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Emprendedores: ¿Superhéroes o rockstars?

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Pareciera que hoy la tendencia en el mundo de la innovación es pedirle al emprendedor que sea un superhéroe.

Para hacer un emprendimiento se necesitan muchos elementos y se espera que el emprendedor sea capaz de dominarlos todos, sin perder el foco en la fórmula en que está trabajando. No sólo debe dominar el tema específico del rubro de su proyecto, sino que se exige que sepa armar un modelo de negocios con una visión estratégica, que entienda de finanzas y contabilidad, que se maneje en los asuntos legales, que tenga la habilidad de levantar capitales, que piense en el marketing y el branding para vender su idea, que sea operativo para escalar su emprendimiento, y, además, que tenga fondos suficientes para sobrevivir dos años sin ingresos hasta que su negocio empiece a dar utilidades.

Con esta tendencia en innovación, si uno encuentra a un niño con talento para el fútbol en Tocopilla, en vez de ayudarlo a desarrollar sus habilidades se le ofrecería ayuda para que aprenda a jugar de defensa y de arquero mientras encuentra equipo, enseñarle cómo identificar los equipos a los que debe mostrarse y cómo negociar con ellos para que compren su pase y que, cuando lo hagan, deba analizar todos los aspectos legales y financieros. Paralelamente se le enseñaría a hablar con marcas para obtener auspicios.

¿Creen que ese sería el camino correcto? ¿En qué momento desarrollaría su gran oferta que es jugar bien al fútbol delantero? Posiblemente nunca llegaría al Arsenal. Este modelo no sirve para el desarrollo del país y solo promueve un emprendimiento de elite, para quienes tienen recursos, medios y contactos.

En cambio, debemos entender que los emprendedores deben ser rockstars, no superhéroes. No hay que asesorarlos o enseñarles a hacer cosas en las que no tienen interés. Deben dedicarse a aquello en lo que son expertos. Tal como al rockstar, necesitamos proveerle de manager, sonidistas y roadies, para que el rockstar pueda dedicarse a componer canciones y tocar la guitarra.

¿Cuánto pierde Chile con todo los emprendimientos que mueren porque no cuentan con el apoyo para crecer?

Por eso hay que promover los espacios colaborativos, es el primer paso a un emprendimiento inclusivo donde hay actividades de formación y recreativas abiertas generando una posible red de colaboración para quienes no la tienen.

La sinergia acorta los tiempos de desarrollo, se trabaja con expertos y la creatividad fluye. Los espacios generan atracción a los inversionistas quienes se acercan a estos espacios generándoselos una venta más fácil.

Hay muchas personas compartiendo el mismo sueño por lo cual hay trueques de tiempo y/o asociatividad logrando el equipo necesario. Todo debido a una integración social donde hay colaboración, conversación y entretención, viendo las diferencias como una oportunidad.

Todos somos Bonvallet

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Monje, fakir y guerrero. Motivador sin filtro por excelencia y con ganas de incomodar a cuanto establishment existe, independiente de color político u otros, eran parte del sello de un personaje que tuvo mucho de eso, pero también de chileno. Fiel a su estilo, un 18 de septiembre de 2015, será recordado como el día en que el gurú, ese personaje creado en la mente de un loco lindo, dio su último respiro: por la prensa nos enterábamos del fallecimiento, producto de suicidio, de Eduardo Guillermo Bonvallet Godoy quien pudo, y de paso ayudando a otros, sortear cuanta adversidad se cruzó por su camino pero hubo una que fue siempre su compañera hasta el final de sus días: la depresión.

Es una enfermedad que no mide estratos sociales, poder adquisitivo, nivel educacional u otros porque, simplemente y una vez manifestada, impacta no sólo en la vida de quien lleva consigo ese yugo sino también en su entorno familiar, sus amigos y seres queridos. La canción "Everybody hurts" ("todo el mundo hiere") que tanto gustaba al gurú, servía de fondo para sus monólogos más profundos. (En parte dice, traducido: "Cuando tu día es largo y la noche, la noche es tuya solamente. Cuando estás seguro de que has tenido suficiente de esta vida, resiste. No te dejes ir, porque todos lloran y todos hacen daño algunas veces. A veces, todo sale mal. Ahora es hora de cantar. Cuando tu día es una noche solitaria, resiste si te sientes como soltándote, si piensas que has recibido muchos golpes de esta vida, resiste").

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en todo el mundo unos 350 millones de personas tienen depresión y, que para el año 2030, esta condición será la que más gastos por discapacidad y pérdida de años de vida generará, superando a los accidentes, las guerras, el cáncer o los infartos. En el caso de Chile, y según la última Encuesta Nacional de Salud (ENS), el 17,2% de la población tiene depresión, una prevalencia más alta que el promedio mundial, de un 15%. A esto se suma el alto índice de suicidios, que en casos extremos es consecuencia de esta patología y que ha aumentado un 60% en los últimos 10 años, según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que agrupa a 34 países , incluido Chile. En tanto, y según cifras del Ministerio de Salud nacional, el año 2010 la tasa de suicidios por cada 100 mil habitantes era de 11,7%.

El sociólogo francés Émile Durkheim establece el suicidio como un fenómeno social rompiendo, de paso, la tendencia tradicional de considerarlo como un fenómeno estrictamente individual y por ende sólo como objeto de la psicología o de la moral. Para ello, establece categorías (egoísta, altruista, anómico y fatalista) en base a la definición de que "Se llama suicidio a todo caso de muerte que resulte directa o indirectamente de un acto positivo o negativo, ejecutado por la propia víctima, a sabiendas de que habría de producir este resultado". Al respecto, desde ya le extiendo la más cordial invitación a adentrarse en esta teoría social para ahondar en su comprensión y, de paso, aprender a enfrentarla.