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El dinero, la acumulación y la colusión

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Así como no me parece que el Simce sea la creación de nuestro excesivo nivel de competitividad, no creo que el dinero sea el origen de nuestro afán de competencia en la economía.

El dinero, tal como las evaluaciones cuando nos referimos a sistemas educativos, son medios simbólicos de intercambio. A través de ellos podemos entender de manera simple, resumida y rápida lo que el otro nos quiere decir. Cuando pasamos del trueque al uso de la moneda, estamos ampliando la escala de los intercambios que podemos hacer. Esto sucede no sólo cuando surge la moneda acuñada en metales nobles, sino también cuando utilizamos algún material que nos señale el valor de ciertas cosas, en términos del valor social de dicho bien y su correlato en términos de el interés social que despierta para el intercambio, es decir, cuán apreciado es dicho bien en el mercado.

Al definir el valor de los bienes según su nivel de "deseabilidad" aparece un primer problema, puesto que su valor ya no depende de quién lo "creo": el artesano que transformó la materia prima en un bien distinto a través de su trabajo, sino que el valor viene dado desde fuera, desde la demanda. ¿Es culpa del uso de la moneda? No. Es culpa de quienes no reconocemos el valor trabajo en los bienes y servicios que consumimos.

¿Cómo hace la industria para invisibilizar dicho trabajo? Pauperizando a los trabajadores, pagándoles lo mínimo para subsistir y alimentando el discurso de "no morder la mano que te da de comer". Como todos estamos metidos en el mismo sistema el proceso empieza a naturalizarse, y nos resulta obvio, que todo el mundo quiera minimizar sus costos, aunque eso implique pagar sueldos de hambre, esclavizar (lo digo literalmente) personas, recurrir al trabajo infantil.

La otra opción es subir los precios de venta. ¿Cómo? Obligando a los pequeños proveedores a venderme al precio que yo, gran intermediario, quiero pagar, obligándolos a vender sus productos por menos que sus precios de costo con tal de no perder la producción. Algo así como el valor de los impuestos cobrados por el señor feudal a sus vasallos, que los despojaban de la cosecha que les permitía su propia subsistencia. ¿De qué otra forma? Asociándome con otros vendedores para cobrar todos el mismo elevado precio, así todos ganamos. ¿Y el libre mercado? Ese es un invento para la pequeña empresa y los emprendedores.

A esto además le sumamos los subsidios del Estado a la gran empresa. ¿Una locura? No, es bastante cuerdo. Es la base de la acumulación: "nosotros tenemos que tener más". El problema es que ese nosotros cada vez nos queda más lejano.

Tratamiento paliativo

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La información aparecida en El Sur el domingo pasado, página 6, con el título "Pacientes hospitalizados en casa…médico viene a domicilio", es una noticia preciosa. No se especifica en el artículo si es el equipo de tratamiento paliativo que visita a los enfermos terminales en sus casas. Pero es el mismo concepto: van a controlar y medicar al paciente a su domicilio…allí rodeado de sus afectos es más saludable la espera del destino.

Lo vivimos con nuestra amada paciente porque fue su condición la que nos llevó a conocer de este programa que para ella y nosotros fue un tremendo apoyo en esos días tan pencas que tiene la vida.

Llamaban avisando la visita, no les tomaba más tiempo desde el Hospital a Sotomayor 470 donde los recibíamos. Nuestra paciente se iluminaba con su arribo y la saludaban como si la hubieran conocido de toda una vida y ella se transformaba. Su rostro volvía a sonreír y nos instruía para que le ofreciéramos café, jugo y nosotros solícitos corríamos a hacerlo, pero ellos se abocaban a chequearla y nunca aceptaron sus ofrecimientos.

Nos instruían de cómo ayudarla. Evitar el dolor era el propósito. La medicina llegaba junto con ellos. Nunca terminé de dar gracias a Dios por esta visita, la más ilustre que estuvo e nuestro hogar. Profesionales de la salud jóvenes, plenos de la energía de sus conocimientos, 2.0, y la asistente social, tremenda y solidaria profesional.

La salud pública puede ser criticaba por las colas, las atenciones programadas que se suspenden o las largas esperas por una atención. Debe ser cierto porque son muchos los reclamos públicos. Pero ¿Quién agradece y destaca a la larga lo bueno que entregan la salud pública? Mi paciente recibió todo lo necesario del Servicio de Salud del Hospital Regional y del equipo de tratamiento paliativo del Hospital de Coronel.

Ella finalmente partió hace ya cuatro años, pero al leer El Sur no podía dejar de recordar lo bueno que esto fue y solo quiero que los potencien porque para qué ocupar una cama de hospital, vámonos a casa, si allí tenemos quién nos acompañe porque este servicio móvil a domicilio lo encuentro espectacular.

Esto les quería compartir porque El Sur me llevó a recordar lo vivido con mi paciente favorita.

¿Revolución o evolución?

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En un contexto político y económico determinado por la crisis de confianza hacia las empresas, instituciones y líderes de opinión; las prioridades del país parecen haberse centrado en la protección de recursos y capitales, en detrimento de la creatividad e innovación. Paradigma que se da justo en el momento en el que ambos conceptos se convierten en las principales herramientas para generar la diversificación de la economía nacional. Entonces, la pregunta que surge a raíz de esto es, ¿Chile está dispuesto a innovar?

Los números hablan por sí solos. La Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos en 2014 registró que nuestro país trasandino inscribió 64 nuevas invenciones, cifra que si bien duplica las patentes inscritas en los últimos cinco años está lejana de economías emergentes en el panorama internacional, como la India que triplicó sus números durante este mismo período.

Esto se explica porque Chile es país en vías de crecimiento -con ingresos aproximados a 23.000 dólares per cápita-, pero que tiene una mentalidad conservadora, corporativa, que no toma riesgos. Nuestra cultura aún no está preparada para enfrentarse a nuevos desafíos y retos, y eso nos aleja de las naciones más innovadoras que incitan desde el colegio a no temer ser distinto y ponerse a prueba.

Así aquellas organizaciones o países que apuestan por la innovación y el cambio atinan a comprender la clave para facilitar un posicionamiento estratégico y la detección de necesidades específicas en los distintos mercados, algo más que necesario en este periodo en el que América Latina ha comenzado a ser impactada por una situación internacional tambaleante.

Perfilémonos como país dispuesto a dar el paso. El paso de la evolución. Debemos entender que este camino no sólo determina la diferencia entre el éxito y el fracaso, sino que es una filosofía mucho más accesible de lo que pensamos. De la idea más trivial, puede llegar el éxito de una empresa que le haga introducir algo transgresor a un mercado aburrido que necesita gente se se lance.