reflexiva. Eso sí, nunca hay que considerar que no ingresar a la universidad inmediatamente es sinónimo de un año perdido.

DECISIÓN CON VOCACIÓN

Por otra parte, si bien recibir la sorpresa de que los resultados son más altos de lo esperado y esto sólo debería ser motivo de alegría y satisfacción, también se corren algunos riesgos como dudar de las prioridades establecidas, lo que es un quiebre que puede sostenerse en diferentes asuntos. Uno de éstos es que de antemano se hayan negado a algunas posibilidades por creer que el resultado sería más bajo y que a partir de éste aparezcan otras posibilidades atractivas que antes no se habían mirado; o la inquietud de si ahora que existe la posibilidad se debería elegir algo "mejor" a lo que se quería antes. Ante esto, el psicólogo recomienda explorar cuántas son las posibilidades que uno se niega por la desconfianza en las propias capacidades y también evaluar cuáles son alternativas que antes no existían.

Contreras añade que también hay un error que podrían cometer los padres ante esta situación y es que comiencen a planificar la vida del estudiante sin considerar sus intereses y habilidades.

No obstante, hay que darse el tiempo de escuchar lo que quiere, pues la decisión final es de ella o de él, quien ingresará a estudiar. "Como padres se puede expresar el parecer, la perspectiva y decir las ventajas que pudiese tener optar por otra carrera, pero hay que saber que decidir estudiar algo que no nos interesa o con lo cual no nos sentimos a gusto hace más probable que no se termine la carrera, lo que a largo plazo tiene un costo más alto para la familia, tanto en lo económico como emocional", afirma.

Es que lo primordial es no desoír la vocación, pues según Peñaloza, "la persistencia es una poderosa variable que incide en el logro académico y es mucho más difícil persistir en un asunto que no me compromete lo suficiente, y que no tiene o no le he dado un sentido personal lo suficientemente profundo".