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Comunicación y afecto para abordar el mal rendimiento escolar

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A un mes de finalizar el año académico es posible que algunos estudiantes ya hayan asumido que terminarán el año con malas calificaciones o incluso lo perderán. Un problema complejo que debe ser necesariamente abordado por la familia y el establecimiento en su conjunto.

Lo primero que se debe tener presente es que el mal rendimiento académico responde a distintas causales, por tanto, la forma de afrontarlo por parte de la escuela y de la familia es distinta. Cada alumno es un universo que requiere una atención especial.

Al evaluar el rendimiento académico de sus hijos, los padres deben considerar que hay cursos donde se suelen presentar mermas, por ejemplo en quinto básico, séptimo, octavo y tercero de enseñanza media. Esto responde, por una parte, a la articulación que existe entre los distintos niveles, por ejemplo hasta cuarto básico los estudiantes están expuesto a un número reducido de profesores y en quinto suelen tener un docente por cada asignatura.

A esto se suma que se presentan cambios importantes a nivel del currículum y exigencia en estos cursos y que los estudiantes se encuentran experimentando una serie de cambios relacionados con su etapa de desarrollo que habitualmente repercuten en el rendimiento. Ahora, si bien se observa este fenómeno, habitualmente al año siguiente los rendimientos tienen a presentarse de forma más estable siendo similares a los previos.

Un error que habitualmente comenten los padres es tratar de mejorar el rendimiento castigando a sus hijos. La sanción carece de efecto, porque la mala calificación es una consecuencia y no un comportamiento. Es distinto si las sanciones se asocian a comportamientos específicos como el estudio o la realización de tareas, además las sanciones no inciden en la calificación, y generan a su vez como efecto adverso ya que el estudiante puede experimentar aversión por el estudio o la escuela.

Es importante que de utilizarse alguna sanción, ésta sea proporcional o coherente con el problema o conducta que se desea castigar.

En este sentido, por ejemplo, privarlos de las vacaciones en caso de repitencia no tendría el efecto deseado, siendo además muy complejo de implementar ya que no solo se priva de las vacaciones al estudiante sino que al resto de la familia, ya que ésta debe garantizar que la sanción se cumpla.

Tampoco es recomendable realizar comparaciones entre hijos, ya que el hermano que presenta bajos rendimientos está expuesto a desarrollar un patrón de desesperanza frente a las actividades académicas.

Además, aun cuando los padres no lo expliciten, los hijos se dan cuenta de que existen estas diferencias y que para su hermano(a) el tema académico aparentemente es más fácil.

En este sentido, lo importante es que los hijos sientan que sus padres los apoyan frente a este tipo de dificultades, lo cual se hace sobre la base de una comunicación cercana, comprensiva y cariñosa.

Nuevas tecnologías pueden alterar la percepción del tiempo

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El uso de la tecnología en la vida cotidiana suele resolver algunos problemas que surgen en el camino. El chat, los recordatorios, la alarma para despertar y la fotografía, por nombrar algunos, forman parte del funcionamiento de la sociedad del nuevo milenio.

La fuerte dependencia a este tipo de dispositivos puede generar un cambio en la percepción que tenemos del tiempo. Por ejemplo, al estar tanto rato sumidos en el smartphone, los usuarios pierden la noción del horario o piensan que el tiempo avanza más o menos rápido.

Aoife McLoughlin, sicóloga e investigadora de la UniversidadJohn Cook con sede en Singapur, afirma que el uso de estas herramientas digitales han ayudado a generar una sociedad tan eficiente como ociosa.

Sin embargo, la especialista también sugiere que las nuevas tecnologías provocaron cambios importantes en la forma de procesar información y la ejecución de actividades, lo que derivaría en una alteración en la percepción del tiempo.

"He encontrado algunos indicios de que la interacción en sociedades tecnológicas y tecnocéntricas ha aumentado este tipo de "marcapasos" en nosotros. La tecnología puede ayudar a que trabajemos más rápido, pero también nos hace sentir más presionados por el tiempo", señaló McLoughlin en un comunicado institucional.

"Como la velocidad del ritmo de vida aumenta, la sensación subjetiva del tiempo disponible disminuye a la par, causando una sensación de estrés por el tiempo dentro del individuo", añadió la doctora en sicología.

McLoughlin remarcó la importancia de apagar los aparatos móviles y desconectarse de internet cuando se busca el descanso y el relajo y dejar atrás el miedo a la falta de productividad en el trabajo o al abandono a la vida social.

"Lo que estoy argumentando es que hay una genuina base cognitiva cuantificable en este consejo, en lugar de simplemente estar a punto de dar un paso atrás", señaló. "La meditación y la atención podrían ayudar a estar 'en el momento' y entender que la hora del reloj real es estable y realmente no pasa más rápido", sentenció.