Un libro al que había que volver tarde o temprano
En la bibliografía de la música nacional, el libro "Schwenke y Nilo: Leyenda del Sur", originalmente editado en 2010, encuentra su valor en tanto se trata de un texto concebido desde la honestidad. En este caso, la de los propios músicos -Nelson Schwenke y Marcelo Nilo- como también de quien se aventuró con ellos en una galería de recuerdos y momentos de más de 20 años: el periodista Rodrigo Pincheira.
Amigo de ambos, el penquista recuerda vivamente aquel mes de agosto, hace cinco años, en que la felicidad rondaba en las sensaciones de todos. "Habían llenado la Sala Dos en Concepción y lanzamos el libro con singular éxito", anota el autor del texto, que hoy vuelve en una edición ampliada.
Sin que nadie lo hubiera pensado, la obra retrata una parte de la vida artística y personal del dúo valdiviano formado en 1978; acercándose también a la tragedia que significó la inesperada muerte de Schwenke en junio de 2012.
"La presente edición -500 ejemplares autoeditados- está cruzada por la muerte de Nelson. Es un modo de memoria y de historia en que se dan la mano el pasado y presente", anota Pincheira, sobre la obra de 180 páginas que cuenta con diseño y diagramación del artista Sebastián Burgos y poeta Osvaldo Caro, respectivamente.
Aunque será presentada oficialmente en la próxima edición de la Escuela de Verano UdeC -en el marco de un concierto de la agrupación con la orquesta de jóvenes Ritornello- dada la insistencia del público el autor estará con el libro este viernes, en el Café Colombia de la Diagonal Pedro Aguirre Cerda (entre 11 y 13 y de 16 a 19 horas).
UN REGRESO NECESARIO
- Llorar y reír como la dialéctica de la vida. Volver a entrar en él fue entender de otra manera la importancia de un trabajo artístico fundamental para la música popular chilena, que no es el único, pero este tiene algunas características esenciales: territorio, pertenencia, enunciación, identidad y un modo de comprender el mundo con el que me siento identificado. Por otra parte, es también la reafirmación de una ética y estética afincada en valores antropológicos, poéticos, sociales, políticos, porque el poeta agranda el continente de la imaginación. Finalmente, es un homenaje a la memoria de Nelson.
- Los hombres siempre aman esas canciones que puedan robarle algo a la muerte, aquellas que soplan sobre lo permanente. Como la canción "Mi casa era un barco" que compuso Nelson, y que en una parte dice "uno a uno los navegantes de la vida se bajaron de los puertos sin llegar". Nelson fue uno de ellos, aunque vivió siempre en la incertidumbre. El profesor Eduardo Aguayo me regaló un comentario muy lúcido respecto de la muerte de Schwenke a propósito de que estamos en el mundo y no tenemos más remedio. Él dijo que habría que ver en qué medida Schwenke logró establecer con su vida y su obra líneas de incertidumbre respecto a su propio tiempo y/o a su propia historia, y cómo esas líneas eventualmente lo liberan de las seducciones de la verdad, o si, al revés, entró en una relación de compromiso pleno con la certeza.
- Fui delicado en no convertir esto en un obituario. Por eso, dejamos de lado material muy sensible, pero que estaba en esa dirección. Reafirmamos la idea que su legado sigue aquí como algo vivo, porque su trabajo y el eco de su voz resuenan desde un lugar, quizás desde un territorio, donde los ríos siguen su curso sin plazos ni urgencias. De todas maneras, su muerte atraviesa el libro, ya sea con testimonios y fotografías. Porque evitar que la humanidad, dice Bauman, olvide su mortalidad, es decir su naturaleza, es tarea del arte ya que gracias a esta condición la muerte queda reducida a su verdadera dimensión: es el fin de la vida, pero no el límite de lo humano.
- De todas maneras. Nelson es uno de esos seres inolvidables no sólo para mí, sino que para muchas personas. Tenía el aura y el duende; por eso hizo lo que hizo. En un plano más personal, los conocí hace más de 25 años, pero en los últimos 10 hablábamos casi todos los días por teléfono, compartíamos música y libros. Nelson era muy simpático, cariñoso, tenía tiempo para hablar con todos y se hacía querer muy fácilmente. Lúcido, tenía el chiste a flor de labios y una picardía encendida y certera. Tuvimos una amistad muy profunda, igual que con Marcelo.
- Entre septiembre de 2010 y 2011 vendimos casi toda la primera edición (mil ejemplares) sin que estuviera en librerías. Los tres pensamos en una segunda edición, cuestión que nunca sucedió hasta ahora. De muchas partes nos pedían el libro: universidades, centros culturales, bibliotecas y particulares. La respuesta siempre fue que estaba agotado. Con la muerte de Nelson se hizo imperativo pensar en reeditarlo y, como decía antes, como un tributo y también para que otras personas puedan conocer, descubrir y entender cómo un puñado de canciones son una parte de la historia reciente de nuestro país (...) Se escucha el paisaje sonoro de una generación con el lenguaje transfigurador del arte.