Amor a la Patria
Me han impresionado mucho las cartas al director que expresan desesperanza y amargura por el diario acontecer de nuestro país. Es verdad que nuestra Patria no es un paraíso, que tenemos enormes carencias, desigualdades, injusticias, pero es nuestro país, y antes de desesperarnos, debemos considerar qué estamos haciendo para contribuir a terminar los abusos de poder, el enriquecimiento abusivo, la irresponsabilidad en el trabajo, los salarios y pensiones injustas etc. etc.
Lo bueno y lo malo se da entre las autoridades, empresarios, jefes, parlamentarios, etc. y el ciudadano común espera con desesperanza que cambie su destino. ¿Por dónde empezar para cambiar el rumbo de nuestra Patria? En cada uno de nosotros. Nada se va a arreglar de la noche a la mañana. Se trata de cambiar la visión que tenemos de nuestros destinos. Todos hacemos la Patria: en nuestro hogar, en la calle, en el trabajo. Si ahorramos luz, agua, gas, si aconsejamos a los hijos, si somos ejemplo para ellos evitando la violencia, si respetamos el tránsito, si ayudamos a un discapacitado, si realizamos nuestro trabajo con calidad, responsabilidad y eficiencia, si respetamos a nuestros colegas, en fin, si todos cumplimos nuestro rol.
Creerán que esto es idealismo, pero tiene un efecto multiplicador. Se puede contagiar entre todos por imitación, por testimonio, hasta llegar a hacer que el irresponsable, flojo, deshonesto, etc. se sienta incómodo, aislado y desubicado. La supervisión, el control, la inspección debe ser la esencia que acompañe todo nuestro hacer y quienes tienen la autoridad que les hemos entregado con nuestro voto, den el ejemplo y ejerzan su función tomando las medidas correctivas que correspondan.
Quienes votaron por este gobierno hoy se sienten que se les mintió y defraudó, pero deben recordar que la política contingente creó para Bachelet una imagen lejana a sus características personales y ella lo aceptó. Quienes no fueron a votar deben meditar sobre la responsabilidad que tienen en el alto nivel de abstención, que permitió que fuera elegida con apenas un 25% del universo electoral. Sólo así habremos aprendido la lección del acontecer de hoy.
Los cambios de Gabinete traen una luz de esperanza en cuanto a la urgente necesidad de abrir los espacios de diálogo con la oposición, evitando decisiones unilaterales que no siempre son acertadas y provocan un rechazo que le hace gran daño a la democracia. El bien común es imperativo en todo debate; los intereses personales y políticos, deben quedar de lado cuando se trata de decidir lo que es más conveniente para el país. Imponer, exigir e insistir en cambios no deseados deben ser reconsiderados y la decisión final debe priorizar el consenso, el diálogo, y el positivo intercambio de ideas.
Hablar de los buenos y los malos y los ricos y pobres ya pasó de moda. Hemos pagado un alto costo por tratar de separar bandos, olvidando que la Patria está primero.
Los partidos políticos tienen la enorme responsabilidad de establecer normas, plantear principios, reconstruir valores morales y espirituales que vayan en bien de toda la ciudadanía.