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Educación Física Adaptada se centra en necesidades del alumno

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La Educación Física Adaptada ha ido evolucionando a lo largo de la historia tanto de forma teórica como práctica, paralelamente a las actitudes sociales y al desarrollo de los servicios dedicados a atender las Necesidades Educativas Especiales. Es un área del conocimiento que está aún en evolución, es una disciplina históricamente joven, cuyo objeto de estudio es muy amplio y precisa también de la implicación y crecimiento de otras disciplinas que colaboran en su desarrollo.

Como apunta Puigdellívol (1986) si consideramos la Educación Especial como práctica intencionada de la educación de la infancia que presenta trastornos o déficit en su desarrollo, encontraremos las primeras experiencias en la educación de niños sordos en el siglo XIV. No obstante, estas experiencias no permitieron la creación de estructuras estables que garantizaran su continuidad. Institucionalmente, no es hasta el siglo XVII cuando se crea en Francia la primera escuela pública para niños sordos.

Pero si queremos situar a la Educación Física Adaptada tal y como se entiende en la actualidad, como una rama de la pedagogía vinculada a la educación en general, centrada en la educación y atención del alumnado con Necesidades Educativas Especiales, sus orígenes son muchos más recientes, situándose en la segunda mitad del siglo XIX y consolidándose durante el primer tercio del siglo XX. En función a nuestra área de estudio, al hablar de Educación Física Adaptada, nos estamos refiriendo a un proceso de actuación docente, en el que éste ha de planificar y actuar de tal modo que consiga dar respuesta a esas necesidades de aprendizajes de sus alumnos". (TORO y ZARCO, 1995, pág. 73).

Será en función de dichas necesidades que el profesor deberá llevar a cabo una programación de trabajo en la que se contemple la adaptación requerida, la cual podrá ir dirigida, bien a los objetivos, contenidos, metodología y evaluación (elementos de acceso del currículum), bien a aspectos tales como el tipo de relaciones personales, organización de espacios y tiempo, mobiliario y recursos, etc. (elementos personales y materiales). Se trata, por consiguiente, de un nivel de individualización de la enseñanza que contemple la necesidad del alumno de cara a su progreso.

Conocer estado de salud es clave para iniciar rutina de ejercicios

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En estos meses previos al comienzo de la temporada de playas y piscinas, son muchos los que se inquietan por los kilos extras y el abultado abdomen. Y si bien es cierto que la recomendación de los especialistas es preocuparse de mantener siempre una vida activa y saludable, aún se pueden hacer algunos intentos para llegar de buena manera a los meses más calurosos del año. La clave es complementar actividad física y alimentación saludable.

"Es necesario hacer actividad física regular durante el año, pero si nunca ha realizado rutinas de ejercicio físico o comienza en meses previos al verano, será necesario efectuar un chequeo médico preventivo y buscar asesoría de parte de un profesional de la Actividad Física, para determinar su condición física y así poder escoger la rutina más adecuada, tratando de evitar las complicaciones, molestias y futuras lesiones relacionadas con la práctica de la actividad", aconseja Yazmina Pleticosic Ramírez, académica de Pedagogía en Educación Física de la Universidad San Sebastián.

Paso a paso

La profesora de Educación Física entrega algunas recomendaciones.

"Las personas que no están adaptadas a una rutina de ejercicios físicos pueden comenzar realizando actividades de intensidad baja o moderada, dos o tres veces a la semana por alrededor de 30 minutos por sesión", aconseja.

Entre las actividades físicas recomendadas para iniciar una vida activa están caminar, andar en bicicleta y la gimnasia en el agua. En la actualidad existen otras alternativas de bajo impacto como el baile entretenido o zumba, pilates y yoga, indica la docente.

Agrega que en las rutinas de ejercicio físico "se deben combinar ejercicios cardiovasculares, fortalecimiento muscular de los grandes grupos musculares (muslos, piernas, espalda, abdominales, pecho y brazos) y ejercicios de estiramientos".

Calentamiento y

baja de peso

"Entre las rutinas de ejercicios es necesario incluir un calentamiento en función de los objetivos de la sesión. Esto le permitirá preparar al cuerpo para los ejercicios que requieren una mayor intensidad y le permitirá reducir el riesgo de lesiones".

Advierte que si el objetivo de la rutina es bajar de peso, "es necesario realizar ejercicios aeróbicos de media a baja intensidad por un tiempo más prolongado y adicionar un asesoramiento nutricional, manteniendo una dieta rica en agua, frutas, verduras y proteínas, disminuyendo el consumo de carbohidratos y restringiendo la ingesta de harinas blancas, azúcares, pasteles, frituras y alcohol".

En términos prácticos, Yazmina Pleticosic recomienda elegir horarios en que las temperaturas sean más bajas, en la mañana o en la tarde, para evitar la deshidratación y daños causados por los rayos solares. Asimismo usar lentes de sol, bloqueador y visera en caso de realizar actividad al aire libre".

La académica concluye que lo más importante a la hora de realizar actividad física es conocer nuestro cuerpo y estado de salud, tener presente nuestras capacidades, limitaciones y restricciones, reconocer la frecuencia cardiaca máxima individual, monitorear a través del pulso las intensidades del ejercicio y, por último, estar alerta frente a cualquier molestia que presente durante o posterior al ejercicio físico.

Ojo con la dieta

Pero no basta con llevar una rutina de ejercicios. Tener una dieta saludable es fundamental. "Generalmente, durante el invierno existe un alto consumo de alimentos ricos en energía, pasándonos del requerimiento energético que necesitamos a diario para el normal funcionamiento de nuestro organismo, generando con ello un aumento de toxinas y de contaminantes contenidos en los mismos alimentos. Aquello, sumado a la inactividad física, nos vuelve menos saludables", dice Solange Martínez Gallegos, académica de Nutrición y Dietética de la misma casa de estudios.

La docente sostiene que es crucial modificar la alimentación, "favoreciendo la eliminación de toxinas y desechos, y ejercitando el cuerpo para reducir enfermedades y, de paso, adquirir un peso saludable".

Explica que la alimentación debe contemplar tres macronutrientes primordiales: carbohidratos, lípidos y proteínas. "Una alimentación equilibrada debe incorporar carbohidratos complejos como alimentos integrales y legumbres, evitando azúcares simples como pasteles, dulces y pan blanco dentro de otros alimentos similares", comenta.

Asimismo, "se deben incorporar proteínas de alto valor biológico, contenidas en carnes, huevos y pescado, considerando que la frecuencia del consumo de carnes rojas es de una a dos veces por semana, carnes blancas de dos a tres veces por semana y pescado una a dos veces por semana", explica.

Respecto al consumo de lípidos, es importante seleccionarlos, ya que éstos aportan gran cantidad de energía (Kcal), por lo que se debe elegir los aceites insaturados, contenidos en la palta, en aceites insaturados como tal, frutos secos, entre otros.

Más frutas, más agua

En general, se debe aumentar el consumo de frutas, sobre todo las cítricas y las de color morado, y verduras con preferencia las verdes, ya que todas estas aportan antioxidantes, vitaminas y minerales. Lo ideal es consumir 3 y 4 porciones al día respectivamente.

El consumo de agua es trascendental, ya que permite la excreción de metabolitos de desecho acumulados en el organismo, además de suplir las necesidades generadas por el ejercicio físico.

"El ejercicio constante y focalizado, sumado a una alimentación rica en antioxidantes provenientes de alimentos frescos como frutas y verduras, alimentos bajos en azúcares y aceites insaturados, producen la mezcla perfecta para alcanzar un peso adecuado y mejorar el estado físico y nutricional", dice Solange Martínez.

El que acoge a un niño como éste... a mí me acoge

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El Evangelio de este Domingo XXV del tiempo ordinario nos muestra cuán difícil fue para los discípulos de Jesús cambiar la idea que ellos tenían sobre el Cristo, es decir, sobre el modo en que Jesús debía desempeñar su misión; en otras palabras, cuán difícil fue para ellos adoptar "los pensamientos de Dios" en lugar de "los pensamientos de los hombres". Es más, se trata de una imposibilidad. Es una de aquellas cosas a las cuales se refiere Jesús cuando, en la última cena, dice a sus apóstoles: "Todavía tengo muchas cosas que decirles; pero no pueden cargar con ellas ahora. Pero cuando venga él, el Espíritu de la verdad, él los llevará a la verdad completa" (Jn 16,12-13).

Fue necesario que viniera sobre los apóstoles el Espíritu Santo para que comprendieran que el Cristo no era un líder político que venía a reinar en esta tierra, sino el Hijo de Dios que hecho hombre venía a entregar su vida en redención de muchos, a derramar su sangre "por muchos para el perdón de los pecados". En efecto, el libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra que después de que Jesús murió y resucitó, tal como lo había anunciado, y se les apareció vivo durante cuarenta días, cuando estaba por ascender al cielo, ellos todavía están con la idea de un reino terreno: "Los que estaban reunidos le preguntaron: 'Señor, ¿es en este momento, cuando vas a restablecer el Reino de Israel?'" (Hech 1,6). A Jesús no le queda más que remitirlos al Espíritu Santo: "No se alejen de Jerusalén: esperen que se cumpla la Promesa de mi Padre, que han escuchado de mí... cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes, recibirán fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (Hech 1,4.8).

Jesús retoma, por segunda vez, la enseñanza que había ya comenzado a exponerles abiertamente: "Iba enseñando a sus discípulos. Les decía: 'El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; lo matarán y a los tres días de haber muerto resucitará'". El Evangelio insiste en su incomprensión: "Ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle". No podían asumir los pensamientos de Dios, a pesar de que tres de los discípulos -Pedro, Santiago y Juan- habían oído esos pensamientos de la voz de Dios mismo. En efecto, entre el primer anuncio de su pasión, cuando Jesús reprendió a Pedro por no tener los pensamientos de Dios, y este segundo anuncio, ha mediado la Transfiguración de Jesús (Mc 9,2-9). En esa ocasión la voz de la nube pronunció esta sentencia, refiriéndose a Jesús transfigurado: "Éste es mi Hijo, el amado, en quien me complazco..." (Mc 9,7). Son las palabras con que Isaías introduce las profecías acerca del "Siervo del Señor", pero con una significativa modificación: en lugar de "mi Siervo", la voz de la nube dice "mi Hijo". Es la voz de Dios que está diciendo a los discípulos que Jesús es su Hijo y que su misión será la de ese Siervo que cargaría sobre sí las culpas del pueblo y que sería llevado al degüello como cordero y como oveja muda (cf. Is 42,1-2; 53,3ss).

En este segundo anuncio de Jesús nuevamente aparece el contraste entre los hombres y Dios. Los sufrimientos y la muerte de Jesús son obra de los hombres, como lo aclara él: "El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, que lo matarán". Los hombres son capaces de la máxima injusticia y de la máxima crueldad: matar al Cordero inocente. Pero luego interviene Dios dandole nuevamente vida: "A los tres días resucitará". Este mismo esquema se ha repetido en toda la historia humana. Es evidente también hoy: donde se excluye a Dios, las obras de los hombres son muerte; donde se acoge a Dios, resurge la vida.

La incomprensión de los discípulos se manifiesta también en lo que discuten entre ellos, a pesar de los anuncios de Jesús: "Por el camino habían discutido entre ellos quién era el mayor". Jesús entonces formula uno de esos pensamientos de Dios que es difícil a los seres humanos asumir: "Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos". ¡El primero es el que sirve, movido por el amor, incluso a los más pequeños! Y para ejemplificar Jesús indica al que era considerado el más insignificante: "Tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo estrechó entre sus brazos y les dijo: 'El que acoge a un niño como éste en mi nombre, a mí me acoge; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí sino a Aquel que me ha enviado'". Estas palabras resuenan con especial fuerza hoy día en nuestro país en que estamos discutiendo la aprobación de una ley de aborto que, en lugar de servir al más pequeño, inocente e indefenso, se propone eliminarlo. La aprobación de dicha ley sería el resultado de los pensamientos de los hombres, de los que quieren ser primeros en este mundo. Jesús declara que lo hecho con uno de esos niños es hecho a él mismo, más aun, al mismo Dios.

Obispo de Santa María de Los Ángeles