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Hospitalización domiciliaria: Salud a las puertas de la casa

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Mónica Cáceres cree que fue cosa de Dios que a su hermano Miguel se le quemara el local que tenía en la Vega Monumental.

Dice que si ese puesto no hubiese desaparecido durante el incendio de enero de 2010, seguramente nada habría obligado a Miguel a hacerse cargo del taller mueblista que don José, el papá de ambos, mantenía en la casa que todos comparten en el sector de Santa Sabina en Concepción. Que Miguel volviera a trabajar a la casa permitió que cuando don José cayó hospitalizado por una neumonía, los hermanos pudiesen turnarse para acompañarlo en el hospital.

No podían ir ambos a la vez, porque la madre del clan, la señora Nelly Riffo, sufre una úlcera varicosa y además ve muy poco, por lo que mientras un hermano visitaba al padre en el Hospital Regional, el otro cuidaba a la madre en la casa. Mónica incluso tuvo que pasar algunas noches durmiendo en una silla mientras acompañaba a don José. Así, la enfermedad del padre había dividido a los Cáceres Riffo.

Esa dinámica, que viven muchas familias cuando alguno de sus integrantes se hospitaliza, tiene una variante que puede ser la solución a varios de esos casos: la hospitalización domiciliaria.

BENEFICIOS EXTRA

El modelo de atención consiste básicamente en que a diario, pasadas las 9 de la mañana y hasta las 5 de la tarde, sale en un furgón desde el Hospital Guillermo Grant Benavente un equipo médico que va a los domicilios para administrar medicamentos, conectar o desconectar al paciente a máquinas de alimentación, y tomar exámenes de sangre o muestras de orina. Además aplican rutinas de kinesioterapia, respiratorias y motoras, practican también curaciones avanzadas de enfermería, y cultivos de secreción bronquial.

Atienden a pacientes con diferentes patologías, entre ellas neumonía, accidentes vasculares o infecciones urinarias. También capacitan a las familias para que apoyen correctamente la atención del enfermo. Porque no es sólo llegar y dejarlos en sus casas.

El programa se inició el año 2010, justo tras el terremoto. De lunes a domingo presta atención a pacientes, que aunque siguen el régimen indicado por el hospital, lo hacen ahora desde la comodidad de su casa. La idea de fondo no obedece a buscar una solución a la habitual falta de camas que sufren los hospitales de Chile, sino que apunta a lograr los beneficios que entrega a un enfermo el contar continuamente con la compañía de sus seres queridos.

Ven un promedio de 5 pacientes al día, de comunas como Chiguayante y San Pedro de la Paz, además de Concepción. En lo que va del año ya han atendido a más de 130 personas.

DEL CIELO A LA TIERRA

"Estar en el hogar incide directamente en la recuperación del paciente. Con un estado de ánimo positivo la mejoría se nota más, porque la situación mental y funcional son valores agregados al tratar al enfermo en su casa", cuenta Elisa Miranda, la médico general que lidera este equipo de atención domiciliaria.

Confiesa que se ha dado cuenta que a veces para las familias ir al hospital es complicado, ya sea por temas económicos o simplemente porque acompañarlos en la noche también es difícil. Agrega que según su experiencia, en donde más se nota esa mejoría es en pacientes que tienen compromiso funcional. Por ejemplo en adultos mayores, que al estar hospitalizados pierden la costumbre de hacer sus rutinas normales, como ir al baño o asearse solos. "El impacto de estar en una cama de hospital sin la posibilidad de contar con alguien cercano las 24 horas los deprime, y a veces hace que pierdan el control de funciones básicas", explica la profesional.

El equipo de atención domiciliaria también lo integran las enfermeras Paula Guzmán y Leslie Silva, el kinesiólogo Felipe Baeza, y la técnico paramédico Elena Arévalo, además del experimentado conductor Luis Vidal.

"A veces pasa que en algunos casos de pacientes que están hospitalizados en sala y que por lo tanto no están en su ambiente habitual, se tienden a desorientar y se ponen agresivos. Luego, al pasarlos al régimen domiciliario, ese comportamiento se modifica del cielo a la tierra. Nosotros vemos el cambio cuando llegan a casa, con su familia, su ambiente, sus cosas, y al atenderlos parecieran ser otra persona, mucho más amable y contenta", cuenta la enfermera Paula Guzmán.

DAR MÁS AMOR

Una de las cosas que más aprecia don José al estar en su casa, es que puede escuchar todo el día sus rancheras favoritas si así lo quiere, y además recibir visitas sin límite. Entre ellas, las de algunos pastores evangélicos del sector Santa Sabina que lo acompañan de tarde en tarde.

Así, mientras él escucha rancheras, en el taller de muebles que heredó a su hijo Miguel, este último sigue fabricando mesas, sillas, closets y muebles de cocina, todo en la comodidad de poder ver a su padre en todo momento.

En tanto Mónica, la hermana de Miguel, que se dedica a las labores de la casa, cuenta que además de las atenciones médicas que recibe su padre, los miembros del equipo de salud le han enseñado a vestir, mudar, y alimentar a don José. Todas tareas, que sumadas a los cuidados que debe recibir la madre del clan, también en delicada condición de salud, los hacen estar ocupados todo el día en función de ellos.

En todo caso, aclaran que no hay problema con eso, y que es un precio que para ellos no existe, ya que sin esta modalidad hospitalaria no podrían permanecer unidos como familia.

Los tiempos de pasar la noche en el hospital durmiendo en una silla con tal de acompañar a don José, ya pasaron. "Acá le podemos dar más amor", dice Mónica. Eso, recalcan los hermanos Cáceres, tampoco tiene precio.