Sensibilización del cuerpo es uno de los beneficios de la danza
Uno, dos, tres… Comienza a sonar la música, y pies y brazos inician su movimiento. El ritmo va dirigiendo los pasos, creando figuras en el que los cuerpos son la materia prima. "La danza es democrática", afirma Luis Corvalán, artista coreográfico y profesor del Departamento de Danza de la Universidad de Chile, quien junto a Natalia Díaz Medina, psicóloga e intérprete en teatro físico y danza, dirige el proyecto de danza Revuelo (ver recuadro).
Según explica, la iniciación en el movimiento siempre produce un efecto positivo, no sólo en quien la ejecuta, sino que también en el espectador, por lo que la danza puede bien ser vista como un proceso de crecimiento y sanación corporal o mental.
"Hay distintas dimensiones. Por un lado el que decide entrar al universo de la danza de manera práctica y, por otro, el que se quiere aproximar como espectador. Pero es importante recordar que el abanico del movimiento es muy amplio, las danzas folclóricas, tradicionales, modernas, contemporáneas, prácticas de yoga o de meditación, todo ello lleva a las personas a un lugar distinto del cotidiano, se produce un nuevo entendimiento y percepción de las relaciones que se generan en el trabajo, en el mundo ordinario, en el transitar de un lugar a otro. El cuerpo está mucho más presente", sostiene Corvalán.
Las diversas iniciativas culturales existentes han permitido ofrecer espacios para que cada vez sean más las personas que se atreven a dejar los prejuicios atrás y comenzar a desarrollar sus potencialidades a través de la acción corporal. En este sentido, el también actor e investigador, puntualiza que "cada día hay más gente que se va incorporando a la danza, descubriéndola como un camino para mejorar, para canalizar sus problemas, deseos e inquietudes. La danza va removiendo y transformando el deseo de descubrir. Al entrar a este universo se abren muchas maneras de observar, ya no son las miradas cotidianas, sino que cambia la percepción de todo, incluso de sí mismo".
BENEFICIOS
Luis Corvalán -mientras con instrumentos musicales va marcando el ritmo en la sesión de danza en la que participa un nutrido grupo de artistas de distintas edades-, asegura que siempre detrás de cada encuentro de danza hay un proceso de transmisión y pedagogía, que permite convertir el movimiento en aprendizaje.
"Las personas se van sensibilizando respecto de lo que son y lo que tienen, en relación con el entorno. El tema de la sensibilización y las percepciones no son algo que se vea o se enseñe en la educación formal, como la educación básica o media, pero es fundamental. Lograr un cuerpo sensible permitirá comprender y escucharse a sí mismos. En ese sentido, la danza trae beneficios muy grandes, cambia la percepción que se tiene hacia uno y hacia mundo", planteó.
Sobre este punto, Natalia Díaz añade que la danza contemporánea da un vuelco al entendimiento del concepto tradicional de lo que es la danza, debido que "en esta disciplina se trabaja con cuerpos que no necesariamente tienen que ser profesionales o muy virtuosos, sino que se democratiza la danza para que sea accesible a todo tipo de cuerpo y todo tipo de persona".
Detalla que "la danza abre puertas a la sensibilidad, pasa por lo espiritual, lo mental, lo corporal y lo social. Es un camino que permite abrirse a muchas posibilidades, llegando al bienestar. En la medida en que las personas son más conscientes de su cuerpo, se van a sentir mejor", expresó.
NO HAY EDAD
En el grupo que baila de acuerdo a la velocidad que marca el ritmo musical hay mujeres hombres adultos, y también niños, pero al estar todos moviéndose conectados, no se distinguen las diferencias entre unos y otros. "Es lo democrático de la danza. Todos pueden participar en ella, no importa si tienen dificultades, si son abuelos o si nunca han bailado. Al generar el movimiento se van llenando de energía y lo más importante es que se van dando cuenta que junto a ellos hay otras personas más, totalmente normales, con quienes van compartiendo y retroalimentándose de toda esa nueva energía", sostiene Díaz.
Corvalán agrega que en el caso de los niños que se inician en la danza el beneficio es directo. "El desarrollo psicomotriz se afina, adquieren habilidades rápidamente. Los niños absorben mucho más veloz la información", plantea.
No obstante, el académico aclara que el hecho de que para los menores sea un proceso notoriamente más rápido, no implica que sea el único momento para comenzar a moverse, pues tiene certeza de que no hay edad para generar habilidad, sólo se necesita de un deseo para poder comenzar.
"El desarrollo lo va a ir dando la práctica misma. Hay adultos mayores a quienes también les interesa el movimiento, con el tiempo ellos van mejorando, soltándose mucho más. Y otro aspecto que también es relevante es la capacidad de sentirse creadores, que no es algo de edad, sino que es más profundo: uno puede ser creador hasta el día que se muera", plantea.