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EE.UU. mueve fichas a través del TPP

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Mucho se ha hablado en las últimas semanas acerca del movimiento estratégico capitaneado por EE.UU. y que involucra a 11 países más, entre ellos Chile, en la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico, conocido por TPP, por sus siglas en inglés.

Este acuerdo establece un nuevo marco de libre comercio entre los países firmantes que afecta a industrias claves de los diferentes sectores económicos como la farmacéutica, automovilística o la textil y que, por añadidura, dictamina algunas de las regulaciones medioambientales más ambiciosas hasta ahora conocidas.

Multitud de voces se han levantado contra este proyecto que aún debe debatirlo y ratificarlo el Congreso de EE.UU., por haberse discutido a espaldas de los ciudadanos en el más estricto secretismo y cuyas áreas de discusión exceden de un simple intercambio de bienes entre los países miembros.

Bajo una subrepticia apariencia del fomento de un intercambio comercial y de información, subyace el objetivo geopolítico de frenar el poder de China en EE.UU.; el TPP amplía las posibilidades de los productos "Made in América".

Pero veamos por qué es polémico el pacto y cómo impacta en algunas industrias. En cuanto a la industria farmacéutica, persigue la expansión del plazo en la exclusividad de las fórmulas empleadas para la creación de medicamentos genéricos que traten enfermedades como el cáncer o el VIH, lo que provocaría un incremento de costos, dejando los tratamientos fuera del alcance a los países más desfavorecidos.

En tanto que la industria automovilística es un sector clave, de forma que con anterioridad al acuerdo ya EE.UU. y Japón habían firmado un acuerdo bilateral. Los países han acordado los requisitos mínimos para que un vehículo fabricado dentro de la región abarcada por el TPP pueda ser vendido libre de impuestos, lo que haría peligrar miles de puestos de trabajo en México. Por último, en Internet el acuerdo obliga a la eliminación de leyes de censura y contribuirá al crecimiento de los nuevos mercados gracias a las reglas que facilitan el comercio a través de la Red. El acuerdo elimina la obligación, hasta ahora, interpuesta, de que una persona o empresa debe alojar sus datos en el extranjero como condición para entrar en el mercado de otro país.

Ante este panorama incierto, los sindicatos han alzado su voz. Aunque el acuerdo reconoce el derecho de los trabajadores a crear un sindicato, salario mínimo de horas trabajadas o la protección contra la discriminación, critican que se haya celebrado a espaldas de los implicados, proclamando una apertura a la discusión, en la que se analice las implicaciones con los actores políticos, sociales y medioambientales involucrados.

Soterramiento de la vía férrea

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En la edición del 23 de noviembre, fue publicado en el titular que se confirmaron $1.000 millones para el diseño del soterramiento de la vía férrea en Concepción. Llama la atención que este supuesto "anhelo centenario", como dicen algunos a quienes llamaremos "soterradores", es traído a colación sistemáticamente como un verdadero credo acerca de "la" solución para todos los problemas urbanísticos del centro cívico de Concepción, tratando de convencer a la opinión pública acerca de su posición.

Este "anhelo" inmobiliario no surgió sino hasta el año 1995, fecha en la cual se adoptó la nefasta decisión de eliminar por completo la Estación Central de Concepción, con su patio y maestranza, reduciéndola a un paradero inhóspito que no se condice con la importancia de la ciudad y su movimiento de carga (primero a nivel nacional). Punto aparte fue la "oportuna" medida de trasladar la Intendencia al edificio de la ex estación, para que nunca más recuperara su esencia ferroviaria.

Antes de 1995, a nadie le importaba la costanera ni el desarrollo que había tenido el barrio actual de Aurora de Chile. De lo contrario, hace muchos años tendríamos una costanera como otras ciudades en el mundo, sin culpar a la vía férrea de ello.

Estamos de acuerdo que la extensión del patio y maestranza era susceptible de ser reducido, tal como se hizo -a modo de ejemplo- en Toronto, Canadá, en una situación muy similar a la estación de Concepción, pero que por ningún motivo fue eliminado, conservando así 13 vías a cuyos costados hay rascacielos y hoteles de 5 estrellas. También concordamos que es imperioso desnivelar -no reducir o eliminar- la vía que cruza el centro cívico de Concepción, pero no estamos de acuerdo con la forma que se está forzando el soterramiento.

Lo que ningún soterrador hizo, fue rasgar vestiduras cuando el nuevo Mall Plaza Mirador Biobío cortó para siempre las calles Freire y Maipú en su proyección hacia el río, en el tramo a soterrar supuestamente entre Víctor Lamas (Esmeralda) y Los Carrera. Tampoco mencionan que Víctor Lamas y Los Carrera ya están desnivelados con pasos sobre y bajo nivel, respectivamente; y que Barros Arana nunca tendrá conexión al río por la actual Intendencia. En síntesis, el "centenario anhelo" se reduce a la conexión de Chacabuco con el Puente Bicentenario, Cochrane, San Martín y O'Higgins.

El soterramiento es la alternativa más cara, difícil, limitadora de la operación ferroviaria, radical e irreversible. También existe el terraplén, la trinchera y el viaducto, soluciones que permiten desnivelar todos los atraviesos, incluso hasta Prieto, sin afectar notablemente la operación de trenes. Algunos dirán: ¿Y si Viña soterró, por qué nosotros no? Fue una pésima solución que tiene estrangulado el tráfico de carga (solo nocturno con limitaciones de gálibo) y condicionado el retorno de un tren rápido a Valparaíso. Ahí se confundió un "Metro" o un "Tren Suburbano" de pasada, con un ferrocarril para carga y pasajeros.

No cometamos el mismo error en Concepción, salvo que el lector esté dispuesto a que todo el tráfico de carga por tren a los puertos de la Región del Biobío, sea traspasado a camiones con remolque que transiten por las calles, avenidas y puentes del Gran Concepción.