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"Cambio en el pensamiento del profesorado es la clave para el cambio en el paradigma escolar"

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Todos los seres humanos nacen dotados de una extraordinaria capacidad de aprendizaje y un tremendo potencial de desarrollo. Pero, de la misma forma en que el cerebro está dotado de infinitas posibilidades para aprender, está la potencialidad para reducir e inhibir esa capacidad.

Así lo afirmó la educadora Silvia López de Maturana, académica de la Universidad de La Serena, expositora central de un seminario organizado por la carrera de Psicopedagogía de Inacap Concepción-Talcahuano, jornada cuyo objetivo fue dar una mirada diferente al fracaso escolar, problemática que puede traducirse en repitencia y deserción escolar.

¿Qué hace que a un niño se lo tilde como fracasado escolar, considerando que tiene todas las potencialidades para no serlo? Según la profesional los ambientes que se ofrecen a los niños en los primeros años de vida pueden determinar la inhibición frente a la propensión a aprender que tienen todas las personas. Es que un niño pequeño no puede activar su potencial de desarrollo solo, necesita a alguien y ese alguien es la familia, los jardines infantiles y las escuelas, y es allí donde se debe proveer de ambientes donde el potencial de desarrollo pueda activarse.

PUNTO DE PARTIDA

"Cuando no se activa el potencial y el niño empieza a fracasar en la escuela es porque este potencial se fue anquilosando, fue quedando allí rodeado de capas de inseguridad e incapacidad, y si además te hacen creer que tú no puedes, es mucho más difícil después que la persona sea autónoma. Entonces, se repite el círculo vicioso y los que son más desaventajados terminan fracasando en la escuela y eso es muy triste porque podrían ser muy exitosos".

En esa línea, planteó que no se saca nada teniendo amplia cobertura y que todos vayan a la escuela, si no se asegura un punto de partida en que todos estén equilibrados. "Hay niños que entran al sistema con mucho déficit y otros con un punto de partida muy alto, hijos de padres profesionales, que tienen otros códigos lingüísticos, pero los que más lo necesitan siguen quedando abajo", dijo.

Así, queda demostrado que las falencias parten desde la sala cuna, porque los primeros seis años de vida son los más relevantes de toda la formación humana, etapa donde se aprende a caminar, hablar, controlar esfínteres, distinguir entre lo bueno y lo malo, socializar. Es por lo mismo que Silvia López de Maturana tiene la convicción de que el futuro es el niño o la niña.

Desde ese punto de vista, aunque sin una relación causa-efecto, la forma en que esos primeros años se dan, se transforman en una base que podría influir en un posible fracaso escolar futuro o, bien, transformarse en un factor protector al respecto.

ESCOLARIZAR V/S EDUCAR

El sistema escolar es otro actor protagónico al hablar de la propensión/inhibición de los aprendizajes. Sin embargo, la forma en que éste se está entendiendo y ejecutando no es la correcta, según la profesional. "Creo que el sistema escolar, valga la redundancia, está muy escolarizado y no tiene una mirada educativa, algo que parte desde la configuración de los espacios y tiempo. El mundo ha cambiado exponencialmente y las escuelas siguen estando igual que en el siglo XVIII: todos se siguen sentando uno detrás de otro, pero, ¿quién dijo que uno aprende mirando la espalda del otro? Uno aprende mirando a la otra persona, interpelándose los rostros, así se establece contacto", afirmó.

Es que la diferencia entre un sistema escolar y educativo es grande, pues mientras la escolarización apunta a repetir relaciones preestablecidas, la educación es la creación de relaciones. "Cuando educo creo contigo nuevas relaciones, te guío porque soy tu profesora, creo ambientes activos para que descubramos juntos, aprendo de ti y tú aprendes de mí. En un ambiente escolarizado ya tengo lo que voy a enseñar, porque así enseñé hace diez o veinte años atrás, y tú te sometes a ese contenido que ya tengo escrito cómo te lo voy a enseñar, entonces no tengo que crear nada nuevo ni menos hacértelo crear a ti. Es una distinción interesante y puntual del profesor Carlos Calvo para poder entender el problema de la escuela, ¿escolarizo o educo? La respuesta obviamente es que tenemos que educar", reflexionó.

CAMBIOS

En ese sentido, planteó que el cambio es necesario, pero que éste no será dado por una reforma y es aquí donde puso énfasis en el rol que tienen los profesores como mediadores de los aprendizajes y de poder revertir las determinantes que influyen en que un niño fracase en la escuela. "El cambio en el pensamiento del profesorado es la clave para el cambio en el paradigma escolar", aseveró.

En este cambio un punto de partida es el hecho de que todos los niños aprenden de manera diferente. Muy por el contrario a lo que se hace en la actualidad, donde el horizonte parece apuntar a la memorización, pues la escolarización trabaja en función de la verticalidad y mecanización de los aprendizajes, de la mera entrega de contenidos y no de la generación de aprendizajes significativos que van mucho más allá de lo netamente intelectivo. "Es un hacer como que estoy enseñando mientras el otro hace como que está aprendiendo. Hay un juego en que ambas partes quedan contentas, pero yo como docente no me he esforzado para saber si realmente estás aprendiendo y tú no te has dado cuenta de lo que implica el aprendizaje. Pero el aprendizaje es mucho más que memorizar un contenido, cuando uno aprende se abre un mundo y lo triste es que hay tanta gente que se ha quedado sin poder desarrollar esa capacidad", concluyó.