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Vicente Gajardo y el feliz regreso a la galería que lo vio nacer como artista

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"Los inicios de un artista son difíciles y complejos. A las dificultades propias del hacer se suman las económicas por el elevado costo de materiales e infraestructura".

Las palabras de Vicente Gajardo se escuchan sinceras. Además, dichas desde la humildad de un creador, cuyas obras lucen hoy en escenarios tan diversos y distantes como México, Portugal, Italia y Francia, entre otros.

También Chile, su país, donde suma más de 20 exposiciones individuales y 90 colectivas, desde sus inicios en 1977. Hace 38 años, Gajardo debutaba con una muestra de "Dibujos", en la U. de Concepción, sede Los Ángeles y U. Federico Santa María, Talcahuano.

Una partida que marcaría a este hijo de Tomé -allí nació en octubre de 1953-, que haría de la escultura una forma de expresión hasta hoy. De hecho, en 1983 obtuvo la Licenciatura en Arte con mención en Escultura (UdeC).

Una exposición de su trabajo puede verse actualmente en la galería El Caballo Verde (Caupolicán 321, local 5). "Piedras dialogantes", como es su nombre, no sólo conversa con el elemento, la forma y el visitante, sino que lo hace con la propia historia. La de este espacio abierto hace 30 años, y que tuvo a Gajardo entre sus primeros invitados.

"Recién egresado, Carmen Azócar me invitó a su galería recién inaugurada. Yo era un joven lleno de dudas, no del oficio elegido, sino en las del ejercicio creativo (...) Ella creyó en mi propuesta y realicé mi primera exposición (oficial) en su galería en 1986".

- En ese momento, no sólo el apoyo como artista local fue importante para mí, también su amistad mantenida con el correr de los años en infinitas conversaciones en torno al arte y la vida.

GRATA COINCIDENCIA

Con tres décadas de obra y creación, además de exposiciones, hay algo especial que conecta al Premio Altazor 2011 a las Artes Nacionales en Escultura con El Caballo Verde. Quizás sea por un tema de estética y convicción.

"Una galería de arte se posiciona por la calidad de sus exposiciones, profesionalismo y trato. En sus 30 años, El Caballo Verde ha mantenido un calendario riguroso de primer nivel sin concesiones, determinando una línea de trabajo. Esto le ha merecido un respeto a nivel nacional", resume, quien ha desarrollado conceptos de naturaleza abstracta, con un foco en la pureza de las formas.

- Como lo dice el nombre, "Piedras dialogantes", es una resumida conversación escultórica entre volúmenes y el espacio que las acoge. Las características formales de la obra, su escala y las bases o soportes de éstas son parte de ese diálogo. La materia y el espacio son mi soporte: lograr un diálogo ha sido mi objetivo.

- Claro. Provengo de una formación académica rigurosa, donde la creación, diseño y oficio eran considerados a la hora de evaluarnos. Una forma de enseñanza casi olvidada hoy en nuestras escuelas de arte por falta de maestros visionarios que entregaban conocimientos sólidos para encontrar un camino propio (...) Tuve como maestros a Julio Escámez, Eduardo Meissner y Tole Peralta entre otros; irremplazables.

- La obra debe recoger lo que el arquitecto español Rafael Moneo poéticamente dice "un susurro del lugar", entendiendo por ello las características del paisaje y del entorno, luz, color, materia. No es lo mismo plantear una obra para el norte que para el sur de Chile.

- Cada cierto tiempo. Mantengo una relación familiar con Tomé. Yo provengo específicamente de Bellavista, comunidad pequeña donde crecí y me desarrolle en un concepto de ciudad amable, armónica y más humana. Hoy me resulta doloroso visitarla y ver esas construcciones de más de 12 pisosde dudosa calidad, que irrumpen, rompiendo toda esa armonía existente, entre el paisaje, el mar y el hombre; lo que nos identificaba ayer como pueblo.