Fin de año, ritos y nueva realidad
En estos días muchos adolescentes cierran sus periodos académicos para este año. Sin embargo, para muchos que finalizan su enseñanza media, esto tiene un sentido muy diferente, pues se abren frente a sus ojos nuevas realidades. Aquello está dado, por una parte, por el inicio de una nueva vida académica ahora en la educación superior y, por otro, por la aparición de nuevos intereses y motivaciones de tipo vocacional que acompañan este momento de la vida.
Un proceso social de gran relevancia que es tema por estos días, son los ritos y/o rituales de cierre de esta etapa escolar. Así, nos referimos a la ceremonia de titulación y fiestas de graduación. Ambas, psicológicamente ayudan a fortalecer la pertenencia a una comunidad, la cual reconoce en estos nuevos sujetos a la propia cultura y los transforma en representantes de ésta, frente al nuevo mundo que se aproxima.
Además, cada joven portará en su identidad personal un conjunto amplio de valores y principios que cada sistema educativo intenta plasmar en su hacer y pensar, tratando así dar un significado particular a la propia vida. Para los padres, de igual forma, es un momento de gran significación, pues representa un espejo frente al cual poder observar el paso de los años y la consiguiente reflexión sobre la forma de haber conducido la parentalidad. Muchos inclusive se podrán ver forzados a abandonar las expectativas e ideales frente a este joven, pues a veces su elección vocacional está lejana de los ideales que forjaron desde la niñez para sus hijos.
Este conjunto de eventos sociales y psicológicos que surge al término de la enseñanza media y los ritos asociados, genera un espacio social y mental cada vez mayor entre la familia de origen y este joven, dando origen a la aparición de expresiones del desarrollo que no eran posibles de observar en años previos, dígase esto, el abandono progresivo de la dependencia absoluta de los padres, hacia una dependencia relativa de estos.
Lo anterior permite el abandono progresivo de conductas y forma de pensar infantiles para adquirir lentamente una forma de pensar cada vez más adulta y así poder adaptarse con mayor facilidad a las nuevas demandas, y aprovechar mejor las oportunidades que ofrecerá este nuevo ambiente.
Los ritos de cierre de la adolescencia propiamente tal, permiten una gran oportunidad para reconocer los cambios y avances como también mirar el futuro, desafíos y oportunidades, todo esto en un marco de alegría, optimismo y esperanza que siempre serán la mejor educación para afrontar el futuro en una época de desilusiones e incertidumbre.