Ser una excelente trabajadora, una buena pareja, la mejor mamá y en excelente estado físico son parte de las múltiples exigencias que la mujer actual debe enfrentar, todo con el objetivo de ser parte de una sociedad regida por estereotipos de éxito, belleza y perfección.
Es que si bien ha habido avances en materia de género esto no ha sido gratis, pues ha convertido a las mujeres en víctimas fáciles del estrés y de trastornos ansiosos o depresivos.
Es así que ante las exigencias y las consecuencias de asumir múltiples roles, vivir en bienestar integral se ha vuelto un desafío difícil de alcanzar, pero no imposible. Así lo afirma Bárbara Porter, psicóloga y académica de la Universidad Adolfo Ibáñez, quien expuso el tema "Mindfulness: cultivando el bienestar en la vida personal y laboral" en el Encuentro de la Asistente y Secretaria Ejecutiva (Ease) 2015, organizado por Irade, llamado "Empoderadas, ¿y felices?" y que se realizó el recién pasado fin de semana en Concepción.
ESTAR PRESENTE
Desde el punto de vista de la autora del libro "La vida es ahora. Los beneficios de mindfulness en el día a día", para alcanzar el bienestar se requieren cambios personales profundos que vayan de la mano de vivir de manera más sana, conectada, consciente y también amable. "Muchas veces estamos con nuestro cuerpo en un lugar físico, pero nuestra mente está viajando al futuro o al pasado, imaginando escenarios que muchas veces no ocurren o comparando con que lo pudimos haber hecho mejor, porque debería estar más flaca, debería ser mejor mamá y pasar más tiempo con mis hijos, pero cuando estoy con ellos estoy pensando en el informe que debo hacer mañana, y así un largo etcétera, todo forma parte de un discurso interno que es súper crítico y que genera mucho sufrimiento", afirma.
Porter explica que si bien todos los seres humanos tenemos la capacidad de estar en el momento presente, de la misma manera nos sumergimos en el piloto automático, en una vorágine de pensamientos y juicios, pues la mente está acostumbrada a hábitos dañinos como la autocrítica. "Hay un científico que dice que la mente es una herramienta con la que todos nacemos, es como si naciéramos con un martillo: éste puede construir una casa, pero también puede destruirla. La clave es ser consciente que tenemos esta herramienta y depende de nosotros el uso que le damos, cómo la cultivamos, pues de ella depende nuestro bienestar", sostiene.
Por eso, aunque uno tienda a pensar que la mente funciona automáticamente debido a la atención y la memoria, y que sólo hay que llenarla con contenido; el entrenamiento constante de la mente como la herramienta básica de la transformación. "La atención plena es tanto una experiencia como también el resultado de la práctica de cultivar ésta, para lo que no se necesita nada más de lo que ya tenemos: cuerpo, respiración y consciencia", puntualiza.
-La aceptación es el paso que se necesita para cualquier cambio. Desde la perspectiva del mindfulness, la aceptación no significa resignarse y decir que está bien todo lo que me pase o que no queda otra porque es lo que me tocó. Tampoco es una actitud pasiva, sino que es una manera muy activa de relacionarse con la realidad, deteniéndose y mirando sin maquillaje toda mi experiencia en ese momento, sea lo que sea que esté pasando o sintiendo. Desde allí tomo consciencia con apertura y me doy cuenta si tengo que cambiar algo.
-Uno tiene la idea de que mientras más se crítica a sí mismo mejor le salen las cosas, pero hay varios estudios sobre esto y no es así: las personas que son más autocríticas pueden tener mejores resultados en el corto plazo, pero en el mediano plazo son mucho menos eficientes, tienen menos logros que quienes son aceptadoras consigo mismas, pero no desde la autoindulgencia, sino que desde la capacidad de poder decir "me equivoqué, voy a tratar de hacerlo mejor la próxima vez".
Además, hay estudios que muestran que una mente muy autoflagelante y autocrítica está muy relacionada con trastornos mentales como ansiedad, depresión y también con el estrés.
-En psicología durante muchos años se habló de que una alta autoestima era una de las claves para estar bien. Pero la ciencia trajo de vuelta un concepto oriental muy antiguo: la autocompasión. En occidente esto se entiende como lástima, pero desde la perspectiva del mindfulness la autocompasión es una actitud de amabilidad con uno mismo cuando se está en problemas. Porque si uno tiene una amiga a la que le fue mal en su examen de grado, uno la contiene, la trata con cariño, no le dice que es tonta. Pero, ¿qué pasa cuando es uno el que vive la situación? Todo lo contrario.
Con esta actitud de autocompasión el llamado es a que seamos capaces de dirigirnos a nosotros mismos con la misma actitud de amabilidad y contención con que nos dirigimos a un buen amigo. Es ser consciente que yo también puedo ser mi mejor amiga, que no tengo que vivir con una maltratadora interna, que me equivoco y que luego lo podré hacer mejor.
-La forma en cómo nos relacionamos con nosotros es un espejo de cómo nos relacionamos con los otros y lo que muestra ahora la ciencia es que probablemente la forma en que nos relacionamos con nosotros fue la forma en que nuestros padres se relacionaron con nosotros. Entonces son modos de relación aprendidos y que tal como se aprendieron se pueden desaprender para aprender otros.
Para ello el primer paso es tomar consciencia, poder observar este discurso interno, qué me digo y cómo me lo digo, asumiendo que por el hecho de ser humanos estamos expuestos a vivir experiencias amables y también dolorosas, y tenemos que aprender a vivir y disfrutarlas, tenemos que estar presentes en ellas, pues estando presente en algo tan simple como comer algo rico podemos encontrar un nuevo sabor y textura que no notaríamos si estamos viendo televisión.