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El Premio Municipal de Arte que aporta desde el flamenco

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Se emociona, aunque trata de disimularlo. Ello, por más que la claridad de sus ojos demuestren otra cosa. Detrás de esa imponente altura sobre el metro 80 centímetros, se deja ver una persona de aquella sensibilidad tan propia de los artistas con carreras que merecen aplausos y vítores, sobre todo, por su aporte.

En el caso de Antonio Amaya un legado proyectado en la ciudad que lo vio nacer hace 84 años, de los cuales más de medio siglo ha dedicado al cante flamenco. Ciertamente, una expresión muy arraigada en Concepción, si consideramos que actualmente bordean en 30 las escuelas dedicadas a la enseñanza del flamenco. "Cuantitativamente más que en Santiago", dice este penquista con sangre española por el lado su madre, Adelina del Carmen Amaya.

Orgulloso de su veta artística y dueño de una voz ronca, con la que se pone a tono con la escuela de Manolo Caracol; Amaya hace ya un rato sumaba los méritos como para ser condecorado con el Premio Municipal de Arte.

Es éste el que le comunicó el propio alcalde Álvaro Ortiz el 10 de octubre pasado, para grata sorpresa de este padre de tres cariñosos hijos. "Bendito sea Dios, le dije al alcalde cuando me lo comunicó", comenta el cantaor, cuyo nombre jurídico es Antonio Concha Amaya.

"Este reconocimiento lo siento como una legitimidad de lo que se ha hecho durante los últimos 50 años. Pero también lo recibo con mucha humildad y modestia, compartiéndolo con todos aquellos que participan en las actividades flamencas en Concepción. Sinceramente, envuelve a todos los que lo cultivan", expresa, quien actualmente pasa gran parte del día en el Centro Español.

Cuenta que con la entidad mantiene una relación que se remonta a 1947, época en la que llegó a jugar basquetbol y fútbol representando a la comunidad de la Madre Patria.

Con algo de picardía, evidenciada en su rostro, reconoce que más que los logros deportivos, recuerda con especial cariño los "malones" que se armaban en las dependencias del espacio ubicado frente a la Plaza Independencia. "Que costumbres más sanas eran aquellas", resume sin acotar más, quien hace 20 años asumió como director Cultural de la entidad.

En este cargo, Amaya ha desarrollado una agenda de actividades mensuales en el "Centro", abarcando desde la literatura a los espectáculos en vivo. Es allí donde su personalidad aún brilla frente al público que lo aplaude en cada uno de los eventos de flamenco que se organizan ahí, y cuyo promedio de asistencia alcanza las 100 personas en 6 espectáculos.

PURA PASIÓN

Antonio Amaya descubrió los sonidos flamencos siendo niño, a los 12 años, cuando de visita en una casa de una amistad penquista juntos a su madre se topó con un calendario. "Me llamó la atención el motivo flamenco que tenía", dice, quien un año después de aquella escena -en casa de su amigo Rafael Vilches- escuchó por primera vez a Manolo Caracol.

La conexión con esta expresión de la cual hay más de 30 estilos, fue inmediata. Y eso se proyecta hasta el presente.

Al respecto, acota, conocer a su amigo Pepe Lucena -cantaor de origen talquino fallecido a los 88 años en 2011- sirvió para sellar su carrera en el cante.

"Siento como una necesidad vital de cantar, y una vez que lo hago me queda una especie de tranquilidad. Me produce una grata sensación, cuando veo la expresión de las personas que tengo al frente. Y, además, en el último tiempo Dios me ha permitido comunicarme a través de los cantos religiosos y, en especial, en la misa flamenca", comenta, quien pudo realizarla por primera vez el 14 de diciembre de 2014 -pidiendo por la paz del mundo-, en la Catedral local.

Este mismo montaje de una hora, para el cual tiene toda la disposición de montar nuevamente en éste u otro templo católico de la capital regional, lo acaba de presentar en Los Ángeles, el pasado 11 de octubre con gran acogida en la iglesia San Francisco.

- Claro que sí, y te cuento que en este momento estoy preparando material para dar clases sobre la cultura flamenco/andaluza para ofrecerlas en alguna universidad, liceo o colegio. Mi idea es ilustrar a la gente sobre esta expresión que viene de tan lejos.

- Sinceramente lo que ha hecho José Miguel, un tremendo coreógrafo, es un lujo para Concepción. Y desde mi modesta opinión es que este trabajo debiera ser conocido en otras ciudades del país, para que se dimensione la calidad de lo que se ha hecho acá.

- Por supuesto, como una de las expresiones culturales de calidad.